Entre dinosaurios y doctores | ChenMin

XXVII

— Helado de chocolate con un chingo de fresas.

—No, una ensalada con un poco de aguacate.

—¡Aguacate! No manches Minnie, no soy rico, y mi hermano se la pasa tirando dinero con Yixing y pos no hay lana.

—Yo invito.

—¡No! O sea, no, eres mi novio y como mi novio no tienes porque pagar nada, para eso están las tarjetas de Junmyeon.

Minseok suspira, pero no puede evitar sentirse emocionado por la forma en que Jongdae acaricia su mano, como su dedo pulgar acaricia su dorso y lo hace perderse en los ojos brillantes que últimamente llaman mucho su atención.

Y Minseok escucha a Jongdae hablar y dar manotazos pensando en el mejor plan para almorzar.

Escucha pero no presta atención porque sus ojos se enfocan en admirar lo hermoso que se ve su novio con traje, ese que ahora usa porque está trabajando como director comercial de esa empresa súper famosa de medicamentos.

Porque esa corbata roja, el bonito tono azul de su traje y la forma en que sus hombros se hacen más amplios bajo ese saco.

Y se siente tan afortunado, porque Jongdae es guapo.

Es jodidamente atractivo pero también es un ángel.

Es la razón por la que decide poner su mano cerca de esa sonrisa de gato.

— Minnie...

—Te amo...

Y fue miles de estrellas, unir sus labios con los de su novio, disfrutar de esa sonrisa fundiéndose entre un tierno beso que lo deja sin aliento a la vez que termina por entregar su corazón .

— Yo también te amo, te amo tanto como de aquí a la luna, unas veinte vueltas y con pasitos de caracol...