40.- ¡Efrentando la realidad!

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Ahmena entro a la campera donde estaba su madre era inmensamente feliz agarro a su madre Lubadine aquella mujer que ahora tenía un aspecto ya de una mujer ya madura, pero con un tierno rostro que siempre reflejaría bondad Ahmena se sentó a su lado.

—madre buenas noches.

—buenas noches Ahmena hoy llegaste algo tarde ¿en dónde estuviste todo el día? —pregunto con curiosidad Luba.

—Con una joven madre.

Al escuchar aquello Luba se sorprendió de sobre manera así que le dijo;

—¿con un joven? y ¿Quién joven hija? —le pregunto Luba con asombro.

—Bueno creo que lo debes de saber debo de confesarte una verdad, que no sé si me llegarías a comprender—dijo a su madre en ese momento ni ella se explicaba de donde le nacía confesarle a Luba su más íntimo secreto.

—Ahmena de ¿Que se trata? —Le cuestiono de prisa puesto deseaba saber la verdad.

—madre te acuerdas que una vez te dije que me había enamorado, de que mi corazón al fin encontró a la persona que debe de amar.

—si por supuesto que me acuerdo, y que eras capaz de renunciar a ese amor por nosotros, por tu familia—también le recordó Luba a su hija—

—lo se madre, pero ahora, no quiero hacerlo—respondió Ahmena llevándole casi directo al punto principal de su confesión.

—y ¿Por qué ese cambio Ahmena?

—porque del hombre del cual estoy enamorada es maravilloso y por qué él es capaz de seguirme a donde yo fuera.

— ¿acaso lo has vuelto a ver? –y dijo ya confirmando su sospecha y con toda seguridad—acaso ¿es el chico con el que estuviste hoy hija?

—si madre, el destino me lo cruzo de nuevo...

—hay hija, si es así y tú lo quieres no me opondré, así que no tienes por qué renunciar a él, peor si debes presentaron a la familia—dijo Luba muy ilusionada ay feliz de que su hija tenga una ilusión amorosa.

—gracias madre sabía que me entenderías, no te he de negar que me siento muy feliz, pero siento que seré desdichada, porque sé que tal vez este amor esté prohibido—dijo tristemente la gitana que dentro de ella sabía que algo malo la vida le tenía preparado. Su madre como siempre no dejaría de darle consuelo y apoyo a su hija así que dijo amorosamente;

—hija cuando es un amor sincero no hay por ningún motivo, ningún amor prohibido, solo hay el corazón de 2 enamorados que se entreguen mutuamente.

—madre no sé si ustedes realmente lo aceptarían puesto que él es un Paio—dijo Ahmena a su madre para exponerle las verdaderas circunstancias de la dificultad de su relación.

—bueno sé que es nuestra cultura está prohibido, pero si tú lo amas hija mía, si lo quieres de verdad y el a ti, si es así, aunque nos cueste un poco de trabajo, lo aceptaríamos—Luba dijo aquellas palabras de aliento a su hija donde le demostraba que aceptaba aquella unión, puesto solo desea verla feliz.

—madre tal vez ustedes sí, pero dudo que su familia de él lo haga.

— ¿Por qué dices eso Ahmena? Dudo que una familia cualquiera te rechace eres un ángel mi amor, y ganas el corazón de las personas, eres llena de luz y bondad—seguía Lubadine apoyando a aquella muchacha desgreñada y llena de vida.

—madres es que estoy sumamente enamorada—en ese momento no podía callar más necesitaba que su madre entendiera la verdadera razón por la cual su amor no lo entendería la mayoría de la sociedad, así que le dijo el nombre de la persona que ella amaba— amo al Príncipe Dhivano, cualquier familia podría aceptarme menos un Rey que odia a los gitanos.

—hay Ahmena hija ¿por qué de tantos hombres te tuviste que fijar en él? —dijo con algo de sarcasmo Luba tratando de entenderla.

— no le decidí yo, si no mi corazón, y no pude evitarlo.

Lubadine sintió en ese momento que su instinto le dijo que le traería desgracias a su hija por fijarse en aquel joven y que su hija no lograría ser feliz, pero con ese amor de madre que nació en ella tan solo le dijo:

—no soy quien para mandar en ti hija, ni soy quien para decirte que hacer o que sentir, eso lo sé muy bien, hay una etapa que ya no me perteneces, si no te tengo que dejar ir—le decía a su hija con gran madurez entendiendo que era el destino de los hijos abandonar el nido y emprender su propio vuelo, pero al igual no podía tampoco ocultar su miedo así que le dijo— pero no puedo fingir que me alegra siento sinceramente, que no sé por qué eso que te traerá desdicha y tal vez ni caso hagas, pero es lo que siento y no puedo evitar callar mi presentimiento, que algo me dice que su amor de ustedes 2 lo vería muy mal toda la sociedad, porque recuerda que él es un noble y tu...

—una simple gitana—dijo con gran impotencia y molestia— ya lo sé ,madre y tal vez tengas razón , yo también lo he pensado no creas que no, pero la verdad mamá amo a Dhivano lo amo sinceramente, con todo mi ser, él es todo para mí y aunque mi amor sea una desgracia no me importa, ni me importara que me pase, con tal de estar a su lado, sé que Donatien me dijo lo mismo puesto que él ya sabe que Dhivano y yo nos amamos, y él me dijo que lo nuestro no puede ser puesto soy una vulgar gitana, una bailarina, y mi amado, el Príncipe de Francia, pero no puedo evitarlo, no puedo.

—no puedo creer que tu hermano lo sepa ¿Cuándo lo supo Ahmena?

—no hace mucho...y sabes madre si es mi desgracia no me importa con tal de estar con él—aseguro la joven a su madre puesto lo que sentía pro aquel joven era real, y firme.

—lo se hija mía lo sé, porque te conozco bien, por eso te digo que no puedo mandar en ti, no puedo hacerlo por más que te diga las cosas puesto que es decisión tuya.

—tal vez pague, pero sabes una vez me dijiste que valía la pena morir por amor.

—si me acuerdo mi hermano Athenois lo hizo por nosotros y no importo cuanto sacrifico, y Poupi, cuando nos salvó de aquel incendio para salvarnos a nosotras no le importó morir con tal de hacerlo por amor hacia nosotras.

——entonces ¿puedes entenderme? —veía el rostro de su madre como tratando de observar en la aceptación.

—si hija si puedo hacerlo y como madre no me queda más que apoyarte, encontrar de mi voluntad, Ahmena no estoy de acuerdo y créeme que rezare a nuestro Señor para que te haga entender las cosas es lo único que puedo hacer.

—Lo único que me siento mal mamá es por Donatien me ha dicho que me ama y yo le dije que amaba al Príncipe Dhivano y me dijo que lucharía por mí, y tú sabes mejor que nadie que lo quiero y querré siempre como un hermano, no puedo si quiera verlo con otra intención, mi corazón ahora le pertenece a Dhivano él es el único el único que quiero Amar—una lagrima rodo en la mejilla de Ahmena se sentía en ese momento como una niña pequeña que necesitaba ser querida y aceptada.

—lo se hija, lo sé, mira yo sé que para él es muy duro pero la mejor medicina es el tiempo, y sé que si él te ama de verdad la tarde o temprano lo va entender—con estas palabras amorosamente le dio consuelos.

Ahmena estaba sentada junto al regazo de su madre con sus manos en las piernas de está escuchando sus dulces palabras que solo una madre podría dar Lubadine acariciaba los cabellos de su hija y sentía que tenía a su pequeña niña, que no había crecido que seguía siendo la misma niña inocente que tuvo en sus brazos a la que creció a la que limpio sus lágrimas muchas veces y a la que escucho su tímida risa, si era su pequeña y no sabía cómo evitar ese destino pero lamentablemente no podía hacer nada, si era Ahmena la que tomaba esa decisión, así que solo decidió aceptar lo que su hija quería, tomo su sencillo corazón de madre y decidió apoyar a su hija.

—tratare de darte mi apoyo, aunque me cueste mucho hacerlo.

—madre gracias, muchas gracias por estar ahí cuando más te he necesitado y apoyarme eres la madre que cualquier hija desearía tener y estoy muy orgullosa que a pesar de no poder ver con los ojos, ves con los ojos del alma y por esa valentía te lo agradezco madre, y agradezco a la vida que tú seas mi madre que hayas sido tú y nadie más.

Y ambas se abrazaron fuertemente como muchas veces lo habían hecho. Ahmena sintió su sutil apoyo de su madre solo quería que ella no le dejara de dar aquel calor tierno de una madre y esa protección de ella.

Ahmena y Dhivano [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora