CAPÍTULO 55: Karaoke

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AGONEY

Turno de Ricky, quien se acercó a él sonriente, tendiéndole una pequeña caja envuelta en papel dorado. Su novio, le miraba aguantándose la risa y Agoney les miró asustado. No es que no se fiara de ellos (que no lo hacía) pero llevaba en tensión todo el rato y estaba un poco desconfiado de todo.

- No es una bomba, lo juro.- Kibo, o así recuerda que se llaman el otro chico, se aseguró de que el moreno abriera el paquete sin miedo de que pudiera explotar.

Raoul miró a Ricky extrañado, tampoco sabía lo que era. Temía abrirlo pero ninguno de los demás, que se suponía eran sus amigos, hizo ningún mal gesto, así que no podía ser nada malo. Confiaba en eso, y en qué Raoul lo mataría si fuera algo malo.

No sabía quién se había puesto más rojo cuando descubrió lo que era y lo sacó de la caja enseñándoselo a todos. Raoul parecía estar a punto de explotar, y él reprimió una sonrisa al verlo mirar a Ricky con el ceño fruncido y una mirada asesina.

- ¿En serio Ricky? ¡Le has regalado putos condones!- Los demás empezaron a reír, Ricky le miró con miedo, mostrando una sonrisa inocente.

- Encima que os hago un favor.- Kibo se alejó de su novio al ver que Raoul iba a moverse.- Va Raoul, así no te pones rojo al ir a la farmacia a comprarlos.

Una carcajada(proveniente de Ricky) resonó por la sala mientras Raoul perseguía perseguía al moreno, quién se escondió detrás de Roi.
- Ricky, ¡joder!- Cuando se rindió, miró a Agoney, esperando que hablara, ya que se había quedado callado al ver su regalo.

Todos miraron en su dirección, algunos burlones, otros sorprendidos. Nadie esperaba el regalo del moreno, excepto Kibo, que intentaba relajar a Raoul poniendo su mano en su hombro. A Agoney no le había sabido mal, tampoco es que fuera para tanto, unos condones, ya ves tú. El sexo nunca había sido un tema tabú en su familia, se hablaba con normalidad. Por eso sintió necesario darle un respiro al rubio y dejar de comportarse como un niño asustado. Mimi le miró, levantando las cejas para indicarle que hablara. Un poco más relajado habló.

- Gracias Ricky. Y Raoul, no te preocupes, que solo los usaré contigo.- Le guiñó un ojo y vio como el rubio tragaba saliva. Sin duda le había dejado sin palabras.


Ya solo quedaba el regalo de Raoul quién, nervioso, les llevó a todos a la siguiente sala. Algunos se pidieron alguna bebida y otros se sentaron en los sofás que adornaban la sala. En una de las paredes había algo envuelto en una sabana blanca mal puesta, que dejaba entrever algún tipo de equipo de música negro. No quiso ver nada más hasta que Raoul le indicara, así que se acerco a él y le dio un suave apretón en la mano.

- Bueno, me hace ilusión darte este regalo, creo que... no sé... espero que te guste.- Fue hacía la sabana y la levantó. Agoney no estaba seguro de lo que era. Vio un equipo de música con dos micrófonos, uno a cada lado. 

- ¿Es un karaoke?- Abrió la boca sorprendido, mirando a Raoul, quien le mostraba una gran sonrisa. Hacía mucho que no veía uno. Cuando era más pequeño fue a un cumpleaños donde había karaoke, pero en aquellos tiempos no le daba vergüenza cantar, y recibía con un agradable sonrisa las miradas  de los presentes. Pero allí, rodeado de los amigos de Raoul (que aún no se atribuía suyos) no podía hacerlo. Y esperaba que el rubio no tuviera la idea de insistirle en hacerlo.


RAOUL

Se le borró la sonrisa al ver la cara decepcionada de Agoney. ¿No le gustaba el regalo? Seguro que ya la había cagado. Todo iba demasiado bien. Miró a Mimi esperando que supiera que le pasaba al canario.

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora