Kim Taehyung es un omega que vive una vida tranquila, tiene un trabajo estable y personas a las que llamar familia, sin embargo los demonios del pasado son demasiados y pronto volverán, incluyendo a aquél que le hizo más daño, su pareja destinada.
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Se bajó del auto apenas Camille lo hizo, esta le ayudó con el bolso donde traía la cámara y donde ella había guardado su teléfono, su billetera y una pequeña cartera metálica simple, sin estampado ni algún nombre que le había dado antes de partir de su casa.
—¿...No llevaras maquillaje o algo?—Le preguntó con curiosidad—. Ya sabes, la mayoría de los labiales se caen cuando se bebe alcohol o se come algo.
—No puedo beber alcohol, Taetae y tampoco creo que comeré algo. De todas formas, si bebo algo y mi labial se cae, tengo uno de repuesto en el auto—sonrió, antes de hacer un ademán al paquete—. Ahora, esto es otra historia. No lo tomes mucho en cuenta, puedes dejarlo en el auto si quieres. Solo es necesario para mí.
—¿Supresores?
—No los uso—le dijo en un tono cerrado y frío que le quitó la curiosidad y las ganas de preguntar más. Camille caminaba con una mirada vacía, como si estuviera perdida en sus pensamientos, cuando llegaron al área de la prensa, está pareció regresar en sí.
—¿Necesitas que me quede contigo mientras tomas fotos? —Negó levemente, observando como una sonrisa se formaba en los labios de la de cabello platinado—. Bien, ¿Me pasas mi teléfono? Estaré en el área de los reporteros, a lo mejor encuentro alguien a quién destrozar.
—Pensé que la caza de brujas no era lo tuyo.
—Oh, nunca me referí a los ministros—Solo se rió y le observó irse, antes de fijar su atención a la entrada. Taehyung se inmiscuyó entre los demás betas y omegas con facilidad, para esconder su rostro tras la cámara.
En el momento que un auto se detuvo, el cuchicheo a su alrededor, que se había mantenido ligero, se intensificó en demasía. Trago duro y esperó que la puerta del auto se abriera, la primero que vio fue una figura alta, con cabello oscuro y que cuando giró logró que todos empezaran a gritar.
—¡Jeon Jungkook, aquí!
—¡Jeon Jungkook!
¿...Jeon Jungkook? ¿Qué no era ese el nombre del actor favorito de Jimin y por el que Jeongguk había recibido su nombre? Recordaba claramente cuanto el otro omega esperaba para ver sus películas en las tardes.
Cuando las otras dos figuras se bajaron del auto, pudo jurar que el alma se le salió del cuerpo. Giró levemente y a unos metros pudo captar la expresión de confusión de Camille. Eran Yoongi y el pequeño Jeongguk, que lucían impecables con trajes que parecían ser bastante costosos. Abrió y cerró la boca como un pez, mientras tomaba las fotos.
Jimin lo mataría cuando viera las fotos de Jungkook con su hijo y, de todas formas, ¿Qué demonios tenía que ver Yoongi con Jeon Jungkook? Soltó un suspiro, ya viendo su cuerpo enterrado en una zanja al fondo de un callejón de mala muerte. Jimin cortaría su cuerpo en trozos luego de ahorcarlo hasta que su piel se tornara morada.
