73. La búsqueda

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Ace

Miro las cartas y las sigo pasando con tranquilidad, siento que me faltan muchas cosas. Alzo la vista y Darren, en su forma de chico, se sienta a mi lado, así que le sonrío para transmitirle mi paz interior, a pesar de que estoy lleno de problemas.

—¿Qué sucede florecita?

—Ya me preocupe —aclara afligido —. Seyn no aparece desde ayer ¿Y sí le pasó algo?

—Yo te diré lo que le ocurrió —exclama Xia acercándose hasta nosotros —. Un caballero se quedó con su cuerpo, cómo hicieron con Aradia.

—¡¿Por qué no me dijiste antes?! —Se exalta Darren levantándose de su asiento.

—No hubo oportunidad, ni nos cruzamos ayer para contarte —ella dice relajada —. Además no creo sea posible que puedas hacer algo.

—Soy la perfección, puedo hacer lo que sea —exclama con confianza y yo sigo moviendo las cartas, tomando esa energía que me lleva a una respuesta.

—No, no puedes —contesto.

—¡¿Tú también?! —se queja el restaurador y le sonrío.

—No, solo digo que el que puede arreglarlo soy yo —Le muestro un naipe con el dibujo de un adivino —¿Recuerdas que puedo entrar a la mente de las personas? Pues bien, necesito entrar a la del patito para traerlo de regreso —Miro a Xia —. Solo si me lo traen.

Darren y la dragona asienten, así que salen en su busca. Observo las cartas y obtengo más información. El caballero está para mantener a la diosa en el mundo de los vivos, será mucho más fácil liberar a Aradia si primero libero a Seyn. Aunque la mente del patito es complicada, estoy seguro que solo debo tener paciencia.

Un paso a la vez, solo falta que el lobo encuentre a la bruja y estaremos listos.

Ryley

"Tú puedes convencerla, que extraña coincidencia, las energías están de tu lado".

Recuerdo las palabras del vampiro que también es adivino y camino por las calles buscando a Calipso. Uso la conexión que tengo con ella para encontrarla. Para mi suerte su presencia no la siento en el castillo, así que el campo de energía no será un problema para mí. Estoy seguro de que esta vez podré hallarla.

Huelo sangre y me preocupo, a lo lejos oigo su respiración. Me saco la capucha al encontrarla en un callejón, está sentada contra una pared y cierra los ojos mientras continúa allí. Se nota cansada. A medida que avanzo visualizo que en su bonito rostro tiene dos marcas de garras, sus manos están atadas así que tiene lastimadas las muñecas y la herida de su estómago está abierta.

—Calipso —la llamo y abre los ojos asustada, pero al descubrir que soy yo, la tensión que se veía en su gesto desaparece. Me agacho hasta ella y le quito las sogas que la lastiman —¿Qué te ocurrió? ¿Quién te hizo esto? —El odio emana de mí contra la persona que tan siquiera haya tocado uno de sus hermosos cabellos.

—No ha sido nada, solo le saque sangre a Eloise, y sabés cómo se comporta un vampiro cuando está hambriento —explica e intenta pararse pero la detengo.

—No lo hagas, abrirás la herida peor de lo que está —le aclaro sobre su estómago —es la tercera vez que te atacan allí, es un lugar sensible, debes cuidarte, ¿de acuerdo?

—Si no me levanto y regreso al castillo, tendré problemas —dice cortante.

—Tendrás problemas si vuelves a ese lugar con esa maniática —opino enojándome.

—Es la Reina Madre, mi líder —Se levanta del suelo sin yo poderla detener —. Debo cumplir mis obligaciones.

La agarro del brazo para que no siga avanzando.

—Cumple tus obligaciones conmigo, no puedes ir allí.

—No empieces con tus cosas de lobos —Se suelta —tú ya deberías estar muy lejos de este aquelarre.

—Imposible —dictamino —mi lugar está con mi compañera, si estás lejos, moriré de tristeza y si te mueres, moriré contigo —La agarro de la cintura y la acerca hasta mí —¿Qué es lo que no entiendes de que estoy atado a ti? —Pongo mi rostro a centímetros del suyo —Es algo más poderoso de lo que crees, es una sensación muy intensa, no puedo estar separado de ti, ni aunque lo intentará.

—Es muy hermoso lo que dices, pero eso no cambia mi postura sobre la situación.

—Escúchame, Calipso —La agarro de los brazos —por favor —Apoyo mi cabeza en su hombro —te lo ruego.

—Pero...

—¿Acaso quieres que la gente siga muriendo? Ven conmigo, hay otra solución.

—¿De qué hablas?

Levanto la cabeza y la vuelvo a mirar.

—Te parecerá una locura, pero hay que derrocar a la Reina Madre, y se dice que tú serías el remplazo correcto.

Se aparta.

—¿Estás loco? ¿De dónde sacas esas cosas? Debo... —Tomo su mano deteniéndola para que no se vaya —. Suéltame, eso es traición.

—¿Y no es traición que te maltrate y que asesine a quién se le dé la gana? —Frunzo el ceño y ella me mira, analizando lo que le estoy diciendo.

—Es por una buena causa —Hace una pausa —la diosa...

—Ya la trajo de vuelta y todo sigue igual —la corrijo.

Baja la vista.

—Tienes razón pero...

Me acerco y le agarro ambas manos.

—Créeme Calipso, es lo mejor, ven conmigo.

Vuelve a mirarme.

—De acuerdo.

Cuando acepta sonrío.

—Cuanto me alegra —La abrazo y se sobresalta —no te arrepentirás.

—Ryley.

—¿Sí?

—¿Puedes dejar de apretujarme? Aún me duele todo.

—Lo siento —Me río —es que no pensé que me dirías que sí —Mientras me aparto un poco, sin soltarla, huelo su cabello, para luego encontrarme a centímetros de su rostro, casi rozando su nariz —me vuelves loco, perderé la cabeza por ti —Toco sus labios con los míos y cuando abre su boca al corresponderme, la agarro de la nuca para intensificar el beso —. Te extrañe —Me muerdo el labio inferior cuando me regala una sonrisa.

—Yo también a ti.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora