CAPÍTULO 52: Primera cita

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AGONEY

Se quedaron en aquel parque un par de horas más, picándose, hablando, haciendo fotos, dándose besos... Cuando el rubio empezó a tener hambre, Agoney recordó su promesa.

- ¡Me debes un helado!- Le apuntó con el dedo y entrecerró  los ojos. Raoul le apartó el dedo u río.

- Esta bien... Venga vamos. ¿De que sabor lo quieres?- Bajaron las escaleras  y se dirigieron a la entrada del parque.

- Plátano.- Raoul le miró burlón.- ¿Que pasa? Me encantan los plátanos.

Raoul empezó a reír y Agoney se puso rojo al descubrir el doble sentido de sus palabras.

- Dios, Agoney... no me lo esperaba de ti...- Agoney le dio un pequeño golpe en el brazo.

- Eres tonto y un malpensado.

La heladería no estaba muy llena, por lo que pudieron coger sitio dentro y estar más calentitos, se acercaba el invierno y Agoney nunca se acostumbraba al frío de la península. Aún así, allí estaban, en una heladería.

- Que frío...- Se encontraban sentados en una esquina, al lado de una ventana que daba a la calle. Agoney se fijo en una pareja, justo sentada detrás de Raoul, y reconoció a la chica.

- La chica de detrás iba el año pasado a la academia.- Raoul se giró y la observó.

- ¿Ya no va?

- Solo vas tú. El año pasado solo teníamos una clase con cinco personas.- Bajó un poco el tono de voz, no le gustaba ver como la academia perdía su fama, pero estaba pasando.- Supongo que dentro de poco nadie irá y mi madre la venderá para que podamos comer.

- Pero... ¿y yo? ¿no la vendéis porque voy yo?- Agoney asintió y, buscando una manera de cambiar de tema, cogió la carta con los helados.

-  Podría pedirme uno de plátano y chocolate, ¿que te parece?

- Ago...- Levantó la vista y le miró, esperando que no siguiera por ahí.- ¿Porque empezasteis con la academia? Es decir, casi no teníais dinero, pero decidisteis comprarla. ¿No es un poco arriesgado?

Sabía que estaba intentando sacarle información, pero no le supo mal que el rubio se interesara por algo suyo. Es más, empezaba a sentirse atraído por la parte curiosa de Raoul, y le gustaba que se preocupara por él y su familia.

- Mi madre trabajaba en el conservatorio de Adeje, donde yo estudiaba, pero por culpa de mi padre la echaron, así que cuando vinimos aquí, nos hizo ilusión poder tener nuestra propia academia. Invirtió todos los ahorros que teníamos. Creo que si la cerrara, también se perdería una parte de nosotros. La verdad es que tengo miedo de que pase.

- Yo no voy a dejar las clases.- Agoney sonrío. El camarero fue a pedirles nota, y pidieron los helados.

- Si quieres dejar las clases, no pasa nada...- Ni el mismo se había creído esa frase. Tenía miedo de que esas clases fueran lo único que les uniera, y no quería perderle.

- ¿Estas de broma? Me encantan tus clases de piano, creo que serías muy buen profesor. De verdad, contigo aprendo mucho.- Agoney se mordió el labio. Raoul no se daba cuenta de lo bueno que era con él, creía no merecérselo, aquel rubito le estaba cambiando la vida.

-   Aquí tienen sus helados.- El camarero volvió y dejó la bandeja encima de la mesa, en un segundo, Raoul ya tenía la cuchara llena metida en la boca.

- ¡Que bueno!-Agoney río cogiendo su propio helado, y también lo probó. A Raoul le cambio la cara.- ¡Qué frío!

- Jajaja, eso te pasa por meterte tanto en la boca.- Raoul se limpió  con una servilleta y se la lanzó a Agoney, que aún no había parado de reír.- ¡Ey! ¡Cerdo!

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora