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C A P I T U L O  14

NARRADOR

Instituto, Lord Beaverbrook.

Habían pasado tan solo dos semanas, día Lunes, ambos adolescentes se encontraban parados frente al gran edificio del instituto; él chico pálido de ondas largas da un suspiro cansado; su mañana no había sido de la mejor ni la noche anterior... Todo estaba de cabeza y es que, no estaría de muy buena forma después de haber recibido una llamada de su padre. Una llamada que reinició su vida casi desde cero, una llamada del ser que prefirió alejarse y ser poco hombre antes de asumir a su corta familia, y sin embargo, se fué con otra más decidiendo estar al lado de unos críos que ni siquiera eran sus hijos biológicos, a final de todo, no se dió la molestia de contestarle.

Ni siquiera sabía como había conseguido su número telefónico, estaba petrificado, pero no lo odiaba, después de todo era su padre y éso nunca nadie en su más sano juicio podría cambiar. Algo que sabía era: "Cuando una persona decide irse de tu vida y superas el cambio del vacío que dejó en ti, todo da un paso nuevo a un reinicio, pero cuando la persona decide volver es una pieza que ya no encajará jamás por más que lo intente".

Era una pieza que ya no quería más en su vida; y estaba bien sin él, adoraba a su madre y aunque solo la tenía a ella y a Élisabeth, era lo único que lo motivaban a ser feliz y aliviar ése dolor.

―¿Por qué la campana ha demorado tanto en sonar? ―Élisa, habla y el despierta de sus pensamientos enfocando su mirada con la de ella mientras caminaban pasillo adentro; tenía ése sentimiento de contarle lo que anoche ocurrió pero, prefirió callarlo, no tendría importancia querer mencionarlo ahora-

―¿Ansiosa por entrar acaso? ―vaciló tratando de al menos sonreír y no delatar como se sentía en ése momento―. Parece que sí

―Claro que no ―volcó los ojos―. Solo me parece extraño que ya sean las siete y treinta ―jaló la mano de él mirando el reloj que ya hacia en su muñeca―. Cuando la hora exacta es a las siete y quince ―continuó-

―De seguro no va a demorar por mucho tiempo, yo no estoy tan ansioso que digamos ―dijo enfocando ahora su vista en una chica castaña de cabello rizado entrando por uno de los pasillos―. Dame un segundo, no tardo ―se zafó despacio de su agarre y dió pasos precipitados rumbo al pasillo tratando de alcanzarla-

―¡A donde vas! ―preguntó en voz alta confundida―. ¿Finn?

―¡Es Sven! ―señaló el pasillo por dónde desapareció la mencionada―. Le presté mí guía de matemáticas, no tardo ―repitió haciendo un ademán desapareciendo totalmente de la escena-

Donde Élisabeth Wilson quedó paralizada completamente sin entender de quién se trataba; hasta que después de unos minutos en la misma postura recordó que era la chica que compartía Sociales con ambos. Dió un resoplo y giró para quedar frente a la taquilla, introdujo la pequeña llave sin pensar mucho cuando antes de hacer un intento para abrirla una mano bruscamente le cierra la pequeña puerta.

Una mano blanquezca, llena de pulseras ñoñas con colores extravagantes fluorescentes en su muñeca es lo primero que vió antes voltear y encontrarse con ésos ojos grisáceos llenos de mucha envidia y enojo, se podía notar a millones de kilómetros, más que todo que la chica rubia jamás la dejaría en paz, o éso parecía. 

―Betty ―dijo entre dientes cansada―. Vaya, ya te comenzaba a extrañar

La mencionada mastica un par de veces más el chicle que traía en su boca como de costumbre creando una enorme burbuja que al segundo explotó en la cara de la castaña harta y agobiada de su presencia que ya estaba ausente los anteriores días ¿Exactamente que es lo que buscaba?

―¿De verdad? ―replicó con una sonrisa―. Éso es tan-

―No ―interrumpió con una sonrisa falsa dándose la vuelta―. Ya déjame en paz, ¿quieres?―intentó abrir la taquilla de nuevo cuando la rubia volvió a impedírselo―. ¡Mierda!

―Creo que no te quedó claro lo que te dije hace unos días ―soltó una risa hilarante―. ¿Lo olvidaste Wilson?

―Lamentablemente sí ―volvió a girarse ahora encontrándose no solo con Betty, si no con Kia, parpadeó un par de veces incrédula―. Genial

―Voy a refrescarte la memoria ―dijo haciendo un movimiento con la mano sin quitarle la mirada fija e intacta sobre ella―. Kia... ―ordenó en tono imperial-

Élisa, arruga la nariz sin entender ni lo más mínimo, cuando todo la toma de sorpresa. La pelirroja ya había tomado un enorme bote de basura y lo había vaciado todo sobre ella deshaciendo todo tipo de olores putrefactos. No pudo sentir vergüenza ante la vista de todos, en cambio, una ola de enojo la inundó con ganas de abalanzarse sobre ella y arrancarle cada parte del cabello.

―¡Eres una..! ―gritó enojada quitándose trozos de comida descompuesta del cuerpo―. ¡Maldita sea Betty me las vas a pagar!

―¿Vas a llorar? ―se burló―. Que patética eres... Vámonos Kia ―puso los ojos en blanco y meciendo su cabello como todas las veces, se dió la vuelta dispuesta a irse-

No le resultó tan fácil, un jalón de cabello le desprendió haciéndola caer al suelo, un grito de dolor fué su respuesta cuándo Élisabeth se abalanza contra ella y todos los estudiantes rodean el conflicto gritando eufóricos "Pelea"... Todo se sale de control apenas dos contra una, pero cuando el enojo le inundaba el cuerpo era imposible que alguien la detuviera, ni la fuerza de dos hombres juntos. Betty chilla tratando de zafarse de sus golpes bruscos pero es imposible, mientras más gritaba más golpes recibía a puño cerrado, Kia intenta intervenir recibiendo una bofetada, y lo peor de la situación: nadie hacia nada para detenerlo.

Por algún lado del instituto su adorado mejor amigo no tenía ningún tipo de razón por saber de que estaba pasando, estaba tranquilo hablando con Svenja -mejor conocida como Sven-, sobre cosas triviales o algunos temas de la clase con despreocupación mientras los demás estudiantes corrían a la misma dirección desordenadamente sin despertar alguna alerta en ellos, usualmente eran así y era normal a su parecer.

―Gracias Wolfhard ―agradeció la chica frente a el con una diminuta sonrisa-

En su cabello lleno de maleables ondas llevaba dos sujetadores a los lados y dos distintivos rulos sobresalían por su frente. Tenía cejas finas ojos cafés pequeños y achinados, una nariz bastante perfilada creando bonito aspecto hacía sus labios gruesos color carmesí, a pesar de su baja estatura llegando casi por el pecho de Finn era bastante delgada, siempre vestía de una forma peculiar: Un jumper de cuadros gris y una blusa negra por dentro, Svenja Bayer era de origen Alemán, joven con coeficiente y promedio más alto de la clase.

―No es nada ―contestó el azabache devolviéndole la sonrisa de forma dulce―. Cuándo la necesites de nuevo puedes decirme

―Te lo agradezco mucho Finn ―antes de que pudiese decir algo más sus ojos van en dirección opuesta a su rostro con confusión―. ¿Qué sucede allá?

―¿Dónde?

―Por el segundo pasillo ―respondió―. Todos corren hacía la misma dirección y es... ¿Raro?

―Seguro no es nada importante ―se alzó de hombros―. Sabes que no es extraño el comportamiento de todos estos desastrosos

―Lo sé ―ríendo, se volvió a mirarlo―. ¿Dónde está Wilson?

―Oh, por allá ―señaló el pasillo ya mencionado―. Carajo, debe estar esperándome, tengo que irme

―Ya me confundía, siempre estás con ella ―vaciló sonriendo mostrando sus grandes dientes blancos, algo que la caracterizaba mucho era su forma de ser tan risueña―. Adelante, ve... ―acomodó su mochila mirando detrás―. ¿Christian?

Finn aprieta los labios confuso y gira la cabeza hacia donde Sven miraba arrugando la frente; un chico pálido de cabello castaño con reflejos rubios corre hasta ellos de forma ahogada y cansada; ajusta sus gafas monofocales negras grandes con demasiado aumento que sus ojos mieles se veían grandes detrás de los cristales, Christian Acker era conocido como el mayor idiota del instituto por su forma tan peculiar de ser, a pesar de tener dieciséis años sus chistes malos +18 eran irritantes de escuchar, su humor era bastante malo, aún así lograba hacer reír a cualquier persona por cualquier atrocidad que saliera de su ser.

―¡Maldita sea Sven! ―protestó agitado con la garganta seca―. Dios mío me voy a morir, ¡Voy a morir y el chisme se consume en mí garganta! ―se sobrecargó del hombro de Finn como un poste de luz―. Necesito respiración de pija a boca, veo a mi primer voluntario ―enfocó sus ojos con lo del ruloso moviendo las cejas-

―¡Chris! ―reprendió la castaña y éste soltó una risa escandalosa-

―¡Estoy bromeando y Finn lo sabe! ―se volvió a mirarlo―. ¿Cierto?

Él asiente con una pequeña risa meneando la cabeza―. ¿Que ocurre Acker?

―Dame un segundo ―dramatizó tocándose el pecho con la derecha mientras que con la mano libre le arrebata el termo de agua a la chica―. Gracias ―tomó largos tragos de agua escurriendo gotas por su barbilla―. Mierda, necesito hacer ejercicio, ¡No puedo con mi puta vida! ―se quejó agitado―. Ustedes son unos malditos aburridos, de verdad

―¿Qué? ―contestó Sven-

―¡Es que se están rompiendo los huevos allá y ustedes mirándose sus asquerosas caras! ―soltó otra risa señalándolos entre sí―. Tú cara de rana y Sven cara de bruja

―Idiota

―¿Hay una pelea? ―cuestionó el chico interesado―. ¿Quién con quién?

―Sí, está bastante turbia ―se secó el agua de la boca con la manga del suéter―. Y el director no se ha dado cuenta, por éso tienen que ir a ver antes de que intervenga el viejo y se las lleven a detención

―¿Por qué alguien no intenta detenerlos? ―dijo Sven―. No sé, me parece muy fuera de lugar

―Chris, no contestate mi pregunta ―musitó viéndolo―. ¿Chicas o chicos?

―Chicas, comparten nuestra misma clase ―ajustó sus gafas―. Sociales y biología; la primera es más plana que una tabla, forma parte del equipo de porristas, y la otra era mi crush antes pero como es tu novia pues ya me da cosita mirarle como antes, ¿ya entiendes? ―entrecerró los ojos―. Es tú novia ¿verdad?

―Mejores amigos, lamentablemente ―rodó los ojos quedándose callado por unos segundos, hasta que su uso de razón le despertó la clara alerta de lo que se había dicho―. ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Tengo que detener éso!

Sin más se fué corriendo tropezando con algunas personas que se atravesaban en su camino; Chris y Sven cruzan miradas por unos segundos hasta que aquel cuatro ojos boca sucia suelta una risa sinfónica.

―¡Finnlardio! ¡No la cagues por el amor de Dios! ―exclamó con ambas manos alrededor de su boca para simplificar el sonido―. ¡Deja que se rompan a putazos!

―Christian ¡Idiota! ―gruñó la castaña empujándolo caminando a pasos rápidos delante de él―. ¡Muévete! ¡Hay que ayudarlo!

―Que vieja gruñona eres ―refunfuñó siguiéndola a pasos flojos―. ¡Aposté ocho dolares a Wilson! ¡No me puede defraudar! ―alzó los brazos-

Mientras tanto, Finn intentaba apartar a todo el rebulicio que había alrededor empujando con fuerza a cualquiera que se atraviese recibiendo quejas y malos comentarios a su parte los cuales le valieron reverenda mierda. Cuándo finalmente logró llegar al centro del problema, su boca se seco al ver como estaba vuelta una salvaje con el labio roto lleno de sangre y Betty con el cabello desparramado por todos lados gritando miles de maldiciones hacia la castaña ¡Todo era un caos que pronto debía parar!

―¡Élisabeth! ¡Detente por favor! ―dijo sosteniéndola por la cintura jalándola hasta mantenerla algo inmóvil contra su cuerpo―. ¡Detén ésto! ¡Cálmate ya! ―exigió-

―¡Suéltame Finn! ―contestó furiosa lanzando patadas y movimientos bruscos―. ¡Déjame matar a ésa hija de puta!

―¡Eres una mierda Élisabeth! ―gritó la rubia con aruños algo profundos en el cuello―. ¡Una maldita mierda!

Dió pasos firmes dispuesta a golpearla de nueva cuenta cuando Wolfhard se pone en medio de las dos intentando mantenerlas lo más distanciadas posibles, ambas se dan manotazos sin importar su presencia entre ellas.

―¡BASTA! ―gritó con voz gruesa―. ¡Dejen de comportarse como unas salvajes!

La rubia trata de darle una bofetada pero por mala suerte el la recibe dejándolo adolorido, se cubre la mejilla soltando un jadeo y se pierde de mantenerlas con la distancia de antes, ahora ambas vuelven a la pelea y él trata de aliviar el ardor de su cara.

―¡Chris! ¡Interviene! ¡Interviene! ―chilla Sven entre las personas al chico pálido que comía unas papas fritas desde una bolsa observando la pelea empuñando una grande cantidad a su boca-

―¿Qué? ¡Ni loco! ―contestó masticando despilfarradamente―. Además, quiero ver quien gana ¡Vamos Élisabeth Wilson! ¡Tu puedes!

―No seas imbécil  ―gruñó dándole una palmada detrás de la cabeza―. ¡Ayuda a Finn!

―Maldita sea ―volcó los ojos―. Está bien, sostén mis papas ―con  la mano derecha le entrega la fritura y se sacude las manos―. ¡Lo que me haces hacer tonta!

En pasos rápidos logró adentrarse a la pelea no sin antes acercarse al chico que aún no asimilaba el golpe con la cara roja e hinchada por la parte de su mejilla, meneó la cabeza apretando los labios ante la vista y se burló recibiendo una mirada asesina por parte del ruloso lleno de pecas.

―¿Estás bien? ―pudo preguntar tratando de no seguir riendo-

―Éso creo ―dió un suspiro fuerte con el ceño fruncido―. ¡Ten a Betty!

―¡Si! ―replicó jalando a la rubia―. ¡Cálmate perra loca!

―¡La voy a matar! ―repitió Élisa, casi desprendiendo la rabia por los poros―. ¡Estoy harta de ti!

―¡Detente maldición!

Finn la sostuvo pegando la espalda de ella contra su pecho inmovilizándola emitiendo algo de fuerza, la castaña se quejó.

EL CHICO DE MIS DIBUJOS© [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora