Al igual que el Príncipe El Canciller Leonilo había regresado al castillo con la información que tanto le interesaban al Rey.
El Canciller entro a la habitación donde el Rey pasaba todas las tardes en la habitación de su esposa, sosteniendo la copa de vino habitual que solía tomar esas tardes
—Canciller Leonilo ¿consiguió espiar a mi hijo? como le ordene.
—si su Señor, lo seguí todos estos días.
—y el ¿no se dio cuenta de su presencia?
—la verdad no creo mi Señor, lo dudo mucho, fui muy cuidadoso
—muy bien y ¿qué información me tienes?
——Señor no muy buenas,
— ¿a qué te refieres Canciller Leonilo?
—el joven Príncipe ha estado viendo en secreto a la joven Ahmena desde hace unos días
El Rey giró con ojos de furia.
—que está diciendo... ¿cómo confirmo tal noticia Canciller? hable...
—si mi Señor el joven esta locamente enamorado de la joven, como usted temía él se enamoró de ella lo sé porque...
— ¿por qué...? ya hablé Canciller Leonilo.
—ya tomo a la joven, vi que ambos pasaron juntos la noche, entraron a la antigua cabaña de su esposa me acerqué y vi como el joven la besaba y se la llevaba a la cama mi Señor.
El Rey a porreo la copa de vino en la pared gritando
—no puede ser...mi maldito hijo mi propio enemigo.
El Canciller quedo asustado ante ese comentario y le dijo al Rey.
— ¿por qué dice eso de su hijo Majestad? Porque podría abandonar la corona, si aun así lo hiciera, no podría ser su enemigo mi Señor, ya que no dejaría de ser su hijo.
—no Canciller si lo seria, sería mi peor enemigo no sabe cuánto él lo seria.
—no entiendo Señor en dado caso sería enemigo del Reino, no de usted, disculpe que se lo diga, pero habla de él, como si él le estuviese quitando algo.
—así es Canciller
— ¿acaso más le molesto el hecho de que su hijo haya tomado a la joven Ahmena Señor? a ¿Que el que pudiera renunciar a la corona?
El Rey ya no pudo ocultar más, lo que realmente sentía por la joven Ahmena y él era tal disgusto que la tenía por saber que su hijo había tenido relaciones con la joven, que su enojo hizo que expresara lo que realmente sentía por ella.
—así es Canciller, ya no puedo callar más, que no puedo soportar la idea de que mi hijo se allá acostado con la joven Ahmena, y que él ame a la misma mujer que yo.
El Canciller Leonilo quedo asustado de aquellas palabras del Rey, no podía creer que el igual estuviese enamorado de la misma mujer
—pero Señor ¿cómo es posible que usted igual se halla enamorada de esa vulgar bailarina, de una gitana?
—callar no la ofenda, no se trova a ofenderla.
El Canciller Leonilo vio con error que dos herederos del trono amaban a la misma joven.
—pero Señor ¿se ha vuelto loco?
——cállese Canciller y si me enamore de esa joven, la ame desde el primer día que la vi ninguna mujer había despertado esto en mi a excepción de mi difunta esposa, usted más que nadie ha sido testigo de mi sufrimiento, cuántas veces quise morir para estar con ella y nunca lo hizo, por servirle a este país a este pueblo, desde que murió mi esposa no tuve ojos para otra mujer que no fuese mi Amada Madeleine, ni muerta le falte a su memoria solo me concentre a servir a mi pueblo a mi Reino y ahora me digo ¿de qué me sirvió?, solo me hundí a una profunda amargura, que me ahogaba por dentro no tenía nada, hasta que la conocí a ella, hasta que conocí a la joven Ahmena, hasta que la vi bailar y vi a mi esposa en ella quede estupefacto de su belleza de su dulzura y no voy a permitir que a mi esposa me la arriba tan de nuevo de mi lado, ni siquiera por mi propio hijo, y si tengo que hacerlo a un lado lo hare.
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Ahmena y Dhivano [Terminada]
Historical Fiction¿Alguna vez oíste de la Maldición de la Luna Negra? Conoce la historia del amor de Ahmena y Dhivano, dos amantes unidos por el destino y esta maldicion uno viene de la opulencia, el lujo y, sobre todo del rechazo de su padre. La otra viene de la pob...