XLVI

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— Shhh... Dae...





—No manches, ¡se ha caído un ángel! Pero que hermosura.





—Dae...




— ¡Puta! ¡Pero que preciosura!





Minseok no sabe dónde esconderse.



Quitarse la bata y taparse con ella hasta llegar a la salida del hospital parece lo más conveniente, pero cuando quiso hacerlo, su novio se la arrebato y lanzo un silbido para decir muy alto, demasiado,un "pero que chulada de piernas".






— Ya... Dae...





— ¿Por qué chingados eres tan hermoso?







Los pacientes y sus familiares en el pasillo ríen y eso parece alentar más Dae.





— Oye amor, ¡¿por qué estás tan hermoso?!






— Shh... Dae, por favor...





—Pero es que estás para chuparse los dedos. ¿Verdad señora que mi novio está hecho una sabrosura?






La paciente en silla de ruedas solamente asiente y ríe dándole un apretón en la mano a JongDae que la alienta a ver a un sonrojado Minseok.





—¡Es que mire no más! Esas piernas, esas caderas. Sus labios. ¡Y sus ojos!





Minseok quiere correr pero el agarre que tiene Dae en su muñeca se lo impide.






—¡Pero que belleza de ojos tiene!







La paciente, y otro más los rodean curiosos y también privados de la risa.






— Dae...






— ¡Está bien bueno! Yo me lo como todo.






Minseok quiere huir. Siente como las orejas se le ponen rojas y apenas logra cubrir su rostro con la mano libre.






— ¿Le puedo decir algo, doñita?






La paciente asiente apenas conteniéndose de reír.







— ¡Lo amo!







Las personas aplauden y Minseok se pregunta el por qué parecen sentirse mejor que antes. Hasta la paciente en silla de ruedas parece querer pararse a aplaudir.






— Ya. Dae...por favor...






— ¡Lo amo! ¿Y saben lo mejor de todo? Lo más especial...






— Ya... Amor...






—El doctor Kim me va a bendecir siendo mi esposo. 






—Por Dios...





— ¡Se va a casar conmigo!





Y esta vez Minseok puede ver que la señora si se pone de pie y varios de sus pacientes comienzas a felicitarlos entre risas y carcajadas.





JongDae se encuentra ahí, en medio de todo junto a él. Jala suavemente su agarre y con un ágil movimiento le da un beso en la mejilla y le susurra al oído.






— Te amo, hermosura.





Ya tendría tiempo de cobrarse el bochorno y todo después, pero ahora, lo importante era sellar el momento con un pequeño beso sobre sus labios y seguidos de los gritos del director In Sung porque..."no pueden andar gritando su amor por los pasillos, pueden hacerlo en el patio, afuera".







— Yo también te amo, mi idiota.

Entre dinosaurios y doctores | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora