CAPÍTULO 40: La película

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RAOUL

Haberse despertado con la luz del sol normalmente le molestaba. Ese día, disfrutó de los pocos minutos de tranquilidad que eso le aportaba. Después se fue al baño a vestirse, dobló el pijama y lo dejo encima del sofá junto la sábana que le había dejado Noemí la noche anterior. Aunque la casa era pequeña, era acogedora y estaba muy bien decorada.
Al primero que vio fue al padre de Agoney. No había hablado mucho con él, en la cena del otro día estuvo más bien callado y nunca se habían quedado solos.

- Bueno, así que la primera borrachera.- El padre sonrió y tranquilizó un poco a Raoul quien se sentó de nuevo en el sofá. El padre hizo lo mismo y puso una mano encima de su hombro.- Gracias por acompañarlo a casa, seguro que en ese estado ni se acordaba de dónde vivía.

Raoul recordó toda la historia, porque no solo se había emborrachado, también se había peleado y le había dado un ataque de ansiedad. Decidió contarle lo último, ya que era lo que más le preocupaba.

- Una cosa, Agoney tuvo otro ataque de ansiedad, y... No sé si los suele tener tan a menudo...

- Mira Raoul, vamos a ser sinceros porque creo que sois amigos y te lo acabará contando. Agoney en Tenerife no estaba bien, y ahí sí que tenía ataques de ansiedad por algo que no me incumbe contarte, pero lo que si sé es que aquí está mejor.  Agoney sabe controlar esos ataques, a veces, y cuando no, por lo menos llama a alguien para que le ayude, me hubiera gustado que fuera a uno de nosotros, pero si estabas ahí, y lo ayudaste, me parece perfecto. -Raoul sonrío antes esas palabras. Tenía cierta curiosidad por saber más cosas que el canario ocultaba, pero sabía que algún día se lo diría, él le había contado muchas cosas y esperaba que Agoney hiciera lo mismo- ¿Que quieres desayunar?

Ver a Agoney recién levantado podía considerarse una de las cosas más bonitas que había visto en su vida. No pudo ocultar su cara de felicidad al verlo y tampoco quitar su sonrisa durante todo el desayuno. Su familia era encantadora y no se habían tomado tan mal que Agoney se emborrachase. Ojalá tener una familia tan comprensiva, pensó Raoul.

Pero tuvo que decir adiós, pues sus padres le esperaban en casa. La noche anterior les había enviado un mensaje para decirles que no dormía en casa y tenía que ir para que pudieran echarle la bronca en persona. Agoney le acompaño hasta la puerta.

- Raoul muchas gracias otra vez y perdón por el numerito de ayer.- volvió a morderse el labio nervioso. Pero esta vez no emitió ningún quejido de dolor, se le estaba curando la herida. 

- No te preocupes, pero esta tarde te vienes a mi casa, que no se me olvida, aún sigo enfadado.

-¿Por que?- la cara de Agoney cambio a una de preocupación.

- Porque no has visto Aladdin, tonto.- Raoul río y Agoney le siguió, pegándole un pequeño golpe en el hombro.

-Eres idiota, me has asustado. Jajaja. ¿A qué hora?

- A la de siempre, a las 5 en mi casa.

- Vale, a ver si no me pierdo.

Dio gracias a Dios (a pesar de ser ateo) por que su padre ya se hubiera ido a trabajar. Con su madre podría hablar y ser escuchado. Fue directo a la cocina, donde su madre estaba haciendo la comida, y la abrazó por detrás.

- Hola mamá. Siento no haber vuelto, es que acompañé a Agoney que se encontraba mal y su madre insistió en que me quedara.- Su madre se giró y le dio un beso en la mejilla.

- No pasa nada, pero tu padre se cabreó mucho, ya sabes que no le gusta que bebas.-Raoul recordó la charla que tuvo con Agoney.- Oh y esta tarde no voy a estar, Noemí y yo vamos a salir de compras, y de paso a criticaros. 

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora