CAPÍTULO 27: La casa de Agoney

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RAOUL

Raoul no sabía que responder a Mireya, y se estaba comenzando a poner rojo. Sonrió tímidamente y le dijo que no era por eso.

- ¿Entonces por que no vienes? Sabes que me lo puedes contar.

Raoul suspiró. No podía seguir mintiendola, a ella no. En poco tiempo ya se había ganado un hueco en su corazón, era una chica genial y tenía incluso más confianza que con sus otros amigos, igual era  porque, al no conocerse de hace tiempo, podía dar otra imagen de él mismo. Pero justo cuando iba a decírselo, vinieron Nerea y Aitana.

- Mireya, espérame a la salida.- Aitana y Nerea estaban hablando animadamente sobre la obra del viernes,  sería una adaptación de la famosa obra de el fantasma de Canterville, y Nerea hacía de la joven Virginia Otis. Raoul se había tenido que leer el libro para entender de lo que hablaba la chica. Poco después se les unió Ricky y cambiaron de tema.

Como le había dicho Mireya le estaba esperando a la salida y juntos empezaron a caminar de camino a casa. Estaba nervioso pero se lo iba a contar, confiaba en ella, y así podía aclararle que le pasaba con ese chico.

- A ver, es que el chico que me da clase es muy majo y me lo paso muy bien con él. Y pues me apetece más estar con él esta tarde. - Raoul se mordía el labio inferior y se atrevió a mirar a Mireya, que estaba mirándole con una sonrisa traviesa.

- Jajaja. Así que un chico... Que fuerte. Nos has cambiado.- Mireya bromeaba con él, pero no entendía porque había dicho lo del chico...- Bueno no pasa nada, ¿pero porque no quieres decirles a los demás que vas a una academia?

- No lo sé... Solo que tampoco me han preguntado y es raro que prefiera estar con él en vez de con mis amigos ¿no?

- Bueno... yo tengo una teoría pero no te la voy a decir ¿vale?- Mireya se reía y Raoul entendía cada vez menos.- No te preocupes. Podemos quedar otro día que no tengas clase.

- A ver es que ya me voy a saltar la del viernes y no quería saltarme también la de hoy- Raoul intentaba excusarse, pero ya había quedado claro el motivo.

Se tuvieron que separar así que se despidieron y se fue cada uno por un lado. Raoul siguió pensando en Agoney y en porque no se le iba de la cabeza. 

Cuando llego a casa sus padres le esperaban para comer. 

- Raoul cariño, hemos invitado a los padres de Agoney a cenar.- Raoul se atragantó con el trozo de carne que estaba tragando y tuvo que beber agua.- ¿Estas bien?

- Si, si. ¿Pero porque les habéis invitado?

-Bueno, con lo que me dijiste ayer hemos estado pensando y queremos conocerlos, apoyarte y bueno no se... ¿No te  parece bien?

-¡Si! Claro. Seguro que son geniales, y así conocéis más a Agoney. Ahora somos buenos amigos.- Raoul no podía evitar sonreír cuando hablaba de Agoney, ya le había pasado antes con Mireya.

-  Genial! Pues cuando salgáis de la academia os venís.

Cada cierto tiempo miraba la hora y no conseguía concentrarse en los deberes que estaba haciendo. A las 16:30 desistió y se encaminó a la academia. Se suponía que Agoney iba antes así que a lo mejor ya estaba allí. Pero cuando llegó, la academia estaba cerrada. Espero hasta las 17:10 y todavía no había rastro de Agoney. Tampoco le respondía los mensajes así que decidió llamarle. A los tres tonos lo cogió.

- ¿Si?- Le sorprendió escuchar la voz adormilada de Agoney.

- ¿Ago?- Se había acostumbrado a llamarle así, y como al moreno no le molestaba lo hacía más a menudo.- ¿Estabas dormido? Estoy en la academia.

-Dios mío, lo siento mucho. Ahora mismo voy, joder.

- Ey no pasa nada. ¿Estas bien?

- Sí,  claro, solo me he quedado dormido. Te dejo, ¡voy corriendo!

Raoul estuvo a punto de decirle que no hacía falta que corriera pero no le dio tiempo pues Agoney ya había colgado. En menos de 20 minutos ya lo tenía delante.

-Lo siento, de verdad.- Agoney estaba sofocado y un poco despeinado, aunque Raoul reconoció que no le quedaba del todo mal. El canario se palpó los bolsillos de los pantalones y le miró asustado.- ¡Mierda! Las llaves.

Agoney se sentó en la acera con las manos en la cabeza. A Raoul le extraño que dijera tantas palabrotas cuando siempre se controlaba. Se sentó a su lado y revolvió su pelo.

- Tranquilo. Podemos ir a mi casa, total íbamos a ir después.- Agoney levanto la cabeza para mirarle.- ¿Lo sabes no?

- Sí. Es que me duele la cabeza  y estoy super borde, perdóname.- Raoul le sonrió para  tranquilizarle.

- ¿Te duele el ojo?-Agoney negó con la cabeza. Raoul no sabía que más decir, si le dolía la cabeza  quería decir que a lo mejor no quería hacer clase ese día.- Que si  quieres hoy no hacemos clase eh. No pasa nada.

- ¿Me acompañas a casa?- Raoul no sabía que quería decir aquello, pero igualmente accedió. No le parecía que el canario estuviera muy bien, estaba pálido y tenía los ojos brillantes. Puede que tuviera hasta fiebre, pero Raoul decidió no decir nada.

Al contrario que él, Agoney vivía en un pequeño piso de  un barrio cerca de la zona antigua de la ciudad. Nada más entrar ya podías ver el comedor y el salón. Agoney le condujo a su habitación y se dejó caer en la cama sin ni siquiera encender la luz. Raoul se quedó de pie, incómodo, sin saber muy bien que hacer. Observó la habitación, había un montón de posters de cantantes, que con la poca luz pudo reconocer. A parte de la pequeña cama había un escritorio y un armario.

- Raoul...- El nombrado bajó la vista al chico tumbado en la cama.- Vete.

Raoul abrió mucho los ojos. ¿Le estaba echando? Pero si lo había invitado él. 

- ¡¿Pero que dices?!-Se enfadó un poco al notar que ni siquiera le estaba mirando.- Primero llegas tarde, me invitas a tu casa y ahora me echas. A ver si te voy a echar esta noche de mi casa también.

- ¡Joder! No chilles.- Se incorporo en la cama y miró a Raoul con rabia. Y con la voz entrecortada añadió - ¡Y ahora vete!

- Es que no te entiendo macho.- Raoul salió de la habitación dando un portazo. Se arrepintió al segundo. Porque, aunque se hubiera enfadado con el moreno, a éste le dolía la cabeza. Iba a abrir otra vez la puerta para disculparse cuando  oyó un débil sollozo. - ¿Agoney?

Abrió del todo la puerta y se encontró a Agoney encogido en la cama, con las manos en la cabeza y llorando.

- Ey, ¿que pasa? ¿Te duele mucho?- Raoul se acercó a él e intentó quitarle las manos de la cara.- Va Ago, mírame.

- Me... duele.- No paraba de llorar y Raoul se estaba agobiando. - Raoul...

Raoul se levantó de la cama y fue a la  cocina, a lo mejor encontraba algo para el moreno. En una encimera se encontró una nota en la que ponía: " Si te vuelve a doler la cabeza puedes tomarte una pastilla. Llámame para lo que sea. Te quiero. Mamá" 


Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora