CAPÍTULO 32: Juntos

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RAOUL

Salió rápido de allí, con Nerea persiguiéndolo, preguntando que pasaba.  Al final lo alcanzó y le hizo parar.

-¡ Raoul! ¿Que pasa?- Raoul estaba nervioso y no dejaba de moverse.

- Tenemos que ir a la biblioteca Nerea, Agoney está allí, no se que le pasa...

- Tranquilo. Si él esta mal va a estar peor si te ve tan nervioso.

Raoul lo pensó y la rubia tenía razón. Se obligó a tranquilizarse mientras ambos se dirigían a la biblioteca. Cuando llegaron ni siquiera saludaron a la señora  de la entrada, Raoul entró corriendo, buscando al moreno.

Fue hasta las mesas del final y se encontró una mesa llena de papeles y un ordenador. Detrás, acurrucado en el suelo, se encontraba Agoney con las manos sobre la cabeza.

- ¡Ago!- Rápidamente se agachó a su lado y le hizo sentarse apoyado en la pared. Comenzaba a sentir un nudo en el pecho al ver el rostro de Agoney. Estaba sonrojado y las lágrimas le caían sin parar de los ojos. No paraba de temblar y respiraba con dificultad.- Tranquilo, respira Ago, por favor...

- Agoney, mírame.- Nerea se había agachado a su lado y cogía la cara del moreno.- Ahora vas a respirar conmigo, ¿vale?

Agoney escuchaba a Nerea mientras se tiraba del cuello de la camiseta. Raoul no sabía que hacer, así que tan solo le cogió la mano con fuerza.

- Raoul hay que llevarlo fuera para que le dé un poco el aire y acompañarlo a casa. Voy a recoger sus cosas, intenta que se distraiga.- Raoul asintió repetidas veces y miró a Agoney que había conseguido relajar su respiración.

- Va Ago, no pasa nada. Estamos aquí contigo. Mira, por que no piensas en esa canción que te gusta, en francés. ¿Como era? Je suis venu... Bueno da igual. - Intentó hacer reír al moreno pero no le hizo gracia ni a él. Agoney volvió a llevarse las manos al cuello y después a la cara. Hizo el amago de volver a estirarse en el suelo, pero Raoul le tumbó sobre sus rodillas y le acarició el pelo.- Shh. Relájate... Intenta pensar en... Joder, no sé, mírame.

- Ya está. Vamos Raoul.- Nerea ayudó a Agoney a levantarse.- Agoney, ¿quieres lavarte un poco la cara?

Agoney levantó la cabeza y asintió. Raoul se quedó sentado en el suelo, intentando que no se le escaparan las lágrimas a él. Estaba realmente asustado.

AGONEY

Mientras se mojaba la cara, Nerea se quedó a su lado, esperando. Le miró a través del espejo, disculpándose con la mirada. No paraba de molestar a todo el mundo.

- No te preocupes, ¿estas mejor?- Nerea le acariciaba la espalda.- Ahora vamos a acompañarte a casa. 

-Vale... Gracias- Agoney intentó sonreirle pero le salió algo parecido a una mueca.

- Supongo que a mi no me contaras que ha sucedido. Pero si quieres hablar con Raoul, él seguro que te ayuda.- Le cayó muy bien esa chica, y se arrepentía de haberse ido tan rápido y no haber podido presentarse. Se sintió mal y bajó la cabeza mientras salían del servicio. Raoul se encontraba esperándoles, con su mochila colgada al hombro y una sonrisa tranquila.

Los tres salieron y Agoney respiró aire fresco. Por un momento le entraron ganas de llorar otra vez, pero ya había hecho bastante el ridículo antes e intento contener las lágrimas. No sabía que le había pasado, le daba vergüenza haber tenido que llamar a Raoul, y se sintió culpable al haber visto también a Nerea, a lo mejor ya tenían planes y él los había estropeado. Tenía un nudo en la garganta y agradeció el silencio que hubo de camino a su casa.

- Bueno, Nerea yo me voy a quedar con él, si quieres ya puedes marcharte. Gracias por ayudarme.- Se despidieron con un abrazo y la rubia se fue. - Ago, me quedo contigo hasta que vengan tus padres, ¿vale?

Asintió y abrió la puerta del edificio, subieron en silencio las escaleras y entraron en el piso. 

Se encontraban en su sofá, uno al lado del otro. La televisión estaba apagada y por la ventana entraban los últimos rayos de sol del día. Su padre estaría a punto de llegar.

- ¿Me quieres contar que ha pasado? ¿Estabas solo en la biblioteca? ¿O estabas haciendo el trabajo?- Agoney suspiró, sabía que le iba a preguntar, pero no sabía que decirle. No iba a decirle nada de Roi, eso lo tenía bien claro.- No llores...

Ni se había dado cuenta de que estaba llorando. Se secó las lágrimas y apoyó la espalda en el respaldo del sofá. No había sido su mejor día, y no se quitaba de la cabeza la cara de Roi mientras lo tenía cogido del cuello. Echó la cabeza hacía atrás y respiró hondo, intentando borrar las últimas horas. Eran amigos... y tenía que contarle la verdad, aunque no toda.

- Es-estaba haciendo un trabajo con un compañero... y bueno le he hecho enfadar.- Agoney se inclino y miró a Raoul. Aún notaba su voz temblorosa, pero se encontraba mucho mejor.- Ha sido culpa mía supongo.

- Como va a ser culpa tuya. ¿Que te ha hecho? -Raoul había puesto su mano encima de la rodilla del canario.- ¿Es uno de los que se meten contigo?

Lo había preguntado con cautela, esperando ver la reacción de Agoney, quien tan solo asintió y dejó caer más lagrimas. Estaba exhausto, no podía contarle nada, y a la vez estaba deseando hacerlo. Pedir ayuda es lo único que necesitaba. Pero no podía. Le daba temor. 

- ¿Tus padres saben algo?- Agoney negó con la cabeza mientras se secaba las lágrimas. Hacía mucho que no se sentía así. Cada día se le hacía más duro, pero desde que conoció a Raoul y desde que puede hablar con él casi todos los días, eso ya no importaba. Pero ahora, Roi le iba a quitar a su amigo. Porque entre Roi y él, pensaba que Raoul no lo iba a elegir, no tenía nada de interesante ser amigo de Agoney, no hacía más que dramar y chillar. Pero Raoul le veía diferente, le veía algo, aún no sabía el que, pero algo que hacía que quisiese ser amigo suyo. 

- Raoul... Tu y yo... ¿somos amigos de verdad? Es decir... que nos llevamos bien y eso, pero también tenemos confianza y...

- Agoney, yo soy lo que tu quieras, pero no me voy a separar de ti, porque me caes muy bien, y me pareces una persona genial que no se merece todo lo que está pasando. Y no se si es porque eres gay, o porque los de tu instituto son imbéciles. Pero a mi me gusta rodearme de gente buena y no de unos falsos de mierda que se meten con las personas.- Se le quebró un poco la voz al final. Raoul debió haberle leído el pensamiento, al pensar que lo dejaría de lado.

Levantó la mirada y  miró a Raoul. Aunque fue rápido y se secó las lágrimas, Agoney ya las había visto, y se sintió fatal. Se acercó a él y le abrazó. No quería que el rubio se sintiera mal por su culpa. Escondió su cara en su cuello, oliendo su perfume y esperando que Raoul sintiera lo mismo que él cuando se abrazaban. Que tan solo estaban ellos, y que juntos no les podían hacer nada. Y no importaba Roi, ni Cepeda, ni nadie. Porque Raoul estaba con él. Y nunca había sentido una amistad tan bonita como esa. Ni si quiera con Mimi tenía esa relación, ese lazo que los unía. Nunca había conocido a nadie como Raoul y, en cierto sentido, eso también le asustaba un poco, porque habían aparecido nuevos sentimientos que no entendía.

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