53. No significa nada

562 97 21
                                    

Emmet

Avanzo por las calles del aquelarre, en dirección a dónde sé que se hospeda Darren. Me detengo cuando mis sentidos agudos detectan algo. Salto rápidamente al ver que Albert aparece para golpearme y rompe el piso al yo esquivarlo.

—Emmet —Entrecierra los ojos y se vuelven rojos.

—¿Qué quieres? No estoy de humor —exclamo sin expresión.

—Eres un rebelde y no tolero tu mera existencia, traidor.

—Ah ya te fueron con el cuento ¿En serio quieres tener esta conversación?

—Le dijiste a ese cazador que mi ama y señora Eloise, había matado a su hermana, en consecuencia ella perdió esa vida aquella vez. No mereces el perdón de ella y sin embargo te lo da. Estoy cansado de que perdone todo lo que haces, hoy acabaré contigo de una vez por todas —Su voz se va haciendo cada vez más grave de manera gradual y retrocedo a medida que empieza a crecer cambiando su forma a la de un monstruo con estructuras parecidas a las de un murciélago —"Te voy a desmembrar parte por parte" —oigo en mi mente.

—Mierda —Lo esquivo cuando me quiere golpear con su ala.

Mi velocidad es prudente pero no podré seguir esquivándolo por mucho más tiempo. Tiene muchísimos más años que yo. Mi vida vampírica acabará en un instante si no pienso rápido.

Logra pegarme y al primer golpe siento la pérdida de la sangre cuando ruedo por el suelo. El monstruo gigante se me acerca para clavarme una de sus garras y de repente veo unas chispas, seguidas de la aparición de una enorme hacha. Esta arma ahuyenta a Albert, ya que se nota que es parecida a la espada que tenía Seyn. Mi enemigo se retira antes de ser cortado.

Me levanto del suelo, encontrándome con los ojos de aquella cazadora.

—Nilay —la llamo por el nombre que le puso el demonio, pero es Meredith —¿Qué haces aquí?

Ella sonríe y el hacha que tiene se vuelve pequeña, así que la guarda colgándola en su espalda.

—Entonces es cierto, no le dijiste a Blake que vendí mi alma, ya que tú si sabes mi nombre, pero él ni está enterado —Se ríe —¿Qué hago por aquí? —repite mi pregunta pensativa —Acompaño a mi amo ¿Por qué? ¿Me extrañaste? —Se muerde el labio inferior.

—Creí que no te vería más. De hecho eso me lo juraste, pero veo que no eres mujer de palabra.

—Pasar mucho tiempo con un demonio, no te vuelve una buena persona —Camina hasta mí y apoya la mano en mi chaqueta —pero ¿Por qué hablamos de él? Si podemos hablar de nosotros.

Me aparto.

—No te confundas, no hay un nosotros. Que me hayas salvado no significa nada. De hecho sigo pensando lo mismo sobre ti que antes.

Frunce el ceño.

—¿Y qué es?

—Grábatelo en la cabeza, perdedora. Aunque hayas elegido este camino, sigues siendo la misma egoísta.

—¿Y tú no lo eres? —Alza una ceja y hasta usa un tono burlesco.

—Puede ser, pero a mí me interesan otras cosas.

Podría oler su fragancia a kilómetros. Alzo la vista hacia el techo del edificio y me cruzo con ese bello celeste mirándome. Comienzo a pensar que él también me sigue. Rein, con solo verlo me emociono, me vuelve loco.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora