CAPÍTULO 28: Dolor de cabeza

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AGONEY

Sentía que la cabeza iba a explotarle y encima había conseguido que Raoul se fuera, cuando lo que más deseaba era no estar solo. Todavía no sabía porque lo había echado de esa manera. Cuanto más le dolía, más nervioso se ponía. Estaba comenzando a hiperventilar así que se dijo a si mismo que tenía que calmarse. Sabía que  si no se tranquilizaba podía tener un ataque de ansiedad, ya le había pasado antes. Escuchó un fuerte ruido en la cocina y se asustó. Con cuidado se levantó de la cama, un poco mareado, y salió de la habitación.Se encontró a Raoul recogiendo unos cacharros que se habían caído. Raoul levantó la cabeza al oírle llegar.

- Pensé que te habías ido.- Agoney susurraba para que le doliera menos la cabeza, pero no es que funcionara muy bien, así que volvió a poner sus manos en ella.

- Porque no vuelves a la cama, ahora te llevo algo para el dolor, ¿vale?-En vez de hacerle caso, Agoney se quedó mirando como acababa de recoger todo, cogía una pastilla, un vaso de agua y se acercaba a él.- Venga, vamos a la habitación.

Agoney  volvió a dejarse caer en la cama, esta vez retirando las sábanas y metiéndose dentro. Antes de tumbarse, y con ayuda de Raoul, se tomó al pastilla junto un sorbo de agua. La luz estaba apagada y solo podía ver la sombra de la cara de Raoul. Un pinchazo en la cabeza le hizo cerrar los ojos y encogerse. Raoul, que estaba a su lado, sentado en la cama, le acarició el pelo.

- ¿Sabes que hago yo cuando me duele la cabeza?- Raoul le susurraba cerca de la oreja, y casi le hizo olvidar el dolor que sentía.- Me pongo a escuchar una canción relajada y de voz grave. En especial me pongo una de mi abuelo, siempre que estaba malo me la cantaba y me acabé acostumbrando. 

- Cántamela...- Agoney levantó la cabeza y se encontró la cara del rubio muy cerca. Seguía acariciándole el pelo, pero estaba sentado en una esquina de la cama.- Túmbate conmigo y cántamela.

Raoul se acomodó a su lado y dejo que Agoney se abrazara a él escondiendo su cabeza en el cuello del rubio. Oler su colonia le relajó y volvió a cerrar los ojos. Nunca se había tomado tantas confianzas con nadie, pero esos momentos hacer el ridículo es lo que menos le importaba, si abrazar a Raoul le ayudaba a que no le doliera tanto la cabeza, iba a hacerlo.

- Ago... Es que yo no sé cantar.- Agoney se separó un poco para mirarle. Si no fuera porque estaba oscuro juraría ver como se iba poniendo rojo.- Pero creo que la tengo en el móvil. ¿La pongo?

Agoney asintió y se volvió a acercar a Raoul, éste sacó el móvil y puso la canción, después lo dejó en la mesita de noche y envolvió al moreno entre sus brazos. La música sonaba por toda la habitación y contrastaba con el silencio que reinaba. Agoney no pudo contenerse más y se puso a llorar. No sabía porque lloraba y a la vez sabía que era un cumulo de todo, que tenía que salir alguna vez. Eran pequeños sollozos que acompañaban la bonita canción que sonaba. También se podían escuchar los bajos susurros de Raoul, que intentaban calmar a Agoney.

No se acuerdan que paró antes, si el llanto o la canción, pero ambos se habían quedado dormidos, entrelazando sus piernas y brazos en la pequeña  cama de Agoney. 

Cuando se despertó, ya no tenía dolor de cabeza. La pastilla debió de hacer efecto. Se encontraba abrazado a Raoul, y sonrojado, se separó. No estaba seguro de como le hacía sentir ese chico, cuanto más lo pensaba menos se creía que fuera amigo suyo. Seguía teniendo un pequeño nudo en el estómago siempre que se sentía solo, pero ahí estaba Raoul, a su lado, no se había ido. Y él pensando que le molestaba, pero solo le cuidaba, como el haría en la misma situación. Por que eso es lo que hacen los buenos amigos, ¿no?


RAOUL

Se despertó al dejar de notar un peso encima. Abrió los ojos y pilló a Agoney mirándole. Le sonrió y con ayuda de sus brazos se sentó en la cama.

- ¿Que hora es?- Agoney cogió su móvil y le mostró la hora: 19:30.-Tenemos que ir a mi casa, a la cena.

- Si...- No veía muy entusiasmado al canario, aunque tenía mejor cara que antes.

- ¿Te encuentras mejor?

- Si, creo que voy a  cambiarme de ropa y a peinarme y después nos vamos.- Raoul asintió, levantándose de la cama al igual que Agoney. Se miro en el pequeño espejo de la habitación y se retocó el tupé.

Agoney salió del baño con una camisa blanca y unos pantalones militares. Raoul rió al verle, le quedaba muy bien, y se sorprendió al quedarse embobado mirándole el culo. Sentía su cara arder y cuando se miro al espejo estaba igual de colorado que su sudadera.  Últimamente no sabía que le estaba pasando con Agoney. Sabía que era guapo, y lo admitía, pero había algo más a parte de eso, y no estaba seguro de saber que era. O no quería aceptarlo. Nunca se había preguntado nada sobre sus gustos sexuales, seguía siendo virgen a pesar de haber tenido alguna que otra novia. Aunque siempre se había preguntado porque veía igual de atractivo a un chico que a una chica. Pero no se lo comentaba a nadie, tan solo mostraba su gusto por las chicas porque era lo mas sencillo, y así no le hacían más preguntas a las cuales no tenía respuesta.

Agoney había acabado de prepararse y le esperaba poniéndose la chaqueta en la puerta.

-  ¿Todo bien?- Raoul asintió y se acercó a él para, juntos, salir del piso.

- ¡Que nervios!- Agoney soltó una carcajada.- La última vez que alguien comió en mi casa le hicieron un interrogatorio completo.

- ¿Quien fue?- Le pareció ver un deje de celos en  la pregunta pero lo dejó pasar.

- Mireya, la verdad es que nos hemos hecho muy amigos. - Se puso a pensar en las diferencias entre Agoney y Mireya, los dos eran sus amigos, y tenían confianza, pero con Agoney sentía algo que con Mireya no.  Y aunque no lo quisiera ni pensar, eso le asustaba un poco. Decidió dejar esos pensamientos a un lado y enfrentarse a esa noche que no sabía como iba a acabar.

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