CAPÍTULO 16: La casa de Raoul

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AGONEY

Agoney paso el domingo con su hermana, ya que se iba el lunes. Glenda seguía viviendo en Adeje porque tenía allí a su novio y su trabajo. Se pusieron al día, aunque Agoney no le contaba la verdad. No quería que se preocupara porque estaba muy lejos y no quería que se sintiera culpable por no haberse mudado con él y su madre. Le explicaba que tenía muchos amigos, que sacaba buenas notas (aunque eso era verdad.) y que la academia iba genial. En eso también le mintió su madre. Sabía que si Glenda se enteraba querría dejarles dinero, y su madre se negaba ello.

Hacía el mediodia recibió un whatsapp de Raoul.

Tu amigo Raoul: Te parece bien que mañana vengas a mi casa a las 5 en vez de ir yo a la academia? 

Tu amigo Raoul: Para grabar el vídeo y eso digo

Yo: Me parece genial! Gracias por ayudarme :)

Tu amigo Raoul: De nada 

Tu amigo Raoul: Ah y siento haberte llamado a las 3 de la mañana iba muy borracho

Yo: Ya. Jajajaja

Tu amigo Raoul: Tengo una resaca...


El lunes se levantó sin muchas ganas, ya que tenía que despedirse de su hermana. El día estaba nublado y Agoney tenía un mal presentimiento. Al llegar al instituto Mimi fue corriendo a darle un abrazo a su amigo. Hablando entraron y fueron directamente a la clase. Agoney se tuvo que sentar con Roi y Ana, para empezar a hacer el trabajo. Al lado de Roi, se sentía incómodo. No sabía que le iban a hacer, o si se habrían olvidado ya de su amenaza. 

Finalmente la clase pasó sin ningún incidente, incluso adelantaron bastante el trabajo. Algún comentario desafortunado por parte de Roi, pero lo usual. En el recreo Mimi y Agoney estuvieron hablando sobre el concurso y Agoney le explico que estaba componiendo una canción para hacer el vídeo. Cuando fue a buscar su libreta a la mochila, ésta no estaba. Agoney abrió los ojos y miró asustado a Mimi. La última vez que pasó eso, acabó mal.

- No te preocupes, vamos a pedírsela.- Mimi se levantó y Agoney la siguió.

Cepeda y Roi estaban en una esquina escondidos para que no les vieran fumando, junto ellos había un par de chicos más que, cuando los vieron venir, empezaron a cuchichear como marujas.

- Roi, ¿y mi libreta? Devuélvemela, por favor.- Había sonado bastante seguro a pesar de que estaba muy nervioso.

- Que dices marica, yo no tengo nada. Que pasa, ¿has escrito que estas enamorado del profesor de historia?- Soltó una carcajada y le dio una calada a su cigarro.

-¡No! Mira de verdad, devolvérmela.

- Que no la tenemos pesado. Vete ya de aquí.- Carlos me empujó para que nos fuéramos.

En la hora siguiente se encontró su libreta azul en lo alto de su mesa. Rápidamente la cogió y se la guardó. Al sentarse se dio cuenta de que la libreta no era lo único que le habían dejado. Con rotulador permanente negro habían escrito en una esquina de la mesa "COMEPOLLAS" y un dibujo al lado. Agoney intentó borrarlo pero la tinta ya estaba seca. Aún no había entrado nadie así que puso la mochila encima de la mesa para tapar las letras. Después restregó sus manos por la cara y el pelo y dejo escapar el aire que estaba conteniendo sin darse cuenta. 

A la salida se lo explicó a Mimi, que le quitó importancia diciendo que eran unos inmaduros. Eso Agoney ya lo sabía, pero estaba harto de ellos. Quería aprender a pasar de ellos, a omitir todo lo que pueda salir de sus bocas. Pero no podía, porque cada vez se creía más lo que estaban diciendo, porque cada vez dudaba más de si mismo. Y porque pensaba que si no tenía más amigos que Mimi ( y el rubio), es que alguna cosa estaba haciendo mal, o a lo mejor el que estaba mal era él.

Se cambió de ropa para ir a casa de Raoul. Se dijo a si mismo que era por si grababan el vídeo, para ir bien vestido, pero la realidad era que quería estar a la altura del rubio. Se puso una camiseta blanca y una chaqueta militar, pantalones oscuros y sus botas negras de siempre.

Raoul le había mandado la ubicación por whatsapp y el canario se había pasado diez minutos buscando su casa. Un gran duplex con fachada blanca y el número 103 escrito con letras doradas apareció en su campo de visión y por fin pudo respirar tranquilo. Llamó al timbre y un sonriente Raoul le abrió. Nunca se había fijado muy bien en su aspecto, si se había dado cuenta de que era atractivo, pero no de como siempre llevaba su tupe peinado hacía el mismo lado y frecuentaban sus sudaderas de colores. Ese día llevaba una amarilla lo que hizo que Agoney le sonriera de vuelta, pues era su color favorito. No sabía como se habían hecho amigos tan rápido en apenas  una semana, pero si que se sentía cómodo con él.

- Pasa, mi padre está en su despacho y mi madre comprando, así que estaremos tranquilos.-Raoul le conducía por un largo pasillo. En las paredes había colgados un montón de cuadros familiares y, por lo que pudo observar, el rubio era hijo único. Subieron unas escaleras y llegaron a una puerta blanca que Raoul no tardó en abrir. A Agoney se le iluminaron los ojos cuando vio el gran piano de cola frente a él. No se fijo en nada más, tan solo en aquel instrumento que tanto le gustaba. Miró a Raoul pidiéndole permiso para sentarse a lo que él asintió. Dejó su mochila en el suelo y se sentó en el pequeño taburete de cuero. Puso sus manos encima del piano y toco un par de notas. Después se giró a mirar a Raoul sonriendo. 

- Es muy bonito. - Dijo refiriéndose al piano.

- Era de mi abuelo, siempre estábamos aquí metidos. Bueno, ¿ya sabes que canción vas a cantar?

- La verdad es que había pensado en cantar una propia.- Agoney se mordió el labio inferior nervioso, ahora que lo decía en alto se le antojaba mala idea.- ¿O será mejor una popular, que conozca todo el mundo?

- ¿Compones?-Agoney asintió con la cabeza.- ¿Puedes enseñarme alguna que hayas compuesto? yo a veces también escribo pero no se me da muy bien ponerle música.

Agoney abrió su mochila y cogió su libreta azul, la que casi pierde ese mismo día, y se la tiende a Raoul abierta por la última página, donde esta escrita la canción.

- Se llama "A tragos".- Le daba un poco de vergüenza enseñársela pero ya que Raoul no había tenido ningún problema en ayudarle e incluso invitarle  a su casa, Agoney se lo debía.

- Me gusta mucho, pero no la has acabado ¿no?- Agoney negó con la cabeza. Raoul empezó a ojear el resto de la libreta. Agoney intentó quitársela pero Raoul se levantó rápido (se había sentado anteriormente al lado de Agoney) y se fue a la esquina de la habitación.

- Raoul por favor devuélvemela...-Agoney temía que hubiera algo vergonzoso. Evitaba escribir sobre cosas personales en esa libreta pero no se acordaba de que había escrito. Estaba al lado de Raoul a punto de quitarle la libreta cuando a Raoul le cambió completamente la cara.

- A-Agoney, ¿tu eres gay?





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