CVIII

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A Minseok le gusta mucho dar consultas. Le gusta conocer a personas nuevas y saber en qué puede ayudarles, poco o mucho, siempre estará dispuesto a conseguir la salud de cada uno de sus pacientes.


Por eso, cuando su esposo entró en su consultorio, tocando quedamente la puerta, no pudo evitar sonreír y dejarlo pasar, como en los inicios, como en sus no tan viejos tiempos. 


- Doctor Kim...


-¿Sí?, paciente Kim...


-Vengo con una urgencia urgentísima.


-Ah, ¿sí?


Minseok se deja hacer cuando la mano de su esposo se coloca justo en el final de su columna, en la pequeña curva que Dae se encarga de morder siempre que puede. 


- Vea, es que yo tengo un dolor, desde muy temprano que yo encendí mi teléfono, me puse a ver mi galería y ahí, había un vídeo espectacular...que me dejó sin aliento y adolorido.



Minseok arquea la ceja, con las mejillas rojizas porque sabe que su esposo debe estar cubriendo un evento importante en unas horas, no ahí pasando su mano sobre la curva de sus glúteos, ni mucho menos, hablándole al oído con la voz algo ronca. 



-Paciente Kim...



-Doctor, doctor Kim, por favor, termine con mi sufrir...déjeme hacerlo...



-¿Hacer qué?, paciente Kim...



-Hacerle lo que debo hacerle a usted por lo que me queda de vida y...



Minseok arquea la espalda, suelta un pequeño gemido cuando los labios de su esposo atacan su cuello y él ladea la cabeza dando mejor acceso. Está ardiendo por dentro, está muriendo porque Jongdae usa el maldito traje negro que lo hace ver más amplio de hombros, y él puede morir abrazado de esos brazos que lo atraen más y lo funden lentamente.



-Dae...


-¡Doctor Kim!, la paciente con la alergia...


La puerta se abre de golpe y Minseok agradece a los cielos que su esposo los haya tirado al suelo y que el escritorio sea lo suficientemente amplio para cubrirlos a ambos mientras el doctor Choi se queda en la puerta unos segundos y después la cierra totalmente extrañado. 


-Uff, casi nos atrapa miss simpatía.


-No le digas así, Kim Jongdae. ¿Cómo se te ocurre no ponerle seguro a la puerta?


-Ah, así que me reclamas por no ponerle seguro a la puerta, y no por venir a seducirte...


A Minseok le arde tanto el rostro, pero toma la mano que le ofrece su esposo para ponerse en pie, también se deja abrazar golpeando suavemente su pecho, porque simplemente contra Jongdae no puede. 


-¿Te parece si lo dejamos para la casa?


Min asiente y se aparta suavemente de su abrazo cuando siente un escalofrío inusual en su esposo. Alza la vista y frunce el ceño cuando se da cuenta de que está algo pálido y parece estar aun agitado. 


- Amor...¿te sientes...


Minseok ya no termina a preguntar porque un hilo de sangre baja por las fosas nasales de su esposo que le sonríe antes de cerrar los ojos y desmayarse. 


Kim Minseok corre y grita por doquier sabiendo que la falla renal en su esposo era algo inminente. 

Entre dinosaurios y doctores | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora