CAPÍTULO 2: El chico nuevo

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|| AGONEY ||

Una melodía empezó a sonar proveniente del móvil de Agoney, éste alargó la mano y cogió el móvil para apagar la alarma. Dando un gran suspiro se levantó de la cama y se dirigió al baño. 

Ya sentado en la mesa, con la taza de cola-cao en frente, la imagen de Cepeda se le apareció en la mente. Casi nunca recordaba las pesadillas, pero la que tuvo esa noche se le repetía una y otra vez en la cabeza. Podía deberse a que era el primer día de clase, y volvería a verlo. Cepeda era el chico más cabrón que había conocido jamás, él y sus amigos se metían siempre con él, y desde que descubrieron que era gay, han conseguido que medio instituto le deje de lado. Aún así, Agoney siempre intenta ser amable con todos, alguno habrá al que no le importe su condición sexual. Le consolaba el hecho de saber que ese era su  último año allí y que no tendría que volver a verlos.

Su padre le sacó de sus pensamientos diciéndole que llegaría tarde si no se daba prisa, puesto que se había quedado absorto en sus pensamientos. Rápidamente cogió su mochila y salió disparado de casa.

No era uno de los mejores institutos de la ciudad, pero en su casa no es que estuvieran muy bien económicamente. Ese era otro de los motivos por los que se metían con él, muchas veces tenía que llevar la misma ropa, le llamaban guarro, pordiosero... pero esos no eran los comentarios que más le afectaban.

- Eh, marica, qué tal las vacaciones. ¿Las has pasado debajo de un puente? Jajaja. - Cepeda paso por su lado, dándole un leve empujón en el hombro. Sus amigos se rieron con él. Agoney resopló y se adentro en el instituto detrás de ellos.

A la hora del patio, se dio cuenta de que se había olvidado el bocadillo.
No podía ser más despistado.

Tampoco se podía comprar nada porqué tampoco llevaba dinero, así que se quedó sin comer, en una esquina del patio, pasando desapercibido, como llevaba haciendo desde que entró en aquel instituto. Quería evitar problemas, temía meterse en algún lío por culpa de Cepeda, o por culpa suya, ya que  a veces decía cosas sin haberlas pensado antes. Ya le pasó una vez que llamó a Roi, uno de los amigos de Cepeda, cobarde delante de toda la clase. Cuando tocó el timbre al final de clase, le esperaron a la salida y le dieron una paliza. Desde entonces prefiere callarse y aguantar sus insultos.

Ya eran las 14:29 y el timbre estaba a punto de tocar. Agoney ya había recogido todo y esperaba ansioso, que el profesor les indicara que se podían ir. Antes de salir por la puerta, el profesor le llamó. 

-Agoney, tu madre quería hablar contigo.- "Mierda" pensó. Su madre, Noemi, era la directora del centro. Su estómago rugía demandando comida, pero Agoney tuvo que esperar y dirigirse al despacho de su querida madre.

Tocó a la puerta y escucho un serio "adelante".

- ¿Qué querías mamá?- Agoney se dejó caer en la silla que estaba frente al gran escritorio caoba. 

-Hoy vas a tener que ayudarme en la academia.- Su madre también era directora en una pequeña academia de música.- Se ha apuntado un chico nuevo, de buena familia, y necesito  que le enseñes todo y le ayudes en todo lo que necesite. 

No es que la academia fuera muy bien, había sido un fracaso, pero a su madre le encantaba la música, y enseñar le apasionaba, así que pensó que sería buena idea.

Pero por culpa de esa idea casi no llegan a fin de mes. 

-Claro mamá, me haré cargo de un pijo.- A Agoney no le gusta la gente pudiente. Y si, como ha dicho su madre, el chico era de familia rica, seguro que era el típico prepotente caprichoso que lo tiene todo en la vida. Su madre le miró enfadada y tuvo que cambiar su respuesta.- Perdón. Ayudaré a ese chico que seguro es muy simpático.

*********

Llegó a casa corriendo y se sentó en la mesa para comer.

A las 5, se preparó para ir a la academia. Él estudiaba allí gratis, evidentemente, pero también ayudaba a su madre en algunas clases, ya que todo lo  que sabia lo había aprendido de ella. La clase que más le gustaba era la del piano, tan solo había uno y, alrededor de éste, unos cuantos taburetes. Empezó a tocar una canción en francés, Je suis venu te dire que je me'n vais. Era la canción que le cantaba su madre para dormir cuando era pequeño. Le encantaba tocarla y le llevaba a su infancia.

Un fuerte ruido le hizó abrir los ojos, que había cerrado anteriormente, y mirar que había ocurrido.

Un chico rubio estaba tirado en el suelo con un taburete a su lado

¿Se habría caído?

Supuso que sería el chico nuevo y le ayudó a levantarse. El chico estaba rojo de vergüenza y, tartamudeando, se presentó a Agoney.

-Yo... yo soy Raoul, el chico nuevo.

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora