Los días pasaron al fin había llegado, el Rey Louis Edouard de su viaje este llego muy emocionado con ganas de ver a la joven Ahmena de tan solo sentir su presencia sin que nada más en el mundo deseara con tanta fuerza, así que mando al Canciller Leonilo a buscar por ella y la llevara a su palacios dispuesto a darle todos los obsequios que tenía para ella, ya que le había comprado los vestidos más finos y caros de toda Francia, los perfumes de esencias exclusivas y las joyas más hermosa y preciadas que pudieran existir, él ya quería verla vestida con todo ello y ya en su mundo solo existía Ahmena y nadie más, ni siquiera su único hijo, solo deseaba más que nada estar con aquella joven, que le levantaba una pasión inexplicable dentro de él.
La carrosa llego con la joven. Este bajo de ella el Rey la recibió especialmente. El Rey se acercó a la carrosa le abrió la puerta delicadamente le tomo la mano para que ella bajase y ella le sonrió muy tímidamente.
— ¿me permite?
—gracias es muy amable, su Majestad.
—permítame le acompañe hasta a la habitación.
El Rey Louis Edouard la llevo a una habitación muy hermosa todo preparado como para recibirla de la mejor manera posible ella tan solo le sonrió de nuevo y él les ordenó a sus sirvientes que trajeran todos los regalos que él le había traído desde su viaje, los sirvientes colocaron todo en su lugar, Ahmena quedo sorprendida ya que eran regalos muy hermosos el Rey solo la miro y le dijo:
—ve todo lo que está aquí, todo absolutamente todo es para usted bella dama, todo lo que ven sus ojos.
Ahmena veía aquellos regalos con grandes ojos puesto le asombraba ver todos aquellos objetos finos y hermosos delante de ella, pero a pesar de su asombro su humildad no la deja ser codiciosa.
—pero Señor no sé por ser descortés, pero son demasiadas cosas, sencillamente no puedo aceptarlas.
—recuerda que le dije cuando me fui que yo le traería todo en cuanto vea hermoso para usted y lo he cumplido, solo que estas cosas no se comparan con su belleza puesto que son insignificantes a su lado, además le dije que por favor no me despreciara las cosas que le iba a traer.
La joven a pesar de la insistencia su innata humildad no la dejaban que se dejara llevar pro aquellos regalos.
—lo sé su Majestad, pero en verdad discúlpeme, sé que no debo, ni quiero ser grosera, pero es demasiado.
El Rey Luis Edouard le tomo las manos y Ahmena algo a asustada por su atrevimiento solo lo miro como deseando que la soltara. Él le vio los ojos y le dijo:
—no me desprecie por favor sabe todas las cosas que ve aquí las elegí una por una, exclusivamente con la ilusión de que usted no me despreciara, la verdad lo elegí con mucho cariño, más me ocupe de elegir todo esto que de mis verdaderos asuntos.
—es que yo no sé, que decir o hacer...
—por favor se lo imploro solo acéptelo.
Ahmena no podía negarse a ese rostro suplicante de aquel Rey que en esos momentos no era del despreciable y mezquino Rey Louis Edouard de Urbinio si no tan solo de un simple hombre suplicando un poco de aceptación, Ahmena solo bajo la mirada y al sentirse presionada solo pudo decir:
—está bien si eso desea lo aceptare.
Ahmena alzo la vista y dijo:
—solo con una condición no me vuelva a regalar nada, porque la próxima vez, simplemente, aunque usted me ruegue no podría aceptarlo de nuevo lo lamento.
——está bien si ese es su deseo la complaceré, pero como un favor muy especial nunca he celebrado el cumpleaños de mi hijo y deseo que de verdad me dejara celebrar su cumpleaños junto con el de mi hijo, sé que no es lo usual pero la verdad quiero que esa fecha ya no signifique alguna desgracia para mi si no sea un motivo de celebración y no de tristeza o desdicha y me encantaría que usted...
El Rey saco de una caja delicadamente un hermoso vestido azul lleno de hermosos bordados y que formaría exquisitamente el cuerpo de Ahmena era un vestido digno de una Reina lleno de mucha hermosura ese no era un vestido cualquiera ese vestido era de su amada Madeleine aquel vestido que uso cuando se comprometieron el Rey lo extendió y se lo entrego Ahmena y le dijo;
—deseo que me haga el honor de usar este vestido el día de la fiesta ya que me haría muy feliz que lo usara solo ese favor me atrevería a pedirle sé que lucera muy hermosa es digno de usted y de verdad quiero que todos los invitados la vean.
—es que son demasiadas a tinciones y no creo poder merecerlas ya que no he hecho nada para ello, además mi familia me hará una gran fiesta como me hacen cada año, no es por despreciarlo—le aclaraba al rey sus razones por el cual lo rechazaba de esa manera para que pudiera entenderla.
—mire usted ha hecho demasiado me ha alegrado la vida me ha hecho ver de nuevo con sentido, que siento que tengo ganas de seguir adelante y no detenerme con nada, mire puede después de la fiesta ir con su familia, no estoy diciendo que los desprecie tan solo que celebremos el cumple años de mi hijo, junto al de usted.
——está bien, pero es el último favor que deseo hacerle, no me lo tome como una grosería de mi parte, pero la verdad es que me hace sentir muy incómoda, no soy de esas jóvenes que le interese esta clase de cosas, no me haga no ser yo—le reafirmo al rey puesto que ella quería dejarle en claro que no desea más de sus a tinciones,
—la entiendo créame que sí, la entiendo, pero igual usted no me haga sentir, que no soy yo—le contesto hasta cierto punto con sus mismas palabras.
—bueno ahora si puedo retirarme deben estar esperándome.
—si por supuesto debe regresar a su hogar mi dulce niña.
El Rey solo miraba aquella encantadora joven quedeseaba con todo su ser tener su corazón. El cuál era el objeto de su másíntimo deseo y lujuria.
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Ahmena y Dhivano [Terminada]
Historical Fiction¿Alguna vez oíste de la Maldición de la Luna Negra? Conoce la historia del amor de Ahmena y Dhivano, dos amantes unidos por el destino y esta maldicion uno viene de la opulencia, el lujo y, sobre todo del rechazo de su padre. La otra viene de la pob...