16. Intuición que no falla

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Eris

No puedo quedarme por más tiempo en el edificio Razieli, desde que Calipso atacó para llevarme a Osiris, otras brujas han venido a secuestrarme también, es obvio que la Reina Madre me quiere devuelta, pero no quiero ni pensar en esa posibilidad.

—Debería irme ya —digo en tono bajo, sentada en una de las sillas del pasillo.

—Pero Blake te ofreció protección —Ace lo señala y el vampiro científico rueda los ojos.

—Eso no es cierto —Bufa.

—No se preocupen, ya estoy aquí —Viene la entrometida pelirroja —. Yo me encargaré de todo.

—¿No te ibas tú? —Se acomoda los anteojos.

—Y dejarla, ni hablar —Se pasa la mano por sus cabellos rojos, sin dejar de observarme.

—No necesito que me cuiden —Me levanto de mi asiento y comienzo a caminar, alejándome de ellos —tranquilamente puedo sola.

—Esa Calipso es peligrosa —Me sigue Xia.

—No necesito un escolta que no sé ni qué ser es.

Sacó unas garras cuando se enfrentó a esa bruja, no pienso que eran de lobo, menos con tanta energía antigua a su alrededor. Nadie puede fiarse de algo así, y que encima es claro que se desconoce.

—Bueno, tú no has explicado mucho de tu maldición y tampoco por qué has perdido tu magia.

Me detengo cuando escucho lo último que dijo. Perpleja me giro a observarla.

—¿Cómo sabés eso? —pregunto desconcertada.

Sus labios voluminoso se curvan de manera lenta, formando una sonrisa.

—Tu personalidad apagada no oculta que te secas. A qué adivino —Camina despacio hasta mí y se oyen sus tacos acercarse, alzo la cabeza para mirarla directo a los ojos, cuando agarra un mechón de mi pelo —tu color natural no es el blanco.

—No, no lo es —respondo seria y bajo la vista —. Bueno, no lo era —me corrijo recordando mi cabello castaño.

—Imagino que antes tenías una bonita sonrisa.

Vuelvo a observarla y su rostro está frente al mío.

—No recuerdo.

—Se nota que la magia te consume —dice seria —. Pobrecita —Toca mi mejilla —, te saca la energía. Ahora entiendo porque Ace te llama Gazenia, necesitas ver el sol.

Me aparto.

—No sé a qué te refieres, pero no es de tu incumbencia lo que yo haga o deje de hacer.

—Solo me preocupo por ti —Revolotea sus pestañas de manera coqueta —¿No puedo?

—¿Por qué? —digo tosca.

Se muerde el labio inferior.

—Porque me atraes, como todo lo que es pequeñito —Hace una risita —no lo puedo evitar —Se toca su cabello corto y alborotado.

—Pierdes tu tiempo —Me giro para seguir mi camino.

—No lo creo, yo sigo a mi intuición, y esta nunca falla.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora