LXXXV

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—¡ Un niño y una niña!






Jongdae ha abierto la puerta para poder gritar decentemente por el pasillo, cargar a uno que otro medico y bailar con la ancianita de siempre, lo típico y usual.








—Señor Kim, le pido que...¡Bájeme!








Minseok se sorprende porque una cosa es cargar a otros hombres de su estatura, pero ¡levantar a Insung y darle dos vueltas completas es otro mundo!







— ¡Cara de estreñido! Ya no me caes tan mal.









— Ah...¿gracias?, espere...¿qué?







— Aunque por amistad leal a mi amigo gay, Jongin, te sigo odiando.






Jongdae cierra la puerta dejando afuera al medico, pone seguro y sin importarle más, se acerca de nuevo a su esposo para tomar sus tiernas mejillas y besarlo.









No es un beso cualquiera, es un beso más largo y dulce sobre su frente, como queriendo expresar en ese simple roce la promesa implícita sin palabras.










— Dae...










— Un niño y una niña...









— Sí, un niño y una niña...









— Ay Dios, siento que voy a vomitar de tanta emoción ...









— Mi amor...









Pueden escuchar los golpes en la puerta, y Minseok reflexiona un milisegundo si abrir la puerta o no, pero son los labios de Jongdae sobre los propios que lo hacen desistir y ceder.










— ¡Kim Jongdae abra la puerta!










— Un niño....una niña... Mi niño, y mi niña...









— Nuestros.









— Yo sé que me van a vetar de tu trabajo.









— No es la primera vez que lo hacen.









— No,pero...Minnie...











— ¿Si?








— ¿Está mal esto que siento?










— ¿Qué estás sintiendo?









— Que mi corazón se ha divido en tres amores, ¿no es infidelidad?









Minseok ríe limpiando las lágrimas de cocodrilo de Jongdae, roza su nariz con la ajena y sonríe negando.











— No lo creo, porque ellos son una extensión de nosotros, llevan una partecita tuya y mía en ellos, es el tipo de amor que estoy dispuesto a que robe parte de tu corazón ...









— Te amo.








— Y yo a ti, te amo mi amor...








Minseok le sonríe y Jongdae responde antes de volver a ver la pantalla, son apenas dos pequeñas bolitas en su pancita y dos grandes seres en su corazón.








— ¡Seguridad! ¡Vamos a tirar la puerta sino abre!








— ¡Abra Kim Jongdae! ¡Mi abogado escuchará de usted!

Entre dinosaurios y doctores | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora