RAOUL
Había estado toda la semana estudiando para el examen de matemáticas, todas las tardes quedaba con Mireya en la biblioteca para que le ayudara. Y aún así no se le quedaba nada. Cada día iba más agobiado. Y la profesora adelantaba más temario que saldría en el examen. Así que como no sabía lo otro, lo nuevo tampoco podía saberlo. Mireya había tenido mucha paciencia con él, y poco a poco se habían hecho amigos. Ella sabía que a Raoul le costaba e intentaba explicárselo de una manera más simple.
El martes habían empezado a hablar a la hora del patio. Resultó ser una chica de los más simpática, y además era muy guapa. Levaba unas gafas de pasta negras y su pelo castaño suelto. Ese mismo día la profesora le había sacado a la pizarra a corregir un ejercicio, y ese si se lo sabía, pero se había quedado en blanco. Mireya le chivó la respuesta sin que Helena (la profesora) se diera cuenta. Solo por eso ya se hicieron amigos. Se quedaron en la misma biblioteca del instituto estudiando, y Raoul pudo ver un poco de luz al final de túnel. No se veía capaz de aprobar pero por lo menos estaba poniendo todo de su parte.
La noche del martes acabo agobiado pensando en el mensaje que le había enviado a Agoney. ¿Le habría sabido mal? No pensó sus palabras cuando lo estaba escribiendo, estaban en el descanso después de haber estado estudiando dos horas, y no estaba de buen humor, había un problema que se le resistía y se sentía un inútil. Al final logró solucionarlo, con ayuda de Mireya, claro.
Los días se le habían pasado muy rápido y ya era viernes. La noche anterior casi le da un ataque de nervios. Menos mal que Agoney le cogió el teléfono y pudo tranquilizarse. Aún así, no había dormido mucho.
Sus amigos habían estado insistiendo toda la semana para que quedara con ellos, peor él se empeñaba en que tenía que estudiar. Llegó a la clase y Mireya le sonrió.
- Te va a salir genial, ya verás.- Mireya le acarició la nuca y le dio un beso en la mejilla. Raoul se puso rojo y le dio las gracias.
Fue la hora más larga de su vida. Y eso que no era un examen importante, tan solo un parcial de un solo tema. Pero para Raoul cada examen es un infierno. La profesora había entrado por la puerta tres minutos tarde, había dejado su bolso encima de la mesa, se había quitado la chaqueta y se había sentado. Otros tres minutos perdidos. Después sacó del bolso los exámenes, Raoul respiró profundamente. Fue entregándolos uno a uno, parándose un poco más en Raoul y en algún que otro chico que acostumbraba a copiar. Pero como no hacerlo, si era imposible aprobar sus exámenes. Por fin volvió a su mesa y les dejo dar la vuelta a los exámenes.
Quedaban tan solo diez minutos y Raoul tenía dos ejercicios en blanco. Miraba a sus compañeros, algunos no paraban de escribir, otros ya habían acabado. Y él, pues él se había quedado en blanco. Detrás suyo, Mireya, le susurró algo que no pudo oír. Se iba a girar a mirarla, pero la profesora no le quitaba ojo. Leyó otra vez los dos problemas pero seguía sin entenderlos. Le dio la vuelta a la hoja, rindiéndose y apoyo los brazos sobre la mesa para poder descansar ahí la cabeza hasta que se acabara la hora. Por lo menos lo había intentado.
Salió el primero del aula y fue directo al patio, allí, se le acercó Mireya.
- Intenté ayudarte pero no me escuchaste.- Mireya sonreía con lástima.
- Ya, es que me estaba mirando la profesora, que querías que hiciera lista.- Raoul estaba enfadado consigo mismo y estaba a la defensiva.
- Oye tranquilo, no te lo decía a malas.
- Ya, claro. Pero hemos estado una puta semana estudiando para nada.
- Es decir que no te ha servido de nada mi ayuda.- Mireya estaba sorprendida.
- ¡Pues no! Joder. No me has ayudado en nada. No se ni porque lo has intentado.
Se fue de allí y decidió ir al lavabo a tranquilizarse. Se lavó la cara y bebió agua del grifo. Cuando levantó la cabeza y miro su reflejo vio a Ricky detrás suyo.
- ¿Que tal?- Raoul rió secamente y se giró a hablar con su amigo.
- Pues mal. Como quieres que vaya. Te juro que me tiene manía.- Raoul ya no estaba tan agobiado y empezaba a sentirse culpable.- Encima le he echado las culpas a Mireya.
- Te entiendo. Pero es un examen tío. Ya está. Esta noche vamos al cine, ¿te apuntas?
- Claro.- Ricky le dio un apretón en el hombro.- ¿Traerás a tu ligue?
Ricky asintió riéndose. El chico que conoció en la fiesta se había convertido en una especie de novio, que Ricky no quería aceptar porque para él tan solo eran amigos que follaban. Se sentía culpable por haberle hablado así a Mireya y pensaba pedirle perdón antes de irse, pero no la volvió a ver. A la salida Raoul la llamó, pero ella le ignoró.
Estaba frustrado, agobiado y enfadado y eso, juntado con su padre en casa, iba a ocasionar la tercera guerra mundial. Nada más entrar su padre le preguntó por el examen.
- Pues...voy a suspender.- Su padre se acercó a él. Raoul se encogió.
- Dame el móvil.- Raoul se lo dio rápidamente.- Estás castigado.
- Tengo clase.- Su padre, que estaba a punto de irse, se giro a mirarlo.
- Te llevaré y te traeré. Pero tu esta noche no sales de esta casa.
Raoul se fue a su habitación sin comer y cerró de un portazo. Se tumbó en la cama y, con la almohada en la cara, chilló.
Llegó unos minutos tarde a la academia. Agoney le estaba esperando sentado al piano. Solo entrar en aquella sala le transmitía paz y seguridad. Dejo la mochila y se sentó a su lado.
- ¿Que tal el examen?- Raoul bajo la cabeza. No quería cagarla, como había hecho con Mireya, y echarle la culpa a otro.
- Pues soy un fracaso.- Suspiró y levanto la cabeza.-Seguro que suspendo. Y encima mi padre me ha castigado y encima me he enfadado con Mireya.
- Vamos que estas jodido muchacho.- Agoney le sonrío y consiguió que el rubio hiciera lo mismo mientras asentía.- Pues ahora vamos a olvidarnos de esta mierda de semana y vamos tocar el piano.
Le pareció que para Agoney esta tampoco había sido su mejor semana. Pero le alegraba que fuera él quien pusiera algo positivo, porque él era incapaz en aquellos momentos.
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Clases De Piano(#Ragoney)
FanfictionCuando era pequeño, Raoul aprendió lo que era la música gracias a su abuelo. Pero desde que éste murió Raoul no ha querido saber nada más de ella. Un día sus padres ven un anuncio de una academia a buen precio y deciden apuntar a su hijo con la espe...