El retorno del chigugua

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Todos en el coche estaban en silencio tras haber escuchado lo que había dicho la hija de Atenea. Percy y Bianca no habían escuchado ese nombre siendo que solo lo habían escuchado en los programas de naturaleza. Pero por otro lado, Luke, Clarisse y Grover estaban un poco pálidos.

- Por favor Annie repite, creo que he escuchado mal. - Dijo Luke mientras paraba en una cuneta para hablar cara a cara con Annabeth.

- No me has escuchado mal. - Dijo esta un poco preocupada por sus compañeros. - Equidna o la madre de los monstruos es uno de los seres más fuertes que existen en la mitología griega, además de ser la madre de algunas bestias muy peligrosas.

- ¿Cómo cual? - Pregunté Percy con su ceja levantada.

- Como la esfinge. - Dijo para pasar su mirada el que hizo su pregunta. - ¿Que te ha pasado?

- Nada en especial. - Dijo este. - Un pequeño contratiempo con el cuerno de un narval.

- Pues os va a caer una bronca muy grande. - Dijo ella para llamar la atención de los tres acompañantes de Percy y Bianca se extrañaran un poco. - Quíone os va a regañar y castigar por permitir que su único hijo haya salido lastimado.

En ese momento los semidioses y el sátiro se asustaron un poco, pero decidieron cambiar el tema a lo que les preocupaba en este momento. - ¿Crees que Equidna está del bando de Cronos? - Preguntó Luke preocupando más por la misión que su futuro castigo.

- No lo sé. - Dijo Annabeth. - Desde que su marido fue sepultado bajo el Edna ella dejó de lado a su marido y empezó a vivir por su cuenta bajo la vigilancia de Zeus, si hubiera cambiado de opinión toda la sala olímpica lo sabría.

Eso no pareció calmar a los demás, es más, los preocupó un poco. Puede que ese ser no haya mostrado alguna intención de pasarse al bando malvado seguía siendo la madre de los monstruos más peligrosos que hay, por lo que tiene que ser muy fuerte.

Luke, tras dar una respiración profunda, se reincorporó en la carretera para proseguir con su camino ha San Francisco intentando no pensar en Equidna, ya que no quería atraerla con su pensamiento. A los pocos minutos Luke y los demás consiguieron olvidarse un poco del tema por lo que pudieron ir un poco más tranquilos en el viaje. Percy seguía tumbado en los asientos traseros que había en el coche intentando  recuperarse de la anestesia que había recibido en el hospital, por lo que lo único que hacía era mirar  por la ventanilla viendo como las nubes pasaban por el cielo sin hacer nada mientras que los otros hablaban de cualquier cosa mientras él no hacía nada.

Poco después, Bianca, miró hacia atrás para ver como estaba Percy el cual ya se había sentado. Se desplazó a los asientos traseros para poder hablar un rato con él.

- ¿Cómo vas? - Dijo ella un poco preocupada por su ojo. - ¿Todavía te duele?

- No mucho. - Dijo él mientras tocaba su parche que lo llevaría por un buen tiempo. - Pero me molesta llevar esta cosa, no es muy como. Si me siento de frene no podría verte, esto hará que no pueda pelear bien, ahora solo soy una carga solo sirvo de apoyo.

- Mira Percy. - Dijo Bianca cogiendo la cara del chico para que la mirara a los ojos. - Tú nunca serás una carga, te conozco desde que tengo doce años y a mis quince sé que eres la persona más valiente que conozco y además el más fuerte.

- Yo no diría tanto. - Dijo un poco rojo por lo dicho por su mejor amiga. - Además, ni si quiera me acuerdo de lo que ocurrió con ese zombie.

- Pues lo que hiciste fue congelar a ese zombie de una forma que no sabía que podías hacer, tus ojos brillaban y te pelo pasó a ser plateado. - Dijo ella con una sonrisa mientras acariciaba su pelo haciendo que su cara sea aún más roja. - Eres adorable cuando te sonrojas.

Percy Jackson el señor del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora