56. Sonido de alarma

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Calipso

Camino por los pasillos del castillo y visualizo a Break que viene en dirección hacia mí. Intento esquivarlo, pero me agarra del brazo, entonces nuestras miradas se cruzan.

—¿Qué quieres? —Frunzo el ceño.

—Que cumplas tus obligaciones de esposa —Alza una ceja —por ejemplo.

Me suelto.

—Esas ya las consume ayer, no me molestes, Break.

—No olvides que sé de tu aventura con el lobito —advierte.

—Habla más bajo —digo presionando los dientes —y no me olvidé, pero eso no quiere decir que me andes molestando en mi lugar de trabajo.

—Tú solo comportate y nadie se enterará de lo que hiciste —Se gira y me mira de refilón —. Ven, acompáñame, repitamos los de ayer.

—¿Aquí? ¿Ahora? —expreso sorprendida.

—Sí ¿Estás sorda o qué? —Frunce el ceño —. Tenemos que tener un hijo pronto y acabar con nuestra relación.

—Eres un imbécil —Ruedo los ojos —. No le veo necesidad a tus acciones, lo hicimos ayer.

Me agarra de nuevo del brazo y me hace caminar tironeando de este.

—Solo cállate y sígueme.

—No me has dicho dónde está Ryley —le aclaro cuando me empuja contra una pared.

—¿Nunca haces silencio? —Apoya la mano bajo mi falda de cuero marrón y desliza sus dedos hacia arriba, lo que provoca un rubor en mis mejillas mientras me aguanto la situación —Cuando me casé contigo, al ser la mano derecha de la Reina Madre, pensé que eras una mujer más obediente, que equivocado estaba —Me levanta la pierna y la mantiene sobre su cintura.

Chuponea mi cuello y cierro los ojos, esperando que la situación fea acabe.

—¿Dónde está Ryley? —insisto.

—Céntrate en satisfacer a tu marido y después hablamos de negocios.

—Sí pero...

Intentar complacer a este hombre no es algo que me agrade, más cuando no me interesa en lo más mínimo.

Maldita tortura.

De repente un pitido comienza a escucharse en el castillo y el alivio de cuando Break me baja la pierna llega a mí.

—¿Qué sucede? —pregunta él.

—No sé, parece un alerta —opino abriendo los ojos.

—Ahora regreso —Se aleja yendo en la dirección de dónde más viene el sonido.

Por mí, prefiero que no vuelvas.

Rato antes.

Max

Uri está sentada en el suelo al costado de la cama. Sobre el colchón, acomoda juguetes como una niña pequeña y apoya su muñeca en el centro. Un poco de escalofríos da esta situación, parece un estilo de macumba o gualicho medio raro. Ya esto no se ve adorable.

Mantengo mi hombro apoyado en el marco de la puerta, mientras la sigo observando.

—¿Por qué haces eso? —digo mirándola extrañado.

—Me distrae —Sonríe.

—¿No crees que hay cosas más interesantes para entretenerse? —Me cruzo de brazos.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora