Los equipos estaban hechos, los capitanes estaban nerviosos, menos Percy que pasaba un poco del asunto. La mayoría de los batallones de los que se formaban los equipos eran los propios hermanos de os líderes, menos Annabeth que formó un equipo formado por hijos de Demeter, algunas cazadoras y dos o tres de sus hermanos ya que no quería dejar al campamento sin nadie que piense. Lo mismo pensaba Clarisse, ya que dejó a la mitad de sus hermanos en el campamento.
Por otra parte, nuestro héroe se pasaba su día pensando en quien podía llevar. Obviamente se llevaría a Bianca y a Nico, Thalia se iba a ir con Luke ya que él se lo había pedido. Pensaba en las cazadoras, como se cuelen llevar bien, puede que Artemisa le permita llevar a alguna de sus hijas para defender el Olimpo. Puede que también pida ayuda a los hijos de Afrodita, se había enterado de que algunos podían usar una especie de hechizo que podía controlar a sus enemigos con solo hablar.
Mientras este pensaba se dedicaba a dar una vuelta por el campamento, al día siguiente tendría que irse a su posición. - No quiero pensar más. - Dijo Percy con un gran suspiro. - Quiero que este acabe cuandto antes, solo quiero volver a Vancouver y pasar los días con Bianca, ¿es eso tan malo?
Después de quejarse un rato ha esperar hasta la hora de la cena ya que en esa hora pediría ayuda a los que tendría que pedírsela. La tarde paso con mucha lentitud para el disgusto de nuestro héroe y cuando por fin llegó la hora se levantó de su cama y se dirigió al comedor donde todos estaban en silencio ya que mañana sería el gran día para los semidioses que vivían en el campamento. La cena transcurrió en silenció, y Bianca y Nico no querían romperlo. Cuando finalizó Percy se acercó a la mesa de Artemisa donde estaba Zöe terminando su cena junto con sus hermanas cazadoras.
- Hola Zöe. - Dijo este con una sonrisa al ver a su amiga. - Me gustaría preguntarte si podrías ayudarme mañana.
- Le preguntaré a la señorita Artemisa. - Dijo ella con una sonrisa por lo que dijo Percy. - Lo más seguro es que permita tu pedido de ayuda.
- Muchas gracias. - Dijo con una sonrisa para luego dirigirse a la mesa de Afrodita donde todos los que estaban en ella estaban hablando en voz baja de algo que estaba de moda, y cuando vieron a Percy soltaron una pequeña risita. - Hola señoritas. - Dijo con una sonrisa sincera. - Quería preguntar si algunos de vosotros me pudieseis ayudar mañana.
- Tendríamos que pensarlo. - Dijo Silena un poco triste. - Porque imagino que quieres a los que tienen un don. - Dijo ella y Percy asintió un poco apenado. - El caso es que yo también quería que mis hermanos me ayudasen, hablaremos de eso más tarde y mañana te diremos lo que decidamos.
Percy asintió, por ahora había conseguido la ayuda de las cazadoras y algunos hijos de Apolo que eran amigos de Nico que se prestaron voluntarios como médicos. El tiempo avanzaba poco a poco y al final llegó la noche haciendo que los semidioses fuesen a sus cabañas a descansar.
Percy durmió y su consciencia fue trasladada de su cuerpo hasta quedar enfrente de Zero, que parecía que no había tenido un buen día. Estaba sentado en lo que parecía ser un trono improvisado creado a partir de una silla de plástico típicas de playa. Él estaba mirando al suelo con las fosas nasales dilatadas y respirando fuerte denotando enfado.
Al rato, Zero se levanto de su silla y empezó a dar vueltas por la sala en la que estaba. Siguió haciendo eso hasta que la puerta de la sala se abrió mostrando a un chabal vestido con armadura completa.
- Señor Zero. - Dijo el chico. - La magia de hipnos ya está lista, en cuando usted diga la dejaremos en el aire para que afecte a todos esos mortales que luego serán nuesttros siervos duerman.
- Muchas gracias Tomas. - Dijo Zero con una sonrisa. - Ya estaba empezando a impacientarme, quiero acción, estoy aburrido. Empezad a ordenar las tropas, saldremos cuanto antes.
Tras decir eso el de la armadura salió de la sala seguido por Percy que quería saber donde iba este tipo por si en algún momento llegaban a invadir este lugar quería saber donde atacar primero. No pudo seguirlo durante mucho tiempo ya que, por alguna extraña razón había una extraña fuerza que no le permitía avanzar haciendo que se levantara con un sobresalto.
Tras calmarse un poco pudo ver que todavía era de noche. Esto no le gustaba a Percy, lo más probable es que en un día o dos mandarían a dormir a todos los mortales de Estados Unidos para la maldita profecía que tuvo que soltar el oráculo después de la segunda guerra mundial.
En ese momento Percy empezó pensar en una posible estrategia para derrotar a los semititanes. Se sentó en la cama y comenzó a idear un plan para su zona, Manhattan, la zona era urbana y llena de población, por lo que lo más probable sea que que haya algún accidente en la carretera o en las residencias y lugares de trabajo. Esto sacaba de quicio a Percy, no quería que los mortales sufrieran algún daño, por lo que esto iba a ser muy difícil.
Tras mucho tiepo el sol salió y todos los semidioses se prepararon para salir, afortunadamente Silena consiguió hacer un pequeño grupo de cuatro semidiosas, de las cuales dos de ellas tenían el don de embrujar a la gente con el habla. Con esas cuatro semidiosas fueron un numero total de 17 semidioses que había para proteger todo el Olimpo.
- Solo diecisiete para proteger toda una ciudad y el Olimpo. - Dijo en un tono irónico. - Cuando vengan estarán en completa desventaja. - Dijo con una sonrisa que bajaba la temperatura al ambiente de donde estaba.
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Percy Jackson el señor del invierno
FanfictionSally se ve obligada a abandonar Estados Unidos porque Poseidón repudió a Percy, haciendo que sea más vulnerable a los monstruos, ella se va a Vancouver, pero un día, una jauría de perros del infiernos la atacan hasta casi matarla. Con sus últimas e...