RAOUL
Volvió a la habitación llorando. Ni si quiera sé molestó en fingir cuando pasó cerca de sus padres. Poco le importaba ya que le vieran llorar. No les echaba la culpa. Ellos no la tenían. La tenía él.
Sentía que lo había perdido todo. Había perdido a Agoney, y se había perdido a él mismo. Por que él no era sí. Él nunca diría esas cosas. Y aunque le encantaría echarle la culpa a su temperamento, a su padre o a quién fuera, no lo hizo.
Se estiró en la cama boca abajo y se desahogó abrazando la almohada, que olía todavía a Agoney. En realidad, el olor se le había quedado grabado en su memoria, igual que todos los abrazos y besos que habían compartido. Se quedó mirando un punto muerto en la pared, pensando en si Agoney acabaría perdonándole. Estaba dispuesto a suplicar incluso, aunque sabía que estaba exagerando. Poco después escuchó a su madre entrar, pero no se molestó en moverse, dejó que fuera ella quien se acercara y le diera un beso en la mejilla.
- ¿Quieres comer algo?- Negó con la cabeza mientras se encogía más en la cama. Tenía el estomago cerrado.- Raoul, por favor, otra vez no. Cuéntame que ha pasado.
- Nada...-Volvía a encerrarse en el mismo, aún sabiendo que era un error. Pero no podía evitarlo, hablarlo le dolía más. Era confesar a su madre todo lo que sentía y no quería sentir. Era no reconocerse a si mismo. Y era permitir verse débil. -Estoy bien, ya se me pasará.
- Voy a hacer la comida, vendré a buscarte. Y vamos a hablar.-Salió de la habitación después de darle otro beso, y se acordó de cerrar la puerta.
Sabía lo que significaba ese "vamos a habar" de su madre. Sabía que le iba a sonsacar todo, en parte porqué el mismo quería desahogarse, y también porque sabía que no podía engañar a su madre. La persona que lo había acogido en su brazos cuando estaba mal. Y que volvería a hacerlo siempre que hiciera falta.
No podía evitar sentirse como una mierda cada vez que recordaba lo que había hecho. Intentaba volver al enfado, intentaba volver a creer que tenía razón, solo para poder volver a sentir que él tenía el control. Pero no era lo correcto, y lo sabía. Prefería sentirse así mil veces, a volver a ver la cara triste de Agoney.
Se levantó de la cama y olvidó todos esos pensamientos. Si quería estar bien, tenía que poner de su parte. Se fue a la ducha y después se cambió de ropa. Se miró al espejo y vio que tenía los ojos rojos pero no le dio importancia.
Bajó a la cocina y se encontró a su padre abrazando a su madre, quien tenía los ojos llorosos.
- ¿Que pasa?- Se asustó al pensar que había pasado algo grave, pero su madre le sonrió.
- Nada. Estábamos hablando. Ahora acabo la comida.
- Raoul, ven al salón conmigo.
Estuvo a punto de morderse las uñas, pero se contuvo y tan solo inspiró profundamente. Su padre nunca mostró interés alguno en Raoul después de la muerte de su abuelo. Nunca se lo tomó en serio, tampoco se dio cuenta de como lo estaba pasando su hijo. Al fin y al cabo, padre e hijo se comportaban parecido, ninguno dispuesto a aceptar que el abuelo había muerto. Uno intentando continuar con su vida normal, y el otro anclado se en el pasado y buscando un substituto. Nunca lo encontró, ni lo encontrará.
Al llegar al salón su padre le sonrió.
- Tu madre está preocupada. Me gustaría que hablaras conmigo. De verdad, quiero compartir un momento con mi hijo, que me cuentes que te preocupa. ¿Ha pasado algo con Agoney?
A Raoul se le hizo un nudo en la garganta. Se sentía incómodo hablando de eso con él. Un día atrás se habían peleado por Agoney, y ahora se preocupaba. No entendía nada. Y por una parte le jodía que fuera en ese momento cuando quisiera hablar.
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Clases De Piano(#Ragoney)
FanfictionCuando era pequeño, Raoul aprendió lo que era la música gracias a su abuelo. Pero desde que éste murió Raoul no ha querido saber nada más de ella. Un día sus padres ven un anuncio de una academia a buen precio y deciden apuntar a su hijo con la espe...