22. Miradas peligrosas

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Seyn

Seguimos caminando y Darren, que está en su forma de chica, suspira por segunda vez. Es evidente que está preocupado ¿Quién no lo estaría? Pero se ha tomado esta búsqueda tan en serio, que siento que no descansa.

—Deberías frenar —ofrezco.

—No tengo tiempo para eso —Observa para todas partes —en una hora debemos encontrarnos con Tarik, para decirle lo que sabemos.

—Al menos tienes una pista, deja de torturarte, descansa un poco.

—No, no quiero.

Me acerco a su espalda y apoyo mis manos en sus hombros.

—Mariposa.

—¿Qué? —No lo veo de frente pero sé que está frunciendo el ceño.

Lo abrazo.

—Si te excedes, no conseguirás nada.

—Soy la perfección y tengo mucha energía.

—Ese exceso de energía, ya se fue hace tiempo —Me río.

—No te burles, en esta situación me vendría muy bien.

—No —susurro en su oído y la piel se le eriza —amo ese punto débil, es tan sensible.

—Seyn, no es momento ni el lugar —me dice mientras muevo sus cabellos largos para besar su nuca.

—Te voy a quitar el estrés.

—No te haga el Ace que no te sale —me provoca y lo consigue.

—No me cambies el tema sacando mis celos a flote —digo enojado al darlo vuelta, entonces me encuentro con su hermosa sonrisa —. Tramposo, te voy a castigar —Lo beso y me corresponde.

—No es momento —Apoya un dedo en mi boca, alejando su cara de la mía.

—Ya es tarde para arrepentirse.

Lo agarro de su diminuta cintura y lo alzo entre mis brazos. Sus piernas me rodean para no caerse. Lo llevo y empujo su espalda contra la pared de un callejón que había cerca, entonces besuqueo la deleitante piel de su cuello.

—No deberías usar falda —lo reprendo cuando paso mi mano debajo de esta.

—No sé si es porque te calienta o porque te molesta que me andén mirando.

—Ambas cosas son factibles —Tiro de sus bragas.

—Que bueno que no soy sumiso porque sino esto se volvería tóxico —Me muerde el labio.

—Auch —Aparto mi cara y se ríe —que malo.

—Eso te pasa por controlador.

Me pierdo en su mirada, sus cabellos caen justo en su rostro, lo que provoca una bella imagen. Deslizo mis dedos por su mejilla para verlo mejor y le doy un tenue beso. Dejo de sostener sus piernas y lo doy vuelta. Presionando su torso femenino contra la pared, bajo las tiras de su remera, viendo en su espalda el tatuaje de mariposa. Sé que es mágico y la vez atrayente, dejo leves besos allí, disfrutando de su piel.

—Mariposa, eres tan preciosa y toda mía —Respiro acalorado y él hace un gemido sintiendo el cosquilleo que dejo en sus poros, al mis labios rozas tan tentadora perfección.

—Pues me estás desnudando y si alguien me ve, será tu culpa, así que espero alejes tus emociones posesivas.

Me río.

—Si alguien lo ve, le corto los ojos.

—No me gusta que andes lastimando personas por tus celos estúpidos.

Lo giro de manera abrupta, agarrando sus muñecas.

—Es que me vuelves loco —Uno mis labios con los suyos de manera feroz. Mientras junto nuestras lenguas, abro el preservativo, que tenía en el bolsillo. Darren respira agitado y yo sonrío, mordiéndome labio inferior —¿Pensabas que no venía preparado?

—Algo así, ya que no es momento de estas cosas.

—No te preocupes, el responsable Darren Wein, no necesita en este instante preocuparse por lo de su alrededor, ya que ahora lo haré olvidarse de hasta su nombre.

Abro mi pantalón, al mismo tiempo que bajo mi bóxer y rápido me uno a él. La pequeña mariposa alza la cabeza y se aferra a mí. Entonces nos deleitamos uniendo nuestros cuerpos en aquél callejón.

Calipso

Entro a la sala de la Reina Madre, viendo que observa una bola de cristal, arriba de su escritorio. Ella se gira y sonríe al verme, alza sus largas uñas, señalando la imagen.

—Parece que se divierten —acota.

Bajo la vista cuando veo unas siluetas reflejadas en el vidrio, en dónde el restaurador tiene sexo con el primo de la pequeña bruja Aradia, el tal Seyn.

—Me alegra que tengan una calidad bienvenida en mi ciudad —continua y cambia la imagen al mover su mano, visualizando al tal Emmet, arrodillado en el suelo, curandose las heridas —. Cómo odio a los vampiros —opina.

Levanto la vista.

—Ese es el hermano de al que enfermó usted ¿cierto?

—Sí —dice en seco y luego me observa —. Pasemos a otro tema, tenemos muchos invitados en la ciudad todavía, algunos me caen mejor que otros, estoy esperando con ansias encontrar a Nyx, pero se me escabulle la muy perra.

—¿Quiere que la busque? —digo seria.

—No, tú sigue con lo de Eris, pero no te llamé para eso ¿Dónde está tu marido? Él debería encargarse del asunto.

—De viaje, ya se lo dije —Bajo la vista y camina hasta mí.

—No me mientas Calipso —Acerca su rostro al mío, se ve enojada —ya te perdone muchas cosas, si descubro un error más, adiós a tu cabeza.

Trago saliva.

—Atrapare a la bruja —Me retiro rápido antes de que decida matarme ahora.

Camino por el pasillo y de repente tironean de mi brazo, entonces me empujan contra una pared. Así que lo siento, encontrándome con ese cuerpo fuerte, presionándose contra mí.

—Ryley —le digo con una voz sofocada, notando su cercanía —¿Qué haces? Nos vas a ver, es peligroso.

Me huele, cerrando los ojos.

—No me importa, lo único que me mantiene feliz al estar encerrado aquí, es haberte encontrado, mi compañera.

—Deja tus cosas de lobos para otro día —Lo empujo —si nos descubren, nos matan a los dos y estamos en medio de una guerra.

—Huyamos —Me observa con su intenso color amarillo —si total Uri ya lo sabe, tarde o temprano se lo dirá a la Reina.

Lo alejo otra vez, ya que se acerca nuevamente.

—Yo me encargo de la bruja ritual, tú mantén la distancia.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora