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C A P I T U L O  23

F I N N

No tomo noción del tiempo y solo éstoy en medio de la clase de Sociales "asesinando" la goma de borrar con la punta afilada de mí lápiz una y otra vez; ésta se rompe y queda incrustada que es imposible sacarla... Pero, no es tan importante, es una costumbre que me dedico hacer cuándo estoy ansioso o aburrido de algo, y sí, la clase se estaba extendiendo a tal punto que todos empezaban a quejarse de que la profesora éstaba hablando más que en una conferencia de prensa. Afilo mi lápiz de nuevo y vuelvo a repetir mí acción hasta que me distraígo mirando hacia el puesto de mí derecha.

Élisabeth, está leyendo algo con tanta concentración que no se da cuenta que la estoy viendo, y no era el libro que hacía referencia a la clase, si no, el libro de "novelas" fantasiosas que la mayoría de veces leía en medio de todo sin importar qué. Ése no era el punto, él punto era que no me miraba aunque sea por accidente, lo comprendía... No después de lo que pasó en la mañana por estar de intrépido y no tocar la puerta antes de entrar ¡Fué sin completa intención!

La imagen llega a mí cabeza recordando lo plano de su abdomen y lo curvilíneo de su cintura tan sutil que la blancura de su piel creaba buen contraste con apenas la tela que le cubría... «¡No, no! No pienses éso Finn» me regaño mentalmente agitando la cabeza y siento como mis mejillas arden a tal punto que siento fogaje como si una fiebre se aproximara.

―¿Qué lees? ―me atrevo a preguntarle; ella me mira por unos segundos y vuelve a centrar la vista en el texto sin darme importancia―. ¿Pasarás de nuevo un día entero sin hablarme? Haz rompido el récord.

―Cállate, no dejas que me concentre ―replicó pasando a la siguiente pagina―. Y sí buscas una buena respuesta de lo que me sucede, pues sí... Aún sigo enojada contigo.

―Fué un accidente ―suspiré―. Como sea, no voy a molestarte si es lo que quieres, lo cumpliré... Me mantendré con la boca cerrada y lejos de tí todo el día.

―Ya qué ―rendida, se volvió a verme―. Tengo una pregunta para tí.

Alcé las cejas sorprendido por su tan repentino cambio de humor―. ¿Sí?

―¿Haz dado tu primer beso?

Apenas rechisté y solté una pequeña risa por su pregunta y, antes de que pudiera decir algo ella se interpuso dejándome con las palabras al aire.

―Olvídalo; es obvio éso. ―dijo con las mejillas un poco coloradas guardando el libro en su mochila―. No respondas éso.

―Es algo normal tu pregunta, no es nada del otro mundo ―balbuceé alzando los hombros sin darle mucha importancia―. Creo que lo dí apenas en preescolar a los cinco ―me eché a reír vigorosamente―. Y que yo sepa, tu no lo haz dado aún... Y está bien, no te apresures.

―¿Quién dijo que lo estaba? Solo era curiosidad.

―Una curiosidad que despierta mucho la mía ―alcé las cejas viéndola con atención―. ¿Quién será el innombrable afortunado? Nadie lo sabe. ―mascullé apoyando mis brazos en la mesa de mi puesto-

―Ni yo lo sé, créeme... Solo quiero que sea especial ―sonrió un poco más suelta en aquel tema que de la nada había surgido―. Así tan especial cómo en los cuentos ficticios o el chico de mis dibujos.

―¿Entonces ése es tu sueño, cosita? ―meloso, contesté-

―Tengo muchos sueños la verdad, y uno de ellos es ir de la mano con el amor de mi vida, besarnos bajo la fría agua de la lluvia o en medio de un espectáculo en el cielo como fuegos artificiales o la aurora boreal.

―Aurora boreal, he leído sobre ellas ―sonreí, ella baja la cabeza con una pequeña risilla jocosa mirando las palmas de sus manos―. Quizás algún día tu sueño se cumpla, mientras... Si no lo logras capaz yo te llevaré.

―Venga, es imposible ver una. ―se echó a reír―. Mi sueño quedará frustrado, que más da.

Me quedé callado por un par de segundos y al final solo me limité a levantar los cejas y hacer una mueca con la boca por su tan hermoso "pesimismo"... El timbre de hora de descanso hace acto de presencia y todos se levantan como siempre, como unos salvajes sin educación empujándose unos con otros como si su vida dependiera de ello.

Recojo mis cosas y salgo antes yendo por el pasillo que daba a la cafetería; por unos largos segundos sentí su andar a mí lado pero luego se detiene a mitad del camino y yo imito su acción mirándola extraño.

―¿Qué pasa? ―pregunté-

―Vuelvo en unos minutos, olvidé entregarle el informe a la profesora ¡Regreso en un santiamén! ―avisó y sin decir nada más fué corriendo rumbo al aula de clases-

Mientras la veo irse no sé que pensar; ni siquiera me dió tiempo de responderle así que... Pego la vuelta y sigo en pasos lentos rumbo a mi destino por supuesto, debía llegar antes y apartar una mesa para los dos antes que la cafetería colapsara. Meto mi mano derecha a mi bolsillo delantero buscando alguna moneda o billete para adentrarlo a la suspensa de refrescos que hay a la esquina, pero una pizca de torpeza me invade dejando caer varias al suelo.

―Joder, lo que faltaba ―maldije a lo bajo agachándome recogiendo cada una de ellas rápidamente-

Cuándo creo lograrlo, me levanto contando los centavos para asegurarme cuantos me acompañaban para sobrevivir estás semanas, una presencia frente a mí me hace pegar un brinco petrificado.

―¡Hola! ―dijo con voz chillona nada más y nada menos que Betty, alias rubia oxigenada―. ¿Como estás?

Mis labios se entreabrieron con demasiada confusión y volteo viendo detrás de mí para confirmar que estaba hablando con alguien más... Pero no, no había nadie cerca mío y éso levantó aún más mi sorpresa.

―Es contigo tonto ―me volví a verla―. Te he saludado ¿No corresponderás?

―¿Por qué debería hacerlo? ―arrugué la frente―. Sí tengo entendido es que tu y yo dejamos de hablarnos por mucho tiempo y las cosas no quedaron bien ¿Por qué te acercas de nuevo?

―No deberías hablarme así ―soltó una risa dando un paso más haciéndome retroceder―. ¿Entonces, Wolfhard?

―¿Qué quieres, Betty? ―suspirando volqué los ojos con pereza-

―¿Por qué no quieres hablar conmigo?

―¡Dios! ¿Llevas los santos cojones para preguntarlo? Es muy obvio. ―contesté serio y de forma muy inapropiada―. No me agradas, me caes pesado... ¡Molestas a mi mejor amiga cada vez que se te antoja!

―¿Hablas de la estúpida Wilson? Ella es una gran tonta, deberías juntarte con personas de más clase como yo... Como los viejos tiempos ¿Recuerdas? ―bufé y me dí la vuelta dispuesto a irme, pero ella me sostiene de la muñeca―. Espera, no te vayas aún.

―Termina de decir que coño quieres y déjame en paz.

―Yo no tengo nada en contra de ti Finn ―con voz inocente susurró mirándome―. ¿No te acuerdas cuando solíamos ser buenos amigos? Desde que llegó ella me olvidaste, eres un maldito desleal y éstoy segura que lo mismo pasará con ella cuando conozcas a alguien más.

―Me alejé porque cambiaste demasiado... Por ser hija del director querías pisotear a los demás, te dije que pararas, pero no... Preferiste seguir siendo una porquería  ¿Que pretendías? ¿Que apoyara tu actitud?

―Da igual, quiero ser una persona nueva y estoy dispuesta a cambiar todo aquello que arruinó lo pequeño que los dos habíamos construido ―hizo una pequeña pausa―. Escúchame, solo quiero que vayas al baile conmigo, por favor ―soltó sin estribo tomándome de ambas manos que un escalofrío recorrió todo mi ser-

―¿Qué?

―Falta mucho para éso... Yo... Sólo desearía que aceptes, tan solo por ése día, es el baile de verano... Antes solíamos asistir y lo extraño mucho.

Solté una risa irónica zafándome de su agarre―. Diablos, sin duda ésto es lo más inaudito que me han dicho en toda mi maldita vida... ¿Como pretender éso? ¡Después de todo lo que le haz echo a Élisabeth? Discúlpame pero no, ¡Mil veces no! Dile a Jonathan o a cualquiera pero no cuentes conmigo.

―Pero...

―A tomar por culo ―me dí la vuelta―. Game over, adiós.

―¡Eres un... ―chilló molesta a mis espaldas mientras me alejaba de ella en pasos firmes y rápidos―. ¡Te odio! ¡Vete a la mierda!

―¡Que mal! ¡No pretendo volver hacía tí!

Reí burlón volteando a ver recibiendo un gesto grosero con su mano.



┃┃
2

Llego a casa después de una larga tarde llena de deberes en los que debería sumergirme ahora mismo; lo primero que hago es quitarme los zapatos y correr descalzo hasta mí habitación recibiendo regaños de mí madre anunciando que pescaría un resfriado. Luego de acompañar a Élisabeth a su casa caminé dos cuadras más hacia la mía, no pude contarle lo que había pasado con Betty y si se lo contaría no iba a procesarlo de ninguna manera, era difícil de creer, ni yo mismo podía asumirlo.

Era cierto que habíamos sido buenos amigos años atrás, incluso, eramos un hermoso grupo inseparable conformado por Christian, Svenja y Emma Jones (prima de Betty) que se fué de la ciudad hace un año y perdimos por completo algún rastro de comunicación. ¿Por qué el grupo se dispersó? Betty cambió y cada quién tomó su rumbo; claro, Sven, Chris y yo seguíamos siendo buenos amigos a pesar de no andar de aquí allá como tiempos anteriores.

Llegando a un punto exacto, no resumiré todo lo que hice en el día más que sumergirme en mi miseria y quejarme de existir por estár ahogado de tareas, necesitaba alguna distracción y ésa distracción que me hacía feliz estaba a minutos de mi casa... Sí, quería verla a Élisabeth a pesar de haber pasado la mitad de mí día con ella y verla todos los días. En cualquier momento me hacía falta sus chistes inoportunos, sus berrinches y la forma de molestarse cuando bromeaba con algo que no le agradaba, más que todo cuando se trataba de Jaeden, el chico buitre que me persigue hasta en mis pesadillas.

Y sí, la excusa que había encontrado para ir a verla era llevarle su cuaderno de historia que me había prestado muchos días atrás, iba a llevarlo y probablemente le llevaría una de ésas sorpresa que tanto ama: Chocolates que ambos disfrutábamos sentados justo en el balcón de su cuarto al atardecer.

En mi mano derecha sostengo los dulces y su cuaderno con respectiva portada roja, después de dos timbrados su madre es la que me recibe algo extrañada.

―Finn ―me sonrió-

―Señora Claire ―correspondí su saludo―. ¿Se encuentra Élisabeth?

―Por supuesto, entra, está en su habitación ―hizo espacio dándome acceso―. Tienes todo el permiso.

―Muchas gracias ―reí-

Paso con algo de pena y voy escaleras arriba hasta su habitación en dónde estuve apunto de entrar hasta que recordé el suceso de la mañana, no iba a repetirlo de nuevo así que toque varias veces sin recibir respuesta alguna.

―Vale, voy a entrar con medidas de seguridad porque te lo he prometido ―cubrí mis ojos con mi mano izquierda y giré el pomo lentamente con la mano disponible entrando a la habitación―. ¿Ves? Estaba tocando la puerta y no contestaste.

El silencio fué la única respuesta que obtuve, me preocupé y dejé de cubrirme la vista viéndola sobre su cama dormida muy profundamente en posición fetal como si el frío se apoderara de ella hasta los huesos.

Me acerco con máxima cautela viendo aquella libreta de dibujos en su mano con la imagen de ése chico que tanto habla, levanto apenas la comisura de mi labio con una diminuta sonrisa ¿Por qué sonrío? Me parecía tan tierna que era imposible no hacerlo y su talento era el más sensato que puede existir. Tomo aquello con mucho cuidado de ni despertarla, ella se mueve un poco por mi tacto pero vuelve a dormirse soltando un suspiro bajo y suave.

Coloco la libreta en su mesa de noche, con su pequeña colcha al pie de la cama la arropo con dulzura y le doy un beso suave en la cabeza como si fuese su protector envidiable, y éso sentía... Dejo los dulces en su mesa de noche con una pequeña nota "Finn Wolfhard estuvo por aquí, espero que los disfrutes cosita:D" reí un poco y me vuelvo a verla echando otra sonrisa suave y lenta como si disfrutara verla dormir.

Ella era malditamente perfecta...

EL CHICO DE MIS DIBUJOS© [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora