LXXXVI

1.2K 198 39
                                    

— Señor Kim, ¡pero que bien se ve!







A Minseok se le arrebolan las mejillas saludando con un apretón de mano ministro de economía, que su querido suegro tenía como invitado en su cumpleaños.







Minseok nunca había asistido a un evento así tan, pero tan elegante.







Su esposo había llegado hacía una semana con una sonrisa enorme y un par de bolsas de formulas lácteas, porque uno debe estar prevenido desde cinco meses antes de que nazcan sus bebés, y le había dado la gran noticia de que su suegro había pensado finalmente en celebrar su cumpleaños número sesenta.







Minseok se sintió bastante emocionado de ir por las tiendas en busca de un traje que se ajustase a su cuerpo y pancita, con Jongdae de la mano, mirándolo a él y diciéndole al oído lo bonito que le hace ver su pancita.








Estaba tan feliz que llegar a la mansión de los otros Kim en una limusina lo había hecho sentirse tan genial como de la realeza.







Eso, y sumando que su suegro y Dae se la pasaban presentándolo y halagándolo entre los invitados, le habían hecho sentirse en verdad emocionado, un poco vanidoso, pero feliz de ser tan mimado aun entre el público.





— Muchas gracias señor Lee.






— Oh no, gracias a ti por honrarnos con tu divina presencia, ¿no es así hijo?







Y a Minseok se le pusieron rojas las orejas por como el hombre mayor lo halagaba, pero aun más, cuando el joven a su lado sonrío como afirmando lo dicho.













— Lee Minho, soy hijo del ministro Lee y también médico cirujano, mi padre no ha parado de hablar de su buen amigo y del nuevo integrante de su familia, un médico reconocido...— Minseok recobe bastante tímido la mano del hombre que le muestra su perfecta dentadura —... lo que no me dijeron fue que aparte de médico, usted es verdaderamente apuesto...sus ojos son fascinantes...




Minseok traga, puede sentir como el hombre deja pequeñas caricias en el apretón de manos, y se inclina un poco, quizá demasiado para verlo.







— Yo...







— Ah, Ra...Minho, veo que ya conociste a MI esposo.










Minseok siente las manos posesivas sobre su cintura y como la calidez del cuerpo de Dae lo envuelve, de inmediato el hijo del ministro suelta su mano sonriente, demasiado sonriente.







— Sí, hace un gusto, uno de verdad, poder conocerle, quizá me darías un tiempo de hablar con él sobre temas en comunes, ya sabes, ambos somos colegas y...








— Y MI esposo está bastante ocupado como para charlar contigo. ¿Me disculpan?









Jongdae toma la mano de Minseok y los guía a ambos a las afueras, rumbo al jardín.










— Amor...








— Estúpido ese....¡viste como....ah, por Dios, hijo de la... ¡Esa estúpida rana! ¡Te estaba comiendo con la mirada!








Minseok ríe porque Jongdae se cruza de brazos y está bufando cual toro.









— No, no te rías.








— Estaba siendo amable y...








— No, estaba siendo coqueto. ¡Estaba echándote los perros! Se le estaba cayendo la baba por ti, estaba a punto de lanzarse sobre ti...









— Estaba presentándose, es médico y tú lo escuchaste, quería hablar de temas en comunes.








— Pufff... Claro.









— Dae, mi amor...









— Estabas ahí, dejando que te tocara las manos....










— Fue un saludo.









— Es la primera vez que te veo tan sonrojado...









—Dae...







— ¿Te parece guapo?






— ¿Qué?







— ¿Te pareció guapo?






Minseok frunce el ceño, y no responde. Es la primera vez que ve a Jongdae afectado por algo tan trivial. Dae deja caer sus hombros y una expresión bastante pálida se muestra en sus facciones.






—Ya veo.  ¿Te parece si nos retiramos?









Minseok asiente, quiere acercarse a Jongdae pero este se mueve muy sutilmente para alejar su mano, pero no pregunta porqué no sabe qué debería preguntar.

Entre dinosaurios y doctores | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora