CAPÍTULO 17: Soy gay

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RAOUL

Raoul se había pasado la mañana del domingo durmiendo. Y a sus padres no les hizo ninguna gracia, se dio cuenta cuando, a las 2 del mediodía, su madre había entrado a su habitación echandole un sermón sobre la bebida, la responsabilidad y su mal  despertar. Después había subido las persianas y destapado a su hijo pidiéndole por cuarta vez que se levantara a comer. 

En la mesa informó a sus padres de que Agoney iba a venir el día siguiente a tocar el piano. Tampoco es que les importara que iban a hacer, así que Raoul pasó de dar más explicaciones.


El lunes en el instituto Raoul pasó toda el día buscando a alguien que le ayudara con las matemáticas, sus amigos estaban cansados de explicarle las cosas y que siguiera sin entenderlas, además, ninguno podía. Una chica se le acercó a la hora del recreo, Mireya le dijo que se llamaba. Debía de ser nueva porque no la había visto antes. Se ofreció a enseñarle matemáticas a cambio de que Raoul le ayudara con una redacción que tenían que entregar de inglés.


Por la tarde, antes de que viniera Agoney, se puso a ordenar un poco el estudio. Guardó las partituras y la libreta de su abuelo en su habitación, la cual también recogió por si al moreno le daba por querer verla. Su madre se había ido y su padre llevaba horas dentro del despacho hablando por teléfono, ya hacía diez minutos que Agoney tendría que haber llegado. Preocupado decidió enviarle un mensaje, pero justo en ese momento el timbre de casa sonó.

Se había sorprendido cuando Agoney le había dicho que componía. Miró su libreta y la letra era muy bonita. Estaba deseando ver como quedaba con su voz. La curiosidad hizo que hojeara unas páginas más. No pensaba que a Agoney le importara, creía que era su libreta de composiciones. Agoney insistía en que se la devolviera, pero él había salido corriendo en dirección contraria al canario, y cuando éste se acercó, Raoul leyó unas palabras. No era la letra de Agoney, y estaban escritas con rotulador negro, y no con bolígrafo azul como el resto de la página. Éstas decían: "MARICÓN".

Raoul se puso serio de repente y tuvo que preguntar.

- A-Agoney, ¿tu eres gay?- El nombrado se quedó pálido y, mientras me quitaba su libreta de mis manos y leía lo que ponía, noté su entrecortada respiración.- ¿Agoney?

Agoney guardó la libreta en la mochila y se la puso a la espalda.

- Me-mejor me-me voy.- El moreno habló con un hilo de voz que a Raoul le partió el alma y antes de que saliera por la puerta lo cogió del brazo.

- No te vayas. Vamos a hacer el vídeo ¿no?- Agoney tragó saliva y le miró suplicando que le soltara.- Por lo menos dime quién coño te ha escrito eso.

- Nadie...- Agoney susurraba, pero estaban tan cerca que Raoul lo escuchaba perfectamente.

- ¿Quieres venir a mi habitación a hablar? Te sentirás mejor.- Raoul hablaba calmado, suave, como si Agoney fuera un niño pequeño.

Agoney negó con la cabeza mientras una lágrima se escapaba y bajaba por su mejilla. Se la quitó rápido, se apoyó en la puerta, aún cerrada, y cerró los ojos para evitar que salieran más.

- ¿Qué pasa?- el rubio apoyó una mano en la puerta, por encima del hombro de Agoney, y se acercó. Le secó otra lágrima que había caído y Agoney abrió los ojos.- Puedes confiar en mi. Yo lo hice.

Agoney sollozó y se lanzó al pecho de Raoul, que lo envolvió entre sus brazos, reconfortándolo. Estuvieron unos minutos así, donde Raoul acariciaba el pelo del moreno y éste intentaba dejar de llorar y tranquilizarse.

- Raoul... Prométeme que no vas a dejar de ser mi amigo.- A Raoul le extraño que le dijera eso. ¿Porque iba a dejar de ser su amigo? Peor igualmente asintió, separándole un poco para poder mirar sus oscuros ojos.- Yo... yo soy gay.

- Mira que eres tonto.- Raoul se rió y Agoney se apartó un poco de él, dolido.- Como voy a dejar de ser tu amigo por eso. Me da igual Agoney. El que no me da igual es el subnormal o la subnormal que te ha escrito eso en la libreta. 

- Da igual... Es un idiota...

- No da igual, no te da igual. No ves como estás. Y no me digas que no es por eso. Tu no hagas caso a ese gilipollas eh.

Consiguió que Agoney sonriese un poco, se secara las lágrimas y se recompusiera. 

- Gracias. Pero no es solo él. Hay más  gente y no es porque sea gay, o bueno si es por eso pero...-Se le estaba cortando la voz otra vez así que Raoul decidió cambiar de tema.

- ¿Sabes? Tengo hambre, ¿has merendado?- Agoney negó con la cabeza.- Perfecto. Te digo donde está el baño, te lavas la cara y comemos galletas.

Al final no tocaron el piano. Tampoco grabaron ningún vídeo. Solo se quedaron en el sofá con un paquete de galletas de chocolate viendo Netflix. A veces no prestaban atención a la película y hablaban de otras cosas, poco a poco se iban conociendo más y a Raoul cada vez le parecía más interesante el canario. Su madre había vuelto, pero se había ido directa a la ducha. 

Ya era la hora de que Agoney se marchara, la madre de Raoul apareció para despedirse y de paso presentarse. Fueron a por la mochila del chico y le acompañó hasta la puerta. 

- Bueno, ¿nos vemos mañana?

- No puedo. Es que tengo examen el viernes y una chica me va ayudar. Lo siento. Pero el viernes si.- Raoul sonrió.

- Vale, pues nos vemos el viernes.- Agoney parecía decepcionado.

- Oye, pero podemos hablar por whatsapp ¿no?

- Claro. Adiós.

Raoul cerró la puerta y se apoyo en ella. Su madre se acercó y le preguntó por su padre.

- No ha salido de su despacho en toda la tarde.

- Ah vale. Voy a hacer la cena.

Se fue a su habitación y se puso a pensar en Agoney, que no hubiera querido hablar del tema le había sentado un poco mal, pero tampoco quería presionarle si ese tema le afectaba. La verdad era que no sabía como actuar con Agoney, y eso le descolocaba. No era un sentimiento negativo, si no que era como si se dejara llevar. Y eso si le gustaba, no tener preocupaciones; y a su lado, éstas desaparecían.

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora