LXXIV

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Minseok observa el anillo de compromiso en su dedo anular.




Extiende su mano hacia el frente y sabe observa lo bonito que se ve brillando contra la luz, hace un día hermoso y pese a las pequeñas nubes y lluvias nocturnas, el día parece perfecto para él.





Una última vista al espejo de cuerpo completo y puede notar como su traje tuvo que ser ajustado a su cuerpo de último momento, un par de caricias en su vientre y el sonido del piano le alerta los sentidos.





— Cuando naciste, después de esperarte tanto, sabía que este día llegaría tarde o temprano, pero nunca imaginé que fuera tan temprano...




Su padre está ahí.





Sus ojos parecen algo hinchados y sabe que ha estado llorando.






— Papá...






— Ya están comenzando, ¿no vas?







Minseok ríe y con una suave expresión en su rostro asiente, camina un par de pasos hasta su padre que ya lo espera con la mano extendida. Un suave apretón a su brazo y comienzan a caminar por el pasillo hasta la salida del lugar. El camino por el pequeño jardín hacia la iglesia es silencio pese a que Minseok puede escuchar como  suspira su padre.







— Papá...






— ¿Qué?







— Gracias por aceptar a Jongdae.







— El chico es bastante tonto, pero es seguro que te ama más que a nada.







— ¿Lo dices por la vaca?





La risa del hombre se escucha cuando están subiendo las escaleras y la amplia entrada llena de flores se presenta.






— Lo digo, porque cuando te mira, recuerdo como mi padre veía a mi madre, me acuerdo de cómo me enamoré de tu madre... Y cuando lo sepa, sé que veré los mismos ojos de amor cuando yo te vi nacer...






Minseok no sabe qué decir.






Sus ojos se fijan al frente, a la gran cantidad de personas que han asistido al lugar, a la forma en que la música envuelve de silencio el lugar.





A como un figura sonriente le espera al final del camino al altar.





Minseok siente mucho miedo, tiene dudas sobre el futuro, ni siquiera sabe si será capaz de poder hablar en el momento, pero aún así avanza.





Agradece que su padre esté calmado, como sí él estuviese más confiado que nadie porque esto es lo correcto.





Y Minseok sabe que lo es.






Por la forma en que sus pies se mueven sin alejar su vista del hombre vestido de negro, de la cada vez más clara imagen de su sonrisa traviesa, de la forma en que esas comisuras se alzan de manera única como si fuese un pequeño gatito. De como la mano del hombre se extiende, y a diferencia de la de su padre, siente una urgencia por tomarla y aferrarse a ella.






— Estoy dándote mi vida entera en tus manos.






Jongdae asiente cuando su suegro habla, Minseok apenas es consciente de que ha llegado.







— Es mi único hijo. Es mi más bonita bendición, el regalo más valioso que Dios me dio...cuida de él, ámalo más de lo que yo lo hago, por favor.






Minseok siente como sus ojos se nublan por las lágrimas, y como su padre se resiste un poco antes de entregarle su mano a Jongdae.





El tacto es diferente. El calor humano de Dae es distinto...se siente mucho más que perfecto.






— Padre, Minseok es toda mi vida, lo haré, daré todo por hacerlo más que bien.





Minseok siente el suave tirón y la imagen de su padre sonriendo se aleja, el corazón le late con tanta fuerza, la forma en la que Jongdae lo observa es diferente.





— ¿Cómo has logrado ponerte más hermoso?








Dae tiene el don de hacer que su mundo se vuelva un revoltijo de emociones, hace poco quería llorar y ahora, está riendo mientras el sacerdote comienza a hablar.






— No deberías reírte en la casa del Señor...nos van a sacar por alterar el orden del lugar.







— No deberías coquetearme en medio de nuestra boda.






— Es imposible, ¿quién te manda a estar condenamente divino?






— Dae...






— Minnie...








— ¿Me van a dejar casarlos o van a estar coqueteando?





La risa de todos suena en el lugar. Minseok ríe y asiente al hombre de sotana apretando con más fuerza la mano de Jongdae.





Es su ancla. Su fuerza.






Es su amor.








— Si ya no tenemos más interrupciones, estamos aquí reunidos para propiciar la boda de estas dos almas gemelas que el cielo ha bendecido...

Entre dinosaurios y doctores | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora