68. Contrato de sangre

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Emmet

Perdí a Nyx de vista, desde que llegó la pandilla a la posada no puedo encontrarlo. No sé si será coincidencia, pero antes me seguía y ahora ha dejado de hacerlo. Llego al lugar del manantial pero no veo a nadie por aquí, hasta que mi olfato no me falla. Me doy la vuelta y me giro a verlo.

—Leik Misteik.

—Ha pasado tiempo, Emmet —dice aquel demonio sentado en una roca, sosteniendo a Darren en su forma de chica, el cual se encuentra desmayado —¿Sigues trabajando de guardaespaldas? —Huele su cabello —En esa época me sorprendió que no recordarás que eras un vampiro, ni me reconociste, que decepción.

—¿Se puede saber qué estás haciendo?

—Toco a Darlene —Sigue apoyando el cabello en su nariz.

—Darren —lo corrijo.

—Darren es nombre de chico y a mí me gustan las chicas —Besa su mejilla —¡Va! Está en mi naturaleza que me tengo que alimentar de mujeres, aunque no me molesta que sea un hombre —Se ríe —. Después de todo soy un íncubo, no un súcubo, pero que sexys que son esas súcubos —Se muerde el labio inferior.

—Deja de delirar y suéltalo ahora —digo firme.

—Pero si no hice nada —Mira levantando un poco la falda del restaurador y acota sobre su ropa interior —. Es roja, pasión —Gruñe —que rico —Chasquea los dedos —. Y no puedo soltarla, me pagarán con muchas almas por vigilarla.

—Así que por eso estás aquí.

Sonríe.

—Sí, negocios. Puedo notar que ya te cruzaste con mi adquisición —refiriéndose a Nilay —¿No le dijiste a tu hermanito que me la quedé yo? —Ladea la cabeza —¿Por qué?

—Preferí decirle que está muerta a contarle que lo abandonó por un demonio —expreso cortante.

Se ríe.

—Bueno, yo le di todo lo que la vida humana no le puede dar, no veo nada de malo en eso —Mueve el dedo —. No ¿Sabés qué? Tienes razón, no es nada fácil complacerme, ni en la cama ni en el trabajo —Se ríe —soy muy quisquilloso, siempre me gusta tener más y mis esclavos no terminan bien cuando pasa eso —Alza las manos —pero no importa, ellos querían vivir como reyes, pues para mí se lo buscaron solitos, no es mi culpa.

—Las personas cambian de opinión —aclaro recordando cuando Meredith se cortó las venas para firmar el contrato.

Por eso ese día, yo tenía su sangre en mis manos, intenté detenerla pero fue demasiado tarde. Y cuando llegó Blake, no reconoció su olor porque ella dejó de ser humana.

—Sí, pero eso no es mi culpa —repite —. Igual, tarde o temprano se acostumbran, Nilay está muy bien, por si me lo preguntas.

—Consiguió alimentar su ambición, pero a un costo muy alto, no le veo un buen futuro, pero cómo no me interesa, mejor acabo con esta conversación absurda —A toda velocidad, me le acerco y logro darle un puñetazo, lo que hace que suelte a Darren y yo consiga atajarlo —. Hey, despierta —le digo —. Necesito una nueva estrategia —Le tapo la nariz, dejándolo sin respirar.

—¡Ay! —Despierta de repente y se abraza a mí, mirando para todos lados —¿Emmet? —Observa que tiene sus piernas agarradas a mi cintura —Eso no le va a gustar a Seyn.

—Guardaré el secreto.

—Gracias —Se baja, pero cuando se gira y ve a Leik levantarse del suelo, se sube otra vez sobre mí —¡Ay mamá!

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora