79. Mariposa blanca

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Jovan

Creo que me quedé dormido, no lo he podido hacer últimamente con lo que ha estado pasando. Oigo el cierre de mi pantalón y abro los ojos, encontrándome con Aradia encima de mí. Aunque en realidad es la diosa.

—¿Qué crees que haces? —Me sonrojo —Eso es violación.

—Pero si ya estás despierto —dice acercándose a mi rostro.

—Eso no quiere decir que esté de acuerdo —Retrocedo.

—Pero si soy casi tu esposa o algo así —Se abraza a mi cuello—hagamos cosas sucias —Revolotea las pestañas.

—No, eres una diosa en el cuerpo de mi mujer y ella en este momento no está, así que también es violación, porque es cómo si ella estuviera inconsciente —explico —así que aparta —La empujo y se cae de la cama.

—Agresivo, me encanta —Se levanta del suelo, se acomoda el cabello y hasta se muerde el labio inferior mientras me mira de manera lasciva.

Salgo rápido de la cama y de paso me subo la cremallera.

—¡No soy agresivo! —me defiendo.

—Eres cómo un psicólogo explicando toda esa estupidez de la inconsciencia.

—Sí, no termine la carrera —digo avergonzado y luego frunzo el ceño al reaccionar —y no es una estupidez, es la verdad —dictamino.

Se tira hacia mí y me abraza.

—Pero si Aradia no se va a enterar.

—No me escuchas cuando te hablo ¿cierto? —Alzo una ceja.

—No, es que me aburro y no hay nadie en el castillo.

—¿Qué? —Me sorprendo.

—Sí, se fueron a una guerra o algo así, se supone que es para que yo permanezca aquí o para cambiar de líder o para yo qué sé —Hace un gesto cómo de no importarle —. Al final, prefiero volver a mi tierra, esto es un desastre ¿Dónde está mi fiesta de bienvenida o lo que sea?

—Pues regresa —ofrezco.

Se aparta.

—Cómo si fuera tan fácil —Rueda los ojos —solo me queda esperar —Bufa, luego vuelve a observarme y sonríe —así que mientras tanto tú y yo...

—No —la interrumpo cortante —mejor te ayudo a volver a tu mundo y tú me devuelves a mi esposa, ¿de acuerdo?

Ella se queda observándome pensativa, analizando lo que dije, hasta que me responde.

—Está bien.

—¡Jovan! —Se abre la puerta de repente y veo a Seyn.

—¿Cómo entraste? —expreso sorprendido.

La diosa se ríe.

—Te dije que no había nadie en el castillo, eso incluye los hechizos de protección.

—¿Aradia? —exclama confundido el rubio viendo la forma diferente en que se comporta su prima —¿La diosa?

—Mi caballero se fue —opina ella —o sea que yo también puedo —Me observa —. Tienes oportunidad de librarte de mí ¡Que bien! —Hace un leve aplauso —Te ves preocupado —Lo mira de nuevo.

Él se gira a verme.

—Habla con Darren —me pide.

—¿Qué pasa con él? —pregunto.

—Velo por ti mismo —Retrocede hasta el pasillo y lo seguimos.

Corro hasta Darren cuando lo veo agachado en el piso, abrazándose a sí mismo, cubriéndose el rostro.

—¿Qué le ocurre? —le pregunto a Seyn sin dejar de mirar a mi amigo.

—Las voces se metieron en su cabeza y desde entonces no ha dejado de comportarse de esa manera —explica.

—¿Las voces?

—Sí, han vuelto a Nyx, pero en el proceso ocurrió esto.

—Darren, escúchame —Le agarro la cara y me mira —concéntrate en cosas positivas, eres un restaurador, esas voces te molestan porque no tienes nada negativo que darles.

—La mariposa —me responde —no está —Sus ojos siguen llenos de lágrimas.

—Pues encuéntrala.

—Mira a tu alrededor —agrega la diosa —yo las veo.

Seyn alza la vista.

—Es verdad —le da la razón.

Darren asiente, levanta la vista, abre la palma de su mano que está con un tatuaje de araña, pero de repente este cambia y deja de ser negro, una luz se forma allí, entonces la veo.

—Una mariposa blanca —me sorprendo ya que era el único que aún no las había visualizado.

El restaurador sonríe.

—Mamá sigue aquí.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora