CAPÍTULO 71: En el autobús

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AGONEY

Le había costado lo suyo entrar en la habitación que le había indicado su padre por teléfono, y aún más aceptar la imagen de su madre postrada en una camilla, con un collarín, una escayola en el brazo y una venda en la cabeza.
Se acercó a ella, sin ni quiera reparar el Alberto que le miraba desde un sillón cerca de la ventana, y se sentó en la cama dándole la mano a su madre, quién abrió los ojos y le sonrió.

- Cariño...- Su madre subió la mano y acarició la mejilla de su hijo.

Una lágrima bajo por la mejilla de Agoney, quién se lanzó a los brazos de su madre, hundiendo su cabeza en el pecho de Noemí, respirando su olor, un olor que logró destensarle y logró que soltara todo el aire que no sabía que estaba reteniendo.
Suspiró contra su pelo y se incorporó para mirarla, ella también lloraba.

Estuvieron hablando un buen rato hasta que Alberto salió a comer algo a la cafetería y los dejó solos.

- Mamá, tengo que deciros una cosa... Pero quería decírtelo a ti primero.- Su madre asintió preocupada, instándole a que continuará hablando.- Es que... Raoul y yo... Bueno que hemos empezado a salir...como novios y eso.

Su madre sonrió, pero no dijo nada.

- ¿No vas a decir nada?

- ¿Que quieres que te diga? Me alegro un montón. Pero... Ya me olía algo...

- ¿De verdad?- Agoney sonrió avergonzado. Él creía que disimulaban bien, pero a lo mejor haber dormido en la misma cama, (aunque ahí todavía fueran amigos) no había sido la mejor idea.

- Sí, Susana y yo estábamos esperando a que dijerais algo. Porque no se lo dices también a Alberto, seguro que le parece perfecto también.

Agoney sonrió y espero a que viniera su padre para decírselo. Después de la noticia se dieron un gran abrazo los tres. No podía pedir una "familia" mejor, aunque echaba de menos a su hermana. Se sentía afortunado, por una vez, y pensó que todo lo que le había pasado al final, tenía recompensa, y eran todas las personas que le querían.

Pero claro, siempre tiene que salir algo mal, y cuando su padre le anunció que su madre iba a pasar la noche sola, porque él tenía que trabajar, se negó a marcharse a casa. No iba a dejar a su madre sola. Intentaron convencerle de todas las maneras, pero era imposible que cambiará de opinión. Había pasado de estar contento por su madre a enfadarse con ella otra vez. Su padre salió de la habitación y le dejó con su madre otra vez.

- Cariño... Voy a estar bien, quiero que vayas a casa a descansar, y así mañana puedes venir verme otra vez. No te preocupes, estaré bien.- Agoney le dio un beso en la mejilla, aún con la idea de que darse dentro de su cabeza. No quería enfadarse otra vez con ella, así que se quedó callado.

Su padre entró otra vez y le dio su móvil, que no sabía que él tenía, con un número marcado.

- ¿Que?

- Habla con Raoul.

Salió de la habitación en cuanto dijo su nombre. Ojalá estuviera allí con el, hubiera querido insistir cuando estaba en sus casa, pero no quería ser tan egoísta, pues Raoul ya había quedado y últimamente están a siempre juntos.

Por eso se sorprendió tanto cuando le vio en aquella sala de espera, después de haber hablado con él. Y no pudo evitar saltar a sus brazos y romper a llorar. Necesitaba alguien de fuera para poder desahogarse y Raoul era perfecto, pues no le hizo ninguna pregunta. Salieron fuera y se sentaron en uno de los bancos. Agoney apoyó su cabeza en el hombro de Raoul y suspiró.

- Mis padres están muy contentos con que seamos novios.- Raoul bajó la mirada y Agoney la subió.- se lo he dicho ahora.

Raoul no le respondió, tan solo le dio un beso en la frente y volvió a subir la mirada.

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora