34.- "Viendo el fantasma; ¡madeliene!"

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  Los días siguientes pasaron, Ahmena ofrecía semanalmente, sus entretenimientos y ya se había convertido en costumbre y era como los tantos espectáculos que Ahmena ofrecía pero hoy sería una danza diferente a los que ya ella había ofrecido, porque este día el Rey confirmaría que ella era ese fantasma del pasado que nunca lo había dejado vivir, como siempre Ahmena termino su presentación, todos los días se veía con el príncipe en las orillas del rio Loira o en los jardines del castillo que quedaban afuera del palacio aquellos majestuosos jardines del Reino, cada que terminaba su espectáculo para poder verse con su amado Dhivano, pero la noche no salió como ellos planeaban ya que le Canciller Leonilo hablo al Príncipe y estos por miedo a ser descubiertos decidieron por el momento no verse esa noche la joven Ahmena decidió caminar por el lugar mientras tanto para distraerse mientras iban por ella.

Pero se toparía con el Rey que igualmente decidió caminar por los hermosos jardines que alguna vez camino con su difunta esposa, en medio de la luz de la luna vio sentada en aquella banca a esa hermosa mujer. En la confundió con su amada esposa como siempre iba divagando por el lugar como muchas otras noches sus recuerdos lo atacaban llegaba un punto que el rey de vez en cuando confundía la realidad y esta noche seria uno de esas que su mente desvariaba en aquella penumbra logro deslumbras la silueta de una delicada mujer que hacia sentada así su mente lo engaño y lo confundió con su fantasía de su esposa viva así que dijo:

—Madeleine ¿eres tú?

La chica se asustó voltio y dijo:

—no soy Madeleine, su Majestad soy Ahmena.

Con aquellas palabras su realidad volvió repentinamente hacia él se apretó los ojos con la llena de sus dedos para tratar de calmarse y regresar a su compostura, Ahmena que estaba sentada en una banca de mármol del lugar estaba vestida con su traje de baile, observando la noche el Rey al darse cuenta de ello le dijo:

—Ah ya veo disculpe me confundí, pensé que era otra persona, creo que tantos años de divagar por estos lugares y lo habitual de que no haya más presencia que la mía me han afectado.

La joven con voz suave le dijo;

—si entiendo su majestad, no se preocupe, bueno en todo caso discúlpeme usted a mi como mi padre me aviso que vendría un poco tarde a recogerme por eso tuve el atrevimiento de sentarme a esperarlo aquí y olvide que estoy en lugar ajeno—le explico Ahmena al rey para que él no se sintiera mal—bueno creo que no voy a incomodarlo más así que me retiro su majestad.

El rey al ver que la joven estaba por marcharse que le dijo apenado;

—no, no se vaya por mi culpa.

—es que no quiero molestarlo—insistía la joven— además ya es tarde mi familia ya debe de estar por llegar.

El rey le tomo del brazo para detenerla y dijo;

—no por favor quédese, quédese y hágame compañía en esta noche tan solitaria para mí, no quiero estar solo y me sentiría bien con su compañía.

Ahmena al ver a un hombre que en ese momento eran tan frágil que ni ella misma podía creer siempre ante todo el mundo se mostraba un alegre por ciertos momentos y otros duro, cruel, pero en ese momento en esa noche tan hermosa y a la vez solitaria accedió.

—está bien créame que entiendo que es estar como usted dice, en una noche solitaria.

El rey invito a sentarse en aquella banca de mármol junto a él, la joven odalisca se sentó junto a este y el la miro y le dijo;

—sabe usted me resulta una joven que logra entenderme con tan solo esa mirada angelical que usted posee, sabe había otra persona que también podía entenderme, la única que podía hacerlo era mi amada Madeleine.

Ahmena y Dhivano [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora