30. Monstruoso

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Calipso

El sonido de las alarmas sigue sonando y alzo la vista cuando se abre la puerta de mi casa, visualizo a mi marido entrar, quedándome estupefacta.

—¿Break? ¿Qué haces aquí?

El morocho sonríe.

—¿Ni un beso para mí? —Se me acerca, agarrándome de la cintura y une sus labios con los míos, pero me aparto —Que arisca —opina.

Miro hacia al suelo, pasando los dedos por mi boca. He sido muy poco disimulada, pero no me esperaba que viniera.

—Volviste, de tu viaje —Del hechizo que te puse más bien.

—Sí, vine a proteger a mi querido aquelarre. Aunque en realidad hace rato que volví, solo que no encontraba el camino casa. Que extraño ¿no?

¿Me descubrió? Podría ser, pero si fuera así, estaría enfadado, a menos claro que hubiera hablado con la Reina Madre antes de venir aquí.

—Bueno, debo irme —Avanzo hasta la puerta pero él me detiene agarrándome del brazo —¿Qué? Tengo que ver qué sucede con ese vampiro —refiriéndome a las pantallas.

—Olvídate del trabajo por un momento y piensa en nosotros.

Frunzo el ceño.

—No hay un nosotros, nuestro matrimonio es arreglado y te estás poniendo demasiado denso —Miro su mano —. Suelta.

—Con más razón —Tironea de mi brazo, empujándome contra su cuerpo —hay que hacer lo que nos fue encomendado y después divorciarnos.

—¿Podemos hablar de tener hijos en otro momento? ¿Por qué la prisa? —Forcejeo.

—Porque para eso nos casamos ¿o no? —Se acerca a mi rostro.

—Sí pero... —Logro soltarme —. Hablamos después, tengo que irme.

—¡Calipso! —lo oigo llamarme pero ya me aleje lo suficiente para por suerte que no logré alcanzarme.

Avanzo por las calles y saco de mi bolsillo una pequeña varilla, recito el hechizo que la convierte en báculo. Gracias a esto para mí no es necesario hacer otros conjuros, uso la magia con solo este, muy pocas brujas pueden hacerlo. Por eso la Reina Madre me ordenó casarme con Break, para que yo pudiera tener descendencia con estos genes. Él es un hechicero con la misma cualidad y por eso tendría más posibilidades de que mis hijos nazcan con tal poder.

Muevo mi báculo e intento localizar al vampiro, varias brujas deben estar intentando encontrarlo o ya lo han hecho y se le están enfrentando. Si es así, debo darme prisa para brindarles mi apoyo, ese tal Albert dicen que es peligroso, no puedo dejar que novatos sacrifiquen sus vidas porque sí, incluso aunque a la Reina Madre le dé igual.

Bien, lo encontré, o mejor dicho su rastro, maldición. Corro a ayudar a las brujas heridas.

—¿Estás bien? —le digo a una que intenta levantarse.

Me agarra de la ropa nerviosa.

—Es... es un monstruo.

—Un monstruo —repito lento oyendo los paso, alzo la vista viendo esas garras oscuras.

Y me cruzo con eso ojos rojos que dan miedo. Mi visión se abre en grande cuando lo veo más nítido, es enorme, tan grande como un vehículo.

Un monstruoso murciélago gigante.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora