2. Es el destino

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Eris

Un espacio verde, la plaza, un lugar lleno de vida, nada parecido a mí. Me mantengo sentada en el columpio y mirando a la nada, pérdida en mis pensamientos.

"Hermana ¿Por qué tienes que irte? ¿Hiciste enojar a Madre?"

"No, es que soy rechazada".

"¿Qué es eso?"

"Es cuando tu sangre está maldita".

Alzo la vista, volviendo de mis pensamientos y observo mi lamentable obra maestra acercarse hasta mí.

—Hola, Nyx.

Sonríe y puede notarse toda esa aura llena de oscuridad. Un demonio, así lo llamaría una bruja. Para los demás, un destructor.

—¿Sabés? Sabía que debía mantenerte con vida, siempre me sirves de algo, eres como una esclava. Ahora dime, ¿Dónde está el aquelarre Osiris?

—No sé y no me interesa —Intento ignorarla, mirando hacia el suelo, pero es obvio que eso es imposible.

Frunce el ceño.

—No estoy de humor, bruja —Agarra mi brazo y me lo tira observando mis cortes —. Ni siquiera me das lástima —Sonríe —sigues igual que antes, no has cambiado, es perfecto para burlarse, patética —Me suelta de manera brusca y caigo al suelo, lo que provoca que se ría —. Como amo el sufrimiento ajeno ¿Pero sabes cuál es el problema? —Vuelve a fruncir el ceño por su enojo.

El columpio se mueve mientras me mantengo en el pasto.

—Sí, tus compañeras —Me inclino para levantarme adolorida —pero yo no tengo idea dónde están.

—¿Y cómo sabes de qué hablo?

—Porque yo las envié a ti.

—Muy bien, en eso te creo pero... —Hace una pausa hasta que salta con esas piernas largas que tiene de mujer y llega hasta mí, sus ojos se vuelven negro, entonces me agarra fuerte del cuello —me mientes con lo del aquelarre, lo sé.

—No... yo solo no tengo idea, tiene un campo de energía, uno que no te deja saber dónde está —Forcejeo.

—Deja de mentir —Sus ojos vuelven a la normalidad y caigo al suelo otra vez —tú lo que no quieres es ir hasta allá.

—Tengo la entreda prohibida, no puedo ir —Me agarro del cuello herido por su culpa.

—Pero sabés llegar.

—No estoy segura.

Sonríe.

—Estamos progresando ¿Ves cómo de fácil es decir la verdad? —Me patea —¡Ahora habla! No tengas miedo, ellas no pueden hacerte daño, yo sí.

—Te equivocas, tú no conoces el horror de allí, prefiero mil veces a que me tortures o asesines, lo que sea, antes que volver a ese horrible infierno.

—¡Vamos! No seas cobarde —Alza las manos —. Solo dime, no necesito de tus estúpidos consejos.

—No, porque no voy a ir contigo a ninguna parte.

—Sí, es cierto, te iba a obligar, es que necesito a alguien que me guíe, me conoces bien —Me agarra del cabello y me lo tironea —¿No vas a decirme? ¡Bien! Te lo sacaré yo de la cabeza —Sonríe —. Mira lo que las voces me enseñaron —Electricidad sale de sus manos e intento soltarme pero me es imposible —. Eres una bruja patética que ya no hace hechizos, que aburrida.

—¡Ah! Sueltame Rein, duele —No logro sacar su mano de mi cabeza, la cual me genera varios pinchazos en mi cerebro.

—Esa es la intensión —se burla.

Siento que me desvanezco mientras estoy arrodillada en el suelo y pierdo fuerzas, pero de repente oigo una voz conocido.

—¿No te advertí una vez que dejarás de hacer cosas sin sentido?

Rein se gira a mirarla.

—Xia.

—Las casualidades de la vida —Sonríe la pelirroja —siempre nos encontramos nosotros tres, debe ser el destino.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora