Max
Si tan solo pudiera recuperar mis armas, no estaría metido en este enredo. Con el cual me refiero a una rubia pequeñita que se quiere casar conmigo, porque supuestamente le saque la castidad. En realidad ella no es el conflicto, el problema son los que me quieren cortar las bolas.
—Este lugar es enorme —Camino por la calle mirando a los guardias, mientras Uri da saltitos avanzando a mi lado, así que los señalo —¿Estos nos van a seguir siempre?
—Sí, solo a mi cuarto no pueden entrar —me cuenta sorprendida por mi pregunta.
—¿Y yo cómo entre a tu cuarto? —indago.
—¡Por la puerta! —Me saca la lengua y sale corriendo, entrando al edificio al cual la convencí de ir.
Sí, ahí están mis armas.
Obvio, averigüe dónde las esconden, la cuestión es encontrarlas en este enorme lugar y que no me descubran.
—Mira Max —Uri señala las luciérnagas, emocionada.
El lugar está decorado con varías cosas brillantes, es cómo silvestre y a la vez moderno, se ve impresionante.
—¿No has venido aquí antes? —pregunto con curiosidad.
—No, no me dejan salir mucho —Baja la vista triste.
—Que amargados —Me río.
Sonríe al levantar sus ojos celestes hacia mí.
—Tienes razón —dice con las mejillas ruborizadas.
Avanzo mirando el lugar y hay demasiadas puertas. Cualquiera podría ser la habitación dónde están mis armas. No terminaré nunca y no me dará el tiempo de revisarlas todas. Maldita sea.
De repente Uri se tropieza y me acerco a ayudarla, ya que sus guardias están un poco más lejos, para llegar a tiempo.
—¿Te lastimaste?
—Creo que la nariz —Se la cubre con ambas manos, al ver que le sale sangre —¡Voy a baño! —Sale corriendo y sus guardias la acompañan.
—Que densos —opino mientras veo como se alejan.
—¿No vas a aprovechar el momento? —Mi corazón se acelera al oír esa voz —Solo le di un poco de "mala suerte", las brujas son tan influenciables.
Me giro a mirarla.
—Nyx.
Sonríe con malicia.
—Hola Max, escuché tu problema, quizás podamos ayudarnos mutuamente —Revolotea sus largas pestañas de mujer —¿Qué dices?
—Hace tanto que no te veo, te ves —Hago una pausa —diferente.
Se ríe y camina hasta mí de manera seductora, apoya sus manos en mis hombros, entonces se acerca despacio a mi boca.
—Te necesito ¿Me ayudas?
—¿Qué sucede? —Me tenso, puedo sentir la maligna energía que emana de él.
—Me arrebataron a las voces Max, tengo que recuperarlas.
—¿Y qué quieres que haga yo? Estoy desarmado.
—Tus armas no son un problema —Chasquea los dedos y un portal se abre, están caen a un costado, lo que provoca que me sobresalte, pero vuelvo a mirar a Rein cuando me habla con ese tono tan suave —no fue difícil encontrarlas para mí, lo que no consigo descubrir dónde se encuentra, es el collar que retiene a mis voces.
—No tengo idea dónde están, nena. Lo juro.
—Shh —Posa un dedo en mi boca —lo sé, por eso quiero que te quedes y lo averigües, luego me encargaré del resto.
Agarro su mano y la alejo de mis labios, frunzo el ceño.
—No puedo quedarme aquí, me van a cortar las bolas.
Se ríe.
—Sí, oí la historia.
—¿Entonces? ¿Pretendes que siga con la fachada de la boda? —Me aparto —Mi amistad para contigo tiene un límite, que te quede claro.
Hace una carcajada.
—Sabía que dirías eso, por esa razón... —Apoya un dedo en el botón de mi pantalón y vuelve a acercarse a mi rostro —no estoy hablando con Max el amigo, sino con el hombre, el macho que sigue caliente conmigo ¿No te parece buen trato?
Me muerdo el labio inferior.
—No juegues con eso —Me acerco a su boca y se aparta riéndose.
—No, no así no funciona, tú has tu parte y yo te daré lo tuyo, piénsalo todo lo que quieras —Me guiña el ojo.
Le miro el trasero cuando se gira y abre un portal, desapareciendo al atravesar este.
—Mierda, que calor —Paso mi mano por mi cabello castaño, analizando toda la situación.
Así no se debe jugar con la calentura de un hombre.
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Aradia #5
ParanormalLa razón del todo. Bienvenida al aquelarre Osiris, Aradia. Historia anteriormente llamada: Rechazada. Saga Restauración #5