50. No puedo vivir sin ti

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Seyn

Camino por el pasillo de la posada, entro a la habitación y veo a Maik dormir. A quién no localizo es a Darren.

Alzo una ceja.

—¿Dónde está?

—Oí algo sobre la cocina —responde el semidormido y asiento.

Voy hasta el comedor y como me dijo Maik, mi pareja, siguiendo con su forma de chica, ayuda a la cocinera en la barra.

—¿Qué haces? —pregunto —¿Debes descansar?

—Tengo energía —Sonríe y agarra una caja, la acomoda en una esquina del comedor —¿Crees que quede bien ahí?

—Eh, sí, supongo —Lo miro raro —¿En serio te vas a poner a hacer eso?

—La mujer necesita ayuda, esto es un desastre y su espalda no está bien ¿No te preocupa?

—No, sinceramente no ¿Y cómo sabes eso? —Veo que camina, así que no logra escuchar mi pregunta, se sienta en una mesa y se pone a decorar unos postres, así que me le acerco —¿Sabes lo que me preocupa en realidad?

—¿Qué? —No me mira y sigue organizando todo.

—Tú.

Gira su vista hacia mí y me sonríe.

—No tienes por qué.

Me agacho de repente y agarro sus manos.

—Darren, dos veces casi te pierdo, me asusté mucho —Me abrazo a su cintura —cuando vino ese murciélago gigante y también cuando nos rodearon las brujas y te desmayaste, me preocupe mucho. Si te pasa algo me muero, es en serio.

Apoya su mano en cabeza.

—No te preocupes, no me pasará nada ¿Lo olvidas? Soy la perfección —intenta animarme —. Además tengo un bello caballero protegiéndome.

—Es que no puedo vivir sin ti.

—Lo sé.

—Te amo —Alzo la cabeza y lo beso —¿Te casas conmigo?

Se queda tildado observándome. Entonces levanta una ceja.

—¿Eh? No.

—¿Qué?

Se me rompió el corazón. Bajo la cabeza poniéndome triste y oigo que se ríe.

—Claro que sí, bobo.

Me volvió el alma el cuerpo. Me sonrojo y alzo la cabeza a mirarlo.

—¿De verdad?

—¿Ves a alguien más a quién le esté respondiendo? —Observa para un lado y otro —¡Ah, sí! —Se levanta de su silla, haciendo que lo suelte.

—¿Qué? —digo aturdido viendo que se acerca a un chico.

—Disculpa ¿Te casas conmigo? —le pregunta y yo me sobresalto.

—¿Eh? —expresa el muchacho sonrojándose.

—Eso es lo que me pidió que te dijera la chica de allí —Señala a una jovencita que está sentada en otra de las mesas.

—¿De verdad te dijo eso? —exclama sorprendido.

Veo que el chico se acerca a ella y acto seguido están riéndose juntos.

—¿Cómo sabías que pasaría eso? —Camino hasta mi pareja.

—Intuición de restaurador —Darren contesta tranquilo observándolos.

Sonrío y toco su mejilla, así que vuelve a mirarme. Así que lo agarro de la cintura, acercándolo hasta mi cuerpo.

—Así que... ¿Darren Wein de Bradford?

—Me gusta más cómo suena, Seyn Bradford de Wein —Se abraza a mi cuello —¿Y dónde está mi anillo?

—Voy a conseguirte uno que sea de tu prestigio, tenme paciencia, no hay ninguno que pueda compararse con tu magnificencia.

—Lo sé, cariño, lo sé —Me besa y le correspondo.

De repente la puerta de la posada se abre y entra un tipo con unos cuernitos y una cola de flecha.

—Un segundo, yo conozco... —digo pensativo —¿Tú eres el que nos abrió la puerta? —Reacciono —¿Darren? —Veo que se queda pálido observando al tipo.

—Hola, Darlene —Sonríe lo que creo que es un demonio.

—Leik... ¿Leik Misteik? —titubea mi pareja mirando las partes no humanas de ese hombre y baja la mirada —. Mierda —maldice por lo bajo —eso explica muchas cosas. Ahora vuelvo —Se gira y camina despacio en dirección a la cocina.

Está aturdido.

¡¿Qué está pasando aquí?! ¿Darlene? ¿Desde hace cuanto no escucho ese nombre? ¿Y por qué lo llama así?

Ya me enfade.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora