7. En peligro

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Max

Avanzo por los pasillos, al menos ya me dieron ropa, y la pequeña rubia me hace avanzar mientras sostiene mi mano. Si la suelto ¿El guardia me corta mis amadas partes? Debo ser cauteloso, cualquier acción errónea puede terminar en tragedia. Solo debo encontrar mis armas y descubrir cómo irme de aquí.

—¡Oh cielos! —oigo una voz conocida. Veo a Aradia correr hasta mí —¡Max! —dice feliz —¡Sálvame, me secuestran! —Se lo piensa —Un segundo ¿Tú también estás atrapado aquí?

—¿Quién es? —intercede Uri enojada antes de que pueda contestarle a la única brujita encantadora de este lugar.

Nótese que las demás, pareciera que quieren matarme o cortar mis partes inferiores.

—Es Aradia —Veo a una rubia alta que la presenta —invitada de la Reina Madre —Me señala —¿Él quién es? No puedes traer extraños aquí, Uri.

—¡Es Max, mi futuro esposo! —expresa muy feliz la pequeña.

—¡¿Te vas a casar y no me invitaste?! —Se indigna Aradia.

—¿Qué? ¡No! —exclamo alarmado.

—Si la Reina Madre te oye y descubre lo que hiciste, te cortará las que tú sabes —Uri señala mi entrepierna —así que más vale que no lo niegues delante de ella.

La rubia alta entrecierra los ojos y me mira de mala manera.

—¿Qué hizo? ¿Por qué dices que es tu futuro esposo?

—Fue inevitable, Calipso —responde avergonzada —pero ya no conservo mi pureza.

—¡Ay! —grita Aradia y se cubre la cara sonrojada —¡¿Qué tema de conversación es este?!

—Uno sobre sexo —respondo.

—La gente habla de eso con tanta facilidad —agrega tímida al mirarme.

La tal Calipso se acerca furiosa hasta mí y me señala.

—Escuchame bien, ya que has hecho tal acto desvergonzado a una elegida, más te vale que obedezcas todo lo que se te dice ¿De acuerdo? —advierte.

—No me parece correcto amenazarlo —acota Aradia —solo porque... —Se sonroja —bueno, hizo eso.

—Son las costumbres —le aclara —pero tienes razón, no sé le puede dar un trato diferente a uno que a otro.

La brujita castaña se lo piensa.

—¡¿Hablas de Jovan?! —Se sorprende —¡¿No me digas que lo encerraron por eso?! —grita mientras sigue sonrojada.

—¿Tú qué crees? —expresa con sarcasmo.

Bueno, de una cosa estoy seguro, mis bolas están en peligro, por tener sexo, el cual ni siquiera recuerdo.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora