La mañana llegó muy pronto en el campamento de los gitanos. El sol de un nuevo día apareció, Lubadine fue la primera en despertar al oír a la niña llorar, la cargó y trató de calmarla diciendo.
—Ya bebé, deja de llorar—
La bebé se calmó gracias a las dulces palabras de Luba. Ella la recostó de nuevo. Y entonces Athenois despertó.
—Buenos días Luba, veo que la niña ya despertó—
Lubadine le respondió a su hermano –Si, así es. Buenos días hermano. Oye, ¿Sabes si nos sobra un poco de leche? ¿La niña ya debe tener un poco de hambre? —
—No hay Luba, ayer le diste lo último— Contestó Athenois algo preocupado.
Luba contestó con una sonrisa —Se me había olvidado hermano. Bueno, entonces tendremos que ir al pueblo para buscar un poco y así pueda comer... Eso si es que tenemos algo de dinero—
Athenois le recordó —Acordamos anoche que tenemos que ir al pueblo a buscar a la familia de esta niña. Y sí, nos queda un poco de dinero—
Luba retomó –Lo sé hermano, pero me pregunto qué pasará si no encontramos a su familia. ¿Qué haremos con ella? — Dijo muy pensativa Luba.
Athenois, luego de un suspiro dijo —Si algo sé, es que no podemos quedárnosla. Es demasiado para nosotros— Le respondió a su hermana.
Al oír eso, Luba concordó diciendo —Eso no es verdad hermano. Ya que, aunque sea ciega, yo puedo atenderla, no soy una completa inútil—
—¡No he dicho eso Luba! Sólo que comprende, una responsabilidad así sería demasiado cruel para ti, para Poupi. Quedarnos con esa carga que representaría la niña— Refutó con mucha fuerza Athenois.
—Pero hermano, ¿no sería más cruel dejar a una niña pequeña, huérfana y sola?... Eso que dices no es propio de un buen hermano como tú Athenois— Contestó Luba.
—Tal vez Luba, pero no es responsabilidad nuestra. Aunque la hayamos encontrado— Trató de defender su punto el asustado Athenois.
—Te equivocas hermano, por algo nuestro Dios nos hizo encontrarla. Para crecerla con nosotros, ¿para qué...? ¿Acaso es para que muera? ¿Desde cuando eres tan cruel hermano? — Decía Luba con cierto enojo.
Entonces Athenois, al oír a su hermanita gritó:
—¡He dicho que no nos la quedáremos! —
—¡Por algo salvamos a esta niña! ¿Qué mejores manos para cuidarla que nosotros hermano? ¿No lo has entendido todavía? ¿Después de todo lo que hemos pasado? — Lubadine enfrentó tercamente a Athenois.
—¡No Lubadine! Entiende que no podremos cuidarla, no hay más que discutir— Trató una vez más el asustado Athenois de imponer su punto.
—Es que no estoy discutiendo, Es solo que no puedo entender porque quieres que seamos tan crueles con una criatura, que hasta su propia familia ha abandonado a su suerte. Sobre todo, después de lo que hemos pasado con nuestro padre, la muerte de mamá... ¿Acaso ya te olvidaste? ¿Cómo tú nos salvaste? —
Athenois se enfureció y le grito fuertemente:
—¡Deja de contradecir lo que digo y sólo acéptalo carajo! —
—Jamás me habías hablado de esa forma. Jamás había conocido a un Athenois como al que escucho hoy— Respondió Luba con tristeza. La bebé comenzó a llorar de nuevo, alterada por el tono de voz de Athenois Lubadine.
–Hiciste que la bebe volviera a llorar— Dijo Luba indignada.
—Perdóname Luba, mejor preparémonos para ir al pueblo, despertaré a Poupi— Contestó apenado Athenois.
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Ahmena y Dhivano [Terminada]
Historical Fiction¿Alguna vez oíste de la Maldición de la Luna Negra? Conoce la historia del amor de Ahmena y Dhivano, dos amantes unidos por el destino y esta maldicion uno viene de la opulencia, el lujo y, sobre todo del rechazo de su padre. La otra viene de la pob...