El tiempo se hacía una eternidad para Luba, el silencio fuera de la campera era insoportable, y el hombre decidió ir por comida, la que ofreció a Luba, quien se veía muy débil. Él le dijo:
—Coma algo Luba.
Luba, conmovida por la amabilidad de aquel hombre, lo aceptó y le dijo:
—Le agradezco todo, aunque ahora no quiera nada.
—Tiene que comer algo, usted está muy débil, se nota.
—De nuevo gracias. Lo haré porque quiero estar bien para ellos.
Y Luba comenzó a comer, en verdad moría de hambre.
Mientras ambos comían, el hombre preguntó a Luba.
—Dígame, ¿Qué hace una hermosa mujer como usted viajando sola, con su discapacidad, una niña tan pequeña y sin la compañía de su esposo?
Luba no sabía que contestarle así que dijo:
—Soy viuda.
—¿Y no tiene más familia que la pueda ayudar?
—No, Poupi y Ahmena son mi única familia.
El hombre dijo:
—Qué bueno que los tiene; sabe Luba, a veces suceden cosas que no se premeditan, y lo más duro es cuando un hijo es lastimado lo sé porque jamás querría eso para mi hijo.
Luba, intrigada por eso, le preguntó:
—¿Entonces tiene un hijo?
—Si Luba su nombre es Donatien y vive conmigo en el campamento
—¿entonces es casado?
—No señorita lo fui, pero mi esposa murió al dar a luz, así que mi hijo es huérfano de madre.
Luba le dijo:
—Entiendo, entonces ambos padecemos del mismo dolor.
—Al parecer así es.
El hombre sonrío y le respondió:
—Me parece perfecto.
El doctor salió de la campera, llamó al hombre misterioso, quien se acercó, y le dijo:
—Señor todo salió muy bien, la pequeña ya salió del peligro.
— ¿En verdad? qué alegría, le avisaré a esa pobre mujer.
El hombre caminó hacia la mujer, que estaba sentada sobre una piedra.
—Luba, su hija ya salió del peligro.
Los ojos de Luba brillaron de alegría.
—Qué alegría y alivio, por favor lléveme con ella.
—Por supuesto.
El hombre la tomó de la mano y la llevó con la niña; cuando llegaron, sentó a Luba junto a su hija, quien extendió sus manos hacia ella y la tocó. El hombre decidió irse, ya que ese era un momento muy íntimo.
Luba, con lágrimas, le dijo a Ahmena:
—Hija perdóname, perdona lo que te hice por favor
La niña la miró y le dijo
—Mamá Luba no llores ¿Por qué dices eso? yo te quiero mucha mamá.
La niña apretó muy fuertemente a su mamá, y así estuvieron mucho tiempo, felices abrazándose, sin decirse nada.
El hombre, interrumpiendo el momento, entró y les dijo:
—El médico me dijo que su hermano está bien, aunque algo adolorido.
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Ahmena y Dhivano [Terminada]
Historical Fiction¿Alguna vez oíste de la Maldición de la Luna Negra? Conoce la historia del amor de Ahmena y Dhivano, dos amantes unidos por el destino y esta maldicion uno viene de la opulencia, el lujo y, sobre todo del rechazo de su padre. La otra viene de la pob...