CIII

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Duele.


Minseok siente un dolor físico diferente a cualquier otro vivido; es la extraña sensación de que no puede contener más lo que lleva dentro de él porque va a explotar.


Duele tanto que no se calma ni cuando un Kyungsoo bastante sereno indica le inyecten la anestesia, y una vez que su cuerpo se comienza a entumecer, se siente ansioso y lleno de pavor, como una sensación de pánico inexplicable que no se va de su cuerpo hasta que...



—Minnie, tú puedes mi amor...



Minseok ni siquiera sabe cuándo entró su esposo a la sala de parto. 



—Dae...



—Tú tranquilo, yo nervioso...



Minseok cierra los ojos porque la sensación del beso de su esposo sobre su frente contrarresta la sensación indolora de estar siendo abierto por un bisturí. 



—Lo haces bien mi amor...



Minseok no sabe que es lo que está haciendo bien según Jongdae, pero el pánico se disipa poco a poco conforme las manos de su esposo toman la suya y lo mantienen firme, seguro y tranquilo.



Jongdae ha sido su paz en medio de toda la turbulencia que él mismo es. 



Un vacío comienza a sentirse en cuerpo de un momento a otro y Minseok se aferra a Dae con ambas manos. 



—Ya casi.



Jongdae traga en seco mostrándose confiado ante un Minseok que se encuentra pálido y sudoroso, eso mientras sus propias piernas lo traicionan y tiemblan.



—Ya casi...


Tres...dos...uno...


Un sonido ensordecedor llena la sala, y Minseok puede sentir como sus pulmones son los que reciben todo el aire que le había hecho falta. Un poco después y otro llanto se une al primero. 

Minseok puede jurar que la temperatura del cuerpo de Jongdae ha descendido y ascendido rápidamente, y lo confirma cuando las manos frías descienden por su rostro para alzarlo y llenarlo de besos cálidos y lágrimas ardientes que lo hacen llorar. 


—Señores Kim... 



Minseok abre los ojos por fin, y en su primera visión el rostro lloroso de Dae queda grabado para siempre al igual que las dos cositas rojitas y arrugadas que Kyungsoo y una enfermera cargan.



—Felicidades, ya son padres.



Minseok puede sentir la felicidad total cuando sus manos rozan las mejillas de los pequeños y Jongdae tiembla por completo incapaz de dejar llorar porque son dos cosas pequeñas, diminutas que se encogen al tacto pero después, se acomodan entre sus brazos con familiaridad. Jongdae sonríe y suelta lo inevitable dejando a sus hijos con su esposo.



—Bienvenidos al mundo, mis minis Rawr...



Y ahora sí, Minseok puede dejar que Jongdae se desmaye por completo y azote en el suelo. 









Entre dinosaurios y doctores | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora