55. Perderse en la mirada

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Blake

Ceder a la tentación es algo que un científico no puede evitar. Malditas fórmulas que no te salvan de los sentimientos. Ace sostiene mi mi barbilla y se acerca despacio a mi boca, le correspondo sin calcularlo mucho. Él me agarra de la cintura, acercándome a su cuerpo, después su boca depósita besos en mi cuello y yo cierro los ojos.

—Espera... —expreso pero corto lo que voy a decir porque siento su lengua en mi piel.

—Quieres profanar un manantial ¿cierto? —Mordisquea mi cuello.

De hecho que le moleste a la Reina Madre sería hasta un plus, pero no estoy seguro de pensar bien las cosas.

—No me manipules —Me alejo un poco y lo observo directo a los ojos, por lo tanto se muerde el labio inferior.

—¿Te he dicho lo mucho que me gusta tu mirada? Podría perderme ahí todo el tiempo —Me abraza de repente y me sobresalto —. No te manípulo, solo te digo los beneficios de nuestra unión —susurra en mi oído —¿No te gusta negociar acaso? Mira, tenemos cosas en común, que delicioso —Me muerde la oreja.

—¡Hey! —me quejo —De hecho me acuerdo de nuestros negocios.

—Si te vas a enojar por nuestro encuentro sexual anterior, te recuerdo que la pasaste bien al final —Toca mi cabello —. Además... —Agarra mi mano y me guía hasta la orilla, sacándose el calzado —soy muy bueno sacando las malas energías, sobre todo en el agua.

—Voy a arrepentirme de esto —Bufo y también me quito las zapatillas.

Los objetos que podrían dañarse, cómo los teléfonos y el rastreador que tiene, quedan en la orilla. Entonces caminamos descendiendo en las piedras, el agua cristalina nos cubre hasta la cintura.

—Quizás lo celebres —Vuelve a atacar mi cuello pero esta vez lo muerde y succiona mi sangre —. Manchar este manantial suena buena opción ¿no crees? —Se saca la camisa y la tira cerca de la orilla. Se relame los labios —. No quise que te quitarás la ropa por completo porque sé que aún tienes un complejo con tu cuerpo.

—No lo tengo —Me sonrojo enojándome y apoyo la mano en la herida de mi cuello, que tarda en curarse más que la de un vampiro normal.

—Que mentiroso —Me da un beso largo y tendido, para luego pasar sus manos por debajo de mi remera, lo que provoca que respire agitado —. No te preocupes, el morbo es excitante —Toca despacio alrededor del agujero de mi torso —. Sobre todo aquí —Acaricia la parte dónde sobresale mi corazón —. Me encanta lo nervioso que te pongo, mira cómo palpita de lo rápido que está.

Bajo la vista sin saber que hacer, él usa su otra mano para levantarme la cara y acto seguido besarme de nuevo. Segundos después, bajo el agua, termina abriendo mi pantalón. Muerde un poco mi labio y luego señala su cuello.

—¿Intercambiamos sangre? —pregunta y sin dudarlo hundo mis colmillos en su cuello.

—Ay Vampirito, que agresivo —opina pero lo ignoro.

Me pierdo en la sensación de excitación al beber su sangre.

Mientras tanto, Ace no desperdicia el tiempo, la ropa interior flota en el manantial y mis piernas son alzadas, mi espalda choca contra las rocas. Estira la mano y agarra un lubricante que estaba en la orilla, se lo apoya levemente en los labios.

—Este es resistente al agua —aclara.

Levanto una ceja.

—¿Por qué no me sorprende que tengas uno?

—Porque eres muy inteligente —Me besa y le correspondo.

Hago un jadeo cuando utiliza esa sustancia dentro de mí y al oír el plástico sé lo que viene. Estando encima mío, Ace une nuestros cuerpos y el sonido del agua moviéndose no se hace esperar.

Bueno, al final tiene razón, esto es la profanación del manantial. El objetivo está hecho, lo que quedan son otras cosas.

Como aceptar la situación.

Le clavo los dedos en la espalda, hay un sonido de crujido, y sale sangre de allí, aunque se cura enseguida. Mi cuerpo tarda más en sanar, no tan lento como los humanos, pero aún así no se regenera tan pronto. Eso me crea tanta molestia. Así que hundo mis dientes otra vez en su cuello, ya que la envidia me corroe.

Beber sangre es lo único que me distrae en realidad.

—Mi cielo, mi paraíso —susurra Ace y siento el latir de mi corazón —. Tan bonito —Lo toca otra vez y me confundo —. Ya tengo tu atención —Ríe cuando mis colmillos sueltan su cuello y me cruzo con su mirada —. Cómo me gusta perderme en esos ojos —opina.

De algún modo ya no lo pienso tanto y en el transcurso del momento, no puedo dejar de observarlo mientras el movimiento sigue en el agua.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora