80.-EPÍLOGO.

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Recuerdo todos aquellos hechos.

Una vez muerto el último descendiente de los Urbinio, el Reino pasó a posesión del ahora nuevo Rey Carlos de Lancaster, quien decidió borrar de la historia francesa el linaje de los Urbinio, para que jamás pudiera ser recordado en su educación aquél Rey que se olvidó de su pueblo, de su familia y de su propia ambición por ese amor incestuoso que tenía a su propia hija, que lo llevó a cometer tales locuras provocadas o no por una maldición, la terrible maldición sobre los Urbinio, que destruyó un Reino y una historia entera.

Decidí escribir y relatar toda esta historia, para que en memoria de los Urbinio puedan prevenir que las maldiciones familiares existen y pueden ser muy poderosas, quien lea esta historia sepa que existió este linaje y sean recordados por siempre

Y que el amor nunca debe ser una obsesión, sino ser algo verdadero, que no mata, no daña, ni se cometen los peores errores para obtenerlo, sino que se deja ser libre, se deja sentir y siempre por más doloroso que éste sea, dejarlo ir, y no querer mantenerlo atado y quiera obtenerse por cualquier medio así sea el más mezquino.

Después de eso, me refugié en un monasterio, donde decidí escribir y relatar esta historia, tal vez nadie me crea, y sólo pase a ser una simple historia más o una leyenda, algo de lo que no se tendrán pruebas de lo que realmente sucedió, pero en realidad no importa mucho, tan sólo que alguien lea esta historia y así tener la fe de que la maldición no sea cumplida por completo, puesto que los Urbinio vivirían por siempre al menos en esta historia, pero espero que a través del tiempo este relato pueda vencer los estigmas del tiempo y llegue a manos de la gente que desee saber sobre ésta.

No me queda más que decir: La maldición de un familiar hacia otro existe, así que mucho cuidado con la palabras que salgan de la boca, porque pueden ocasionar la peor de las desgracias y tal vez pueda ser que ayudemos a que se realicen, sino tenemos el valor de enfrentarla o al menos creer un poco en ellas, y sobre todo tener la fe de que no ocurran.

Atentamente

Nadina de Nantes.

Ahmena y Dhivano [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora