CAPÍTULO 4: Nocilla

1.9K 149 18
                                    

AGONEY

Agoney odiaba su nombre, siempre que podía decía uno  falso y así, que no se metieran con él. Le dolía mucho que  le dijeran Agonias, se avergonzaba y recordaba cuando se metían con él por su nombre. Puede que el rubio no lo supiera, pero aún así no tenía derecho a burlarse de él. Su madre le sermoneó sobre lo  importante que era que el chico estudiara aquí. "Si no se apunta nadie tendré que cerrar", eso le había dicho Noemi  poco después de que Raoul se fuera con su padre. Prometió que se comportaría un poco mejor, aunque ni él se lo creía, le daba mucha rabia que ese chico le hubiera ofendido el primer día, ¿cómo le había podido importar tanto lo que dijera el rubio?  Y su madre no sabía todo lo que le hacían en el instituto, se lo callaba para no complicar más las cosas, a veces se guardaba tanto las cosas que luego lo pagaba con los demás y se sentía mal. Pero, ¿Qué podía hacer? Lo decidió hace mucho: esperar y aguantar. Por eso al día siguiente intentaría hacer las paces con aquel chico.

Se levantó de buen humor, y es que hoy volvía su mejor amiga Mimi de vacaciones. Solo había pasado una día solo en el instituto y ya la echaba de menos. Quedaron en verse en la entrada a las 7:45 y así poder hablar antes de que tocara el timbre.

-Agooooo!-Mimi salto a sus brazos y, los pocos alumnos que pasaban por allí, se giraron en su dirección.- Te he echado mucho de menos.

-Y yo mi niña, y yo.- Agoney no podía parar de sonreír, y es que su amiga le daba la vida que otros le quitaban.

Se pusieron al día sobre todo lo que habían hecho, incluso le contó cuando conoció al rubio.

- Y dices que se llama Raoul, ¿no? Y... ¿Es guapo?- Mimi le miró pervertida. Si algo hacía Mimi constantemente era intentar encontrarle un chico a Agoney. Él por su parte le dio un pequeño golpe en el hombro.- Venga ya! Jajaja, seguro que te ha molado y no me lo quieres decir para que no te lo quite.

- Uf, no. Mimi, es el típico niño pijo malcriado. Nunca me liaria con él. Y además, creo que es hetero.

-Que vas a saber tu!

Los dos se adentraron en la clase que tocaba y se pusieron al final para poder seguir hablando. Mimi le pregunto por Cepeda, al que todavía no habían visto entrar.

-Bueno, parece que está mas tranquileto. Solo me ha llamado marica una vez en todo el día.- Hizo una media sonrisa y Mimi le revolvió el pelo.

En ese momento picaron  a la puerta y entro Cepeda. Su cara lo decía todo: Estaba furioso. Agoney no sabía que le podía haber pasado, pero si sabía con quien podía pagar toda esa rabia, así que bajo la cabeza a su libro de historia, intentando pasar desapercibido. 

Ya era la hora del recreo y, está vez, Agoney se había acordado de coger el bocadillo. Hablaba tranquilamente con Mimi hasta que Cepeda y sus esbirros aparecieron es su campo de visión.

-¿Que queréis payasos?- Mimi era demasiado directa.- Porque aquí no se os ha perdido nada.

-Tranquila estorbo, no vengo a hablar contigo. Agoney, ven un momento con nosotros.

A Agoney se le cortó la respiración, miró a Mimi un segundo antes de levantarse y seguir a  los chicos. Sabía que no debía llevarles la contraria, y aunque le jodía, Mimi también lo sabía.

Estaban en los baños, el olor era insoportable y tuvo que esforzarse en respirar por la boca. No había nadie más allí.

- Bueno... hace mucho que no tenemos estas charlas eh.- Cepeda se iba acercando a él hasta que lo acorralo contra la sucia pared. Agoney puso una mueca de asco.- Vaya, a la princesita no le gusta mancharse. Jajaja.

Cepeda le cogió su bocadillo de nocilla y, sin ni si quiera verlo venir,  había cogido una de las mitades y se la estaba restregando por la cara, el pelo y la camiseta.

- Ya no tienes por qué preocuparte por mancharte, aunque mira, la nocilla tiene color mierda como tu piel, así que casi ni se te nota.- Él y sus amigos rieron y salieron por la puerta. 

Agoney se dejó caer al suelo. Respiraba con dificultad, intentando retener las lágrimas. Aunque estuviera acostumbrado a este tipo de cosas, no el gustaba que le humillaran. Ahora era por su tono de piel, luego por su forma de ser, y... Y no iban a parar hasta que acabara el curso. Agoney no podía hacer otra cosa, sabía que si decía algo, sería peor para él. 

Cuando se hubo tranquilizado, se levantó, se lavó la cara y el pelo (o lo intentó) y se fue en busca de su amiga.

- ¿Por qué estas mojado? ¿Qué  coño te han hecho esos imbéciles?- Mimi le había interceptado justo cuando salió del baño.- ¡Responde!

-¡Joder Mimi! - Mimi se calló de repente y puso mala cara.- Lo siento, es solo que... estoy harto vale.

Mimi le abrazó y juntos fueron a la siguiente clase mientras Agoney le explicaba todo.  

-Serán cerdos. Como se aburren esos gilipollas. Ojalá poder plantarles cara sin salir echos mierda. Jajaja.

Mimi se lo tomaba a risa. Agoney lo intentaba. En clase de Matemáticas no se podía concentrar así que se puso a buscar excusas para decirle a sus padres cuando le vieran así. 


-¿Como que te has atragantado con la botella de agua y te ha salpicado hasta mojarte el pelo?- Su padre se quedó con el tenedor a mitad de camino de la boca. 

Sabía que su padre no era tonto y que no le había creído, pero igualmente salió como pudo del interrogatorio. Sonrió diciéndole que era muy torpe, y se marcho rápido diciendo que tenía que ducharse para ir a la academia. Siempre cantaba en la ducha pero ese día, mientras le caía el agua por la cabeza, solo podía tener a Cepeda en su cabeza. "Aguanta, Agoney, aguanta" se repetía una y otra vez, "ya queda poco".

Clases De Piano(#Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora