Ya habían pasado unos días desde que Percy tuvo ese sueño con el supuesto hijo de Cronos llamado Zero. En esos días los semidioses tuvieron que enfrentar un entrenamiento digno de un infierno. Los arqueros tenían que enfrentarse contra los gemelos tiradores en un juego en que consistía en acertarlos en una diana que llevaban en el pecho y la espalda y los que peleaban con lanzas y espadas tenían que pelear casi todos los días con Ares para mejorar sus condición física. Los que se especializaban en el conocimiento se sometían a sesiones de estudio de más de cinco horas impartidas por Quirón y la diosa Atenea, los cuales castigaban a los que fallaban los exámenes con más estudio.
Los semidioses estaban muy cansados por lo que estaba haciendo , pero en sus tiempos libres que tenían entre los entrenamientos y lecciones se dedicaban tirarse en la arena de la playa a descansar de la estresante rutina que estaban soportando.
Nuestro héroe estaba en este momento tomándose un helado sentado en la rivera de un río que estaba cruzando el bosque en el que jugaban. Él estaba muy tranquilo escuchando los cantos de los pájaros. Estos no parecían tener ninguna preocupación y eso le gustaba a Percy. Pero lo que no le gustaba era tener que escuchar las quejas de los semidioses, eso siempre le saca de quicio. Cuando terminó de comer su helado volvió al campamento donde seguían con su entrenamiento.
Cuando llegó solo pudo divisar a Nico con una cara perlada por el sudor por tener que practicar con una espada de hierro estigio que llevaba atada a su cintura mientras que en sus manos había una botella de agua que se estaba echando en la cabeza debido al calor que estaba sintiendo debido al entrenamiento.
- Eso no es bueno. - Dijo Percy viendo al hijo de Hades. - Te pondrás enfermo si lo haces.
- Pero no aguanto. - Dijo este como si fuese un niño pequeño. - Tener que pelear contra el dios de la guerra es muy duro, además solo los que pueden derrotar al dios pueden dejar su entrenamiento.
- Si, pero no es caso de ponerse enfermo. - Dijo el hijo de Quíone.
- Tú lo tienes muy fácil. - Dijo el hijo de Hades. - Tú ya lo venciste en su día, ahora solo te dedicas a salir con mi hermana y a practicar con el hielo. Estoy deseando poder practicar también mi magia, estoy harto de Ares.
Rápidamente, Percy le tapó la boca para que no dijera nada más. - Puede que Ares sea un imbécil. - Dijo él en voz baja. - Pero es un imbécil poderoso, por lo que no digas nada que puedas arrepentirte.
Tras decir eso, Percy acompañó a Nico a dar una vuelta ya que Percy manejaba muy bien sus poderes y se podía permitir tener un día de descanso. Su día consistió en dar un paseo con Nico y hablar de diferentes cosas como mitología y estrategias de guerra para lo que estaba por venir. También jugaron un poco a mitomagia, que era un juego que le seguía gustando al hijo de Hades ya que le ayudaba a desconectar del estrés.
Ya cuando acabó el periodo de descanso de Nico lo acompañó de nuevo a la arena donde estaba el dios de la guerra empuñando una espada de longitud media que miraba a los semidioses que estaban tirados en el suelo con una sonrisa. - Vamos, ¿Quién es el siguiente? - Dijo este con una gran sonrisa en su rostro.
Nadie quería ir, ya que estaban cansado de pelear contra el dios porque solo habían ganado tres personas, siendo Percy, Luke y Bianca los que habían ganado. Por otra parte, Thalia ya estaba al nivel de Ares por lo que ella no tenía que pelear con él. Nico tragó en seco y se acercó a Ares. Por desgracia Nico no llegó a darle un golpe por la velocidad del dios.
Cuando llegó la hora de la comida Quirón dio un anuncio que marcaría lo que sería la primera avanzada para la guerra titánica. - Hoy hemos comprobado una pagina que marca las ciudades en la que más turistas suele haber, nosotros mandaremos a semidioses a esas ciudades para proteger a los mortales que están en esas ciudades, son un total de ocho ciudades,obviamente no mandaremos a todos los que están aquí ya que nos quedaríamos sin defensas. - Informó el centauro. - Las ciudades son Nueva York, Miami, Chicago, Las Vegas, Los Ángeles, San Francisco, Washington DC y Houston. - Dijo el centauro llamando la atención de todos ya que en algunos casos habían dicho lugares donde vivían sus familias como era el caso de Annabeth. - Os dividiré en ocho equipos liderados por un semidiós con grandes dotes de liderazgo y poder. Ellos se encargaran de formar sus tropas con los semidioses que crean necesarios, a continuación anunciaré a los líderes. - Cuando dijo eso, los semidioses que estaban en el comedor se pusieron nerviosos. - Él lider del equipo uno que se encargará de Washington DC será Luke Castellan, el equipo dos encargado de Houston será Clarisse La Rue, el equipo tres encargado de proteger San Francisco sera Annabeth Chasse, el equipo cuatro que protegerá miami serán los gemelos Stol, el equipo cinco dirigido a Las Vegas será liderado por Kati Gardener, equipo seis de Chicago Charls Bekendorf, el equipo siete de Los Ángeles Silena Boregard y por último, nueva York y por ende el Olimpo, el equipo ocho será liderado por Percy Jackson. - Declaró el entrenador de los semidioses haciendo que los nombrados asintieran o hicieron un gesto de afirmación marcando así que lo habían escuchado.
Tras ese anuncio la comida continuó en completo silencio, nadie estaba de humor para hablar de nada en general. Fue pasando el día y los entrenamientos siguieron marcando el agotamiento de los semidioses que no paraban, sobre todo ocho de los nueve líderes que no paraban de entrenar en ningún momento para ganar la guerra.
- Bueno, aunque no me gusten lo olímpicos voy a tener que protegerlos. - Dijo Percy para sí mismo sentado en la rivera del río. - Que se le va a hacer, espero que me recompensen de una buena forma. - Dijo con una sonrisa sincera. - Solo busco estar tranquilo.
Con esas palabras Percy fue a su cabaña de hielo para planear a los que tenían que llevar el día de la marcha, que era dentro de dos días.
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Percy Jackson el señor del invierno
FanfictionSally se ve obligada a abandonar Estados Unidos porque Poseidón repudió a Percy, haciendo que sea más vulnerable a los monstruos, ella se va a Vancouver, pero un día, una jauría de perros del infiernos la atacan hasta casi matarla. Con sus últimas e...