37. Odio a las voces

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Emmet

Despierto y me levanto de los escombros. No sé cuánto tiempo he permanecido inconsciente, pero mi cuerpo ya se ha curado por completo. Saco el polvo de mi traje y veo a Darren acercarse.

—Seguiré mi camino —le informo.

Puedo oler a Rein cerca.

—Me asusté mucho —dice el restaurador preocupado —no sabía cómo sacarte de ahí.

—Estoy bien —exclamo en seco —. Ya me voy.

—Sí, de acuerdo, pero cuídate.

—Ah ya déjalo ir, nadie lo quiere —aclara Seyn caminando hasta nosotros.

—¿Qué te pasa? —Lo mira Darren —No decidas por mí, yo sí lo quiero.

Ignoro su conversación cuando percibo que el aroma de Rein se disipa, así que decido irme rápido, comenzando a buscarlo. Me detengo a unos kilómetros de un enorme edificio, que es tan grande que se puede ver desde la distancia. Hay un campo de fuerza y puedo reconocer los rayos oscuros que utiliza Nyx cuando quiere destruir algo. A toda velocidad me acerco y lo visualizo, sigue en su forma de mujer, gritándole a la Reina Madre, que se protege de su energía, mientras otras brujas están tiradas en el suelo, por su ataque.

—¡Te haré sufrir el mismísimo infierno! —Golpea la energía una y otra vez.

—Sabía que tarde o temprano me encontrarías —dice la bruja con serenidad, protegida por esa energía —por eso me tomé el atrevimiento de hacer un hechizo para que no pudieras pasar, específicamente tú.

—¡¿Dónde están?! —Sigue golpea seguidas veces el campo de fuerza —¡¡Dámelas!!

—Lo sabés —afirma con confianza al darse cuenta.

—¡¡Claro que lo sé!! —grita furioso —¡¡No están aquí!! Lo puedo presentir —dice más serio —¿Dónde las escondes?

—Me caes bien, cuando te calmes, hablamos —Se gira entrando al edificio y las puertas se cierran detrás de ella.

—¡¿Qué haces?! ¡¡Regresa aquí, maldita seas!! —Sigue pegándole a la energía —¡¡¡Bruja!!! —Se agacha desesperado para gritar —Bruja... —Pega otra vez pero más despacio y puedo notar su voz quebrada —. Regresa... Devuélvemelas, traelas... maldita bruja —Se escucha su llanto.

—Rein —Lo llamo.

Se refriega los ojos y se gira a mirarme, está afligido pero aún así me observa enojado.

—¿Qué quieres? No me molestes.

—Solo me preocupo por ti —le aclaro.

—Llegas tarde —Empieza a caminar y pasa por mi lado, esquivándome, pero la agarro del brazo —. No estoy de humor —Veo electricidad que da justo en mi mano.

—Escúchame.

—¿Qué quieres que oiga? Ya me dijiste todo lo que me tenías que decir la otra vez, así que será figurita repetida, seguro.

—No estás solo, tu hermano...

—¡¡No nombres a mi hermano!! —Me empuja.

—Escucha, está vivo —Me levanto del suelo y él niega con la cabeza.

—Eso es una mentira.

—¿Por qué te mentiría? Las voces son las únicas culpables de lo que pasó, pero ya Darren lo ha solucionado, no tienes que insistir con esto, déjalas.

—Ellas me advirtieron de esto, dijeron que inventarias cualquier cosa para ganar mi confianza, pero estaban equivocadas, porque yo no confío en nadie.

—¿No me crees? Ve a tu casa, está ahí, sin saber que ahora estás despierto, no queríamos preocuparlo.

Rueda los ojos.

—Patrañas, pero vamos a suponer que te creo —Sonríe —eso no cambia nada en absoluto, ya que solo confirma que sigues queriendo detenerme —Me señala enojado —¡Y metes a mi hermano en el asunto, las voces no tienen nada que ver!

Es evidente que no me cree.

—No entiendes.

—No, tú no comprendes, no estás considerando algo ¡Mi opinión! ¿Te pusiste a pensar si yo quería separarme de ellas? —Sus ojos vuelven a humedecerse —¡Claro que no! Tú has sido egoísta, permitiste que se las llevarán, que me alejaran de ellas y sabías perfectamente que yo las considero parte de mí —Se da la vuelta —¡Pero no! Tú quieres todo para ti y no tomaste en cuenta algo —Vuelve a mirarme —Cuando querías estar conmigo había más de una persona en mi cuerpo ¡Yo soy una de ellas! —Su rostro otra vez se llena de lágrimas al gritar —¡No puedes alejarme de lo que soy, es mi naturaleza!

—Yo no me enamoré de las voces, me enamoré de ti, Rein —Lo agarro de los brazos pero se suelta —y no estoy de acuerdo, esas cosas controlan tus desiciones, y no tiene por qué ser así. No pienso compartirte, menos con eso que ni sé qué es. Además, yo quería verte, ¿por qué iba a dejarte en ese estado? Así, petrificado, no tiene sentido para mí —Niego con la cabeza —. Para mí, yo sí cumplí la promesa, tú estás en un error.

No sé cómo terminamos discutiendo.

—¡¿Sí?! ¡¿A qué costo?! ¡¡Al costo que tú querías!!

—¡Deja de hacer que esa voces controlen tu vida, Rein!

—¡¿Y tú qué?! ¡¿Acaso no quieres controlar mi vida?! ¡¡Yo elijo si quiero que estén, no tú!!

—Rein...

—¡¡Vete a la mierda, Emmet!! —Se gira, abre un portal y se va.

—¡¡Maldita sea!! —Golpeo con fuerza la pared y mi mano sangra, el color de mis ojos cambia, mientras se forma un agujero en el concreto.

Quiero matar a alguien. Odio a esas malditas voces. Necesito descargar la ira que siento. Alzo la vista hacia el castillo.

—Quizás...

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora