CAPÍTULO 66: Consuelo

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RAOUL

Se quedó en la cocina con su madre, mordiéndose las uñas mientras ella seguía haciendo la cena. No sabía como iba a tomárselo Agoney, pero estaba preocupado por él. Empezaba a dolerle la cabeza y el no haber dormido aquella noche le estaba pasando factura. Su madre le había preguntado varias veces si estaba bien, y él le había dicho que si a todas y cada una de las veces. Pero ninguno de los dos se lo creía.

Alberto, el padre de Agoney, se asomó por la puerta y se despidió de Susana, agradeciéndole por dejar que Agoney se quedara en su casa. Raoul no pudo evitar dirigirse rápidamente al salón donde el moreno estaba sentado con las manos en la cara. Se le cayó el mundo encima cuando sus oscuros ojos le miraron, aún con lágrimas en ellos.

- ¿Tu lo sabías? - Raoul trago saliva y se acercó a él despacio. No quería mentirle, pero sabía que se lo iba a toar mal. Aún así asintió, porque a él, en esa situación, no le gustaría que le mintiesen a la cara.- ¡Eres un cabrón! Me has dicho que no me preocupara, que todo estaba bien, y no lo estaba.

- Lo siento mucho, yo solo...

- ¡No! No quiero escucharte. - Agoney respiraba dificultosamente y su pecho subía y bajaba muy rápido. Raoul intentó tocarle, pero Agoney se apartó. - ¡Te odio!

Sintió esas palabras como una puñalada en el pecho. Sabía que lo estaba pasando mal, que quien hablaba era el dolor, el miedo y la impotencia, pero le dolieron igual.

- ¿Chicos que pasa, porque gritáis?- Agoney le miró furioso y después a su madre.

- Me quiero ir de aquí. No quiero estar aquí... tengo... tengo que ir con mi madre...- Su madre se acercó a Agoney y le cogió las manos, volviéndolo a sentar en el sofá.

-Escúchame, tu madre está bien, está con tu padre que la está cuidando. No tienes que preocuparte, si pasa algo te lo diré enseguida.- Agoney asintió mas tranquilo gracias a las palabras de Susana y miró a Raoul arrepentido.

- Lo siento...- Raoul le sonrió y se acercó a abrazarle. Agoney hundió su cabeza en el cuello del rubio y rompió a llorar otra vez.- Lo-lo siento mucho... no te odio...

- Ya lo sé, no te preocupes.- Le abrazó más fuerte y su madre sonrió al verlos, después volvió a la cocina.

- Yo...yo no quiero que le pase nada...

- Ago, tu madre está bien, ya te lo hemos dicho.

- Me voy a quedar solo...- Agoney no paraba de llorar, y Raoul no quería que verle así. Siguió acariciándole la espalda, la nuca y le dejando pequeños besos en el pelo.- No me dejes solo...

- No vas a estar solo Ago. Tienes a tu madre, a Alberto, y me tienes a mi, y a mi madre, y tienes a Mimi...

- Ya, pero os cansareis de mi, y si... si a mi madre le hubiera pasado algo Alberto ya no me querría.

Raoul descubrió que era lo que más preocupaba al moreno, le apartó un poco de su pecho y le acarició la mejilla.

- No digas eso, Alberto te quiere mucho, igual que si fueras su hijo de verdad, no quiero que pienses esas cosas Ago, por favor. - Agoney no conseguía tranquilizarse y estaba poniendo más nervioso a Raoul, quien no sabía que más hacer para convencer al canario.- Te quiero mucho Agoney, no me gusta verte así...

Su padre entró por la puerta y observó la escena, su madre apareció detrás y le dijo algo a su padre en la oreja.

- ¿Pero se va a quedar aquí?- Su padre se fue acercando, hasta sentarse en uno de los sillones cerca del sofá. Agoney volvió a esconder la cara en el pecho de Raoul, aferrándose a su espalda, así que no podía ver a Álvaro, en realidad, lo hacía para no verle.- Pero no se ha muerto ¿no?

Agoney sollozó más fuerte al oír esas palabras y Raoul fulminó con la mirada a su padre.

- ¡Álvaro!- Su madre le llamó la atención y se acercó a él.

- Joder, yo que sé, lo siento, ¿pero por qué llora entonces?-Raoul le hubiera pegado otro puñetazo si no estuviera intentando calmar al canario, que no paraba de temblar.

Decidió subir con Agoney a su habitación, para intentar que se tranquilizara, y también porque presentía que su madre y su padre iban a tener una conversación algo acalorada.

- Ago... vamos arriba, venga, que así te tumbas un poco.- Agoney se separó de Raoul y se secó las lágrimas. Raoul le cogió de la mano, sin importarle que le vieran sus padres, ni lo que pudieran pensar, y se lo llevó a su habitación.

Agoney no apartó la vista del suelo hasta que llegaron al cuarto. Había dejado de llorar y se le veía más relajado. Se sentó en su cama y Raoul se quedó de pie en la puerta. No sabía quién iba a llorar primero, si él, o Agoney. Resopló y se sentó a su lado.

- Soy un exagerado ¿verdad?-Agoney seguía con la voz rota, pero no tenía pinta de que volviera a llorar. Eso era típico de Agoney, ya se había desahogado un poco, y ya no quería llorar más. Al contrario de Raoul, que hasta que no lloraba todo lo que tenía que llorar no se quitaba ese nudo del pecho. Y notaba, que si hablaba, toda su calma iba a desaparecer. Así que solo negó con la cabeza y se tumbó en la cama,mirando al techo.- ¿Estás bien?

Asintió con la cabeza y se sintío un poco estúpido por no decir nada. Agoney se tumbó con él en la cama y le cogió la mano.

- ¿Has dormido bien?- Raoul tragó saliva, no entendía como Agoney acababa descubriendo todo, no podía engañarle.

- No... No me podía dormir y...- recordó la mala noche que había pasado, dando vueltas en la cama, yendo al estudio y volviendo con la respiración agitada. Se incorporó cuando notó que le volvía a faltar el aire. Estaba harto de tener tantas dudas, sentía que todo se complicaba, cuando en realidad era fácil. Él solo quería ser libre, no ser un falso, poder mostrar cómo es el, y no como quieren que sea solo para caer bien. Y notaba que nunca había mostrado quién era en realidad. No sabía quién era.

-Raoul, por favor, respira... No llores por favor.- No se había dado cuenta de las lágrimas, estaba demasiado ocupado intentando respirar con normalidad, pero sentía un peso que no le dejaba. Agoney le miraba preocupado y se sintió todavía más culpable, así que bajó la cabeza y sollozó.- Raoul, mi niño... Mírame.

Agoney le cogió de la barbilla y le hizo mirarle. Raoul centró su vista en los ojos de Agoney.

- Respira conmigo. - Raoul imitó a Agoney y consiguió controlar la respiración. Aunque el llanto no había cesado.- Ya esta, ven aquí.

Se dejó abrazar por el, sintiéndose la peor persona del mundo. Estaba siendo consolado por un chico que hace poco había descubierto que su madre había tendió un accidente, y ahí estaba, abrazando al niño que tenía miedo.

- Ago...- Agoney le abrazó más fuerte y le dejo hablar.- lo siento...

Le dolían los ojos de tanto llorar. Llevaban un buen rato abrazados en la cama. Al principio se preocupó por si sus padres entraban y les veían, pero después se le olvidó, y se concentró en el jersey negro de Agoney, mientras lo tocaba con su mano, y sentía los latidos relajados del moreno. Su cabeza estaba apoyada en el pecho de Agoney y éste le acariciaba el pelo, logrando calmarle.

- Tendría que estar yo consolándote, y no tu a mi. ¡Joder!- Agoney rió suavemente, haciendo vibrar su pecho.

- No digas tonterías, yo estoy bien, y tú tienes que descansar un poco, que estás muerto de sueño.

Iba a enfadarse con él por decir que estaba bien, porque sabía perfectamente que también estaba mal. Pero para poder animarle a él, primero tenía que estar bien. Así que,haciéndole caso, y rindiéndose al cansancio, cerró los ojos y se durmió bajo las caricias del canario.

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora