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C A P I T U L O 32

É L I S A B E T H

Jaeden se separa de mí de forma lenta y me observa con una mirada despampanante; sus labios están entreabiertos puesto que su respiración era rápida, pero, no era un tipo de respiración que podía sentirse. Su pecho se movía de arriba abajo de manera nerviosa, y yo... Yo solo estaba paralizada sin saber que hacer o decir.

En lugar de que mis emociones fuesen un torbellino, o que quizás por dentro estuviese muriendo de felicidad porque el chico que me gustaba -o éso creía-, me besó sin motivo alguno, estaba neutra... No sentí nada, increíblemente no sentí nada en ése beso no más que una confusión y sin saber como actuar ante ello ¿Que ocurría conmigo?

Literalmente ayer había dado mi primer beso, y hoy aconteció una segunda vez con alguien diferente. Era como si el mundo quisiera darme opciones, demonios. Esto no era un juego al azar, mi mejor amigo era mi mejor amigo y Jaeden el chico que me gustaba, punto. ¿Por qué estaba haciéndome un lío en la cabeza?

«Mejor amigo». Finn. Llegó a mi cabeza como un choque de bruces; ya debería estar aquí o estar por llegar y no estaba en mis intenciones que me viese con Jaeden. Miré alrededor y no alcancé a verlo, me sentí aliviada.

No había llegado aún, éso era bueno.

Ahora tenía que enfrentar la situación que estaba ante mí. Jaeden Martell, el chico que conocí hace unas semanas y se hizo en poco tiempo cercano a mí, me acaba de besar como si nada luego de verlo llorando frente a mí por un gran problema.

Loco ¿No?

―Perdón, no quise... Yo... ―nervioso, Jaeden se rasca la nuca con una risa llena de temor reflejando algo de rubor en sus mejillas―. Solo fué un impulso... No me enojaría que me abofetees ahora mismo.

―Si fuése otra chica lo hubiese hecho ―repliqué sin pensar. Él levanta las cejas con sorpresa―. ¿Qué? ―solté una risilla nerviosa-

―¿Y que te impide hacerlo? ―cuestionó. Tragué grueso apartando la mirada―. ¿Que te lo impide?

―¿Entonces quieres que te golpee? ―solté en tono tembloroso. El sonríe como si le divirtiera ahora la situación―. No me mires así...

―¿Por qué?

―Porque me pongo nerviosa ―admití bajando la cabeza inflando las mejillas-

―¿Te pongo nerviosa? ―divertido, dió un paso hasta mí―. No lo había notado, gracias por el dato.

Reí y retrocedí volviéndolo a mirar.

―Lo bueno es que el alma te volvió al cuerpo ―quise cambiar la conversación. Sus ojos me analizan por unos segundos de arriba abajo―. Entonces ¿Te sientes mejor?

―Aún no del todo... ―bufó apretando los labios. Asentí con pena, la imagen del beso de hace unos segundos creaba una fuerte tensión entre nosotros―. ¿No hablaremos de lo que acaba de pasar? ―se atrevió a decir-

Finalmente, sentí una punzada en el estomago. Pero no un sentimiento de culpa o vergüenza, si no, porque no sabía que decirle ¿Me gustó? ¿Estuvo bien? ¿Creo que me gustas? No lo sé. Era muy difícil.

―Supongo que... ―tomé airé rascándome la cabeza mirando a un lado incomoda―: Supongo que ésta es la parte cuando te pregunto por qué lo hiciste.

Ladeó la cabeza con detenimiento visualizando cada fracción de mi rostro. Luego suspiró haciendo un pequeño mohín―. Lo siento si te incomodé, soy un estúpido.

EL CHICO DE MIS DIBUJOS© [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora