LXXVIII

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- ¿Recuerdas cuándo te operé?




Jongdae abre los ojos sorprendido.



Él juraba que Minseok no sabía nada de ese tema.






- ¿Tú...




- No soy tonto mi amor, yo recuerdo como vi el expediente de mi paciente y pensé "como me gustaría un novio así"...



Minseok suspira, se acomoda contra pecho de Jongdae y cierra sus ojos.




Están tendidos en un montón de paja y heno, los finos sacos de seda han servido como mantas.



- Recuerdo que te sorprendiste al verme, ¿no recuerdas lo qué dijiste?




Jongdae niega peinando los cabellos castaños , casi rubios, de su esposo.




- Estabas por dormirte, y lo dijiste, una y otra vez....




- ¿Qué dije?






- " Tú, maldito ladrón "...hasta que dormiste por la anestesia, te quedaste sonriendo.





Jongdae suelta un par de carcajadas. Toma con cuidado la barbilla de su esposo y roza su nariz con la ajena para depositar un casto beso en sus labios.



- Quería clavarte el bisturí por llamarme ladrón, pero cuando terminaste sonriendo, yo solo quería librarte del dolor que tenías. En mi mente, la idea de que no sufrieras dolor, que siempre lucieras esa sonrisa, se adueño de mis actos.





Jongdae observa el cielo estrellado, deben ser como las tres de la mañana, su vuelo ha salido hace rato y de seguro sus padres y amigos los deben estar buscando.




Han estado en esa posición, hablando y riendo por varias horas. Entre besos y susurros, pequeñas caricias que no llegan a más que suaves roces, el tiempo se ha ido volando.




Como desea el corazón de Jongdae que el tiempo se detenga, que nada ni nadie los interrumpa.





Una mano sobre el vientre de Minseok, y sus dedos se han encargado de hacer pequeños círculos, de imaginar cómo están creciendo sus hijos.





- Cuando nazcan mis niños...les voy a contar cuán hermoso estaba su papi el día de la boda...de como no podía alejar mis ojos de esas benditas caderas...





- Dae...





- No me culpes, es tu culpa por ser tan hermoso, ¿quién te manda a ser tan precioso? , mis hijos deberán sufrir de que sus compañeros de clases tengan un crush con su padre.





- No digas tonterías...





- Soy el hombre más afortunado por tenerte.




- Soy tuyo.






- Y yo de ti. Sólo de ti.




Mirarse a los ojos siempre fue un reto para Minseok, las mejillas arden pero su corazón le impulsa a seguir mirando a su esposo.


Lentamente, los dedos que acarician su vientre comienzan a rodearlo. El espacio personal se va eliminando hasta que están cerca que Minseok jadea de ansiedad por probar sus labios.





- Mi amor...



- Yo quiero...




- ¿Aquí?






- Sí... Aquí o donde sea... Lo necesito señor Kim...

Entre dinosaurios y doctores | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora